viernes, 5 de octubre de 2012

EL SÍNDROME DE CENICIENTA.

                                               "Jose Insaciable y los Custom Rockers"

                                                                         A María Millán y a Elena Pérez
 
   Padezco el síndrome de Cenicienta. Después de las doce de la noche, yo soy otro: el que apaga la luz y hace un torpe balance de pormenores vitales hasta que llega el sueño desde una nubosidad nórdica. Un sueño que se quiebra en pocas horas, pero sólido y suficiente para volver al día con el cuaderno abierto por la página de asuntos pendientes. Por eso salgo poco, dosifico con temperamento avaro mis salidas nocturnas y aspiro a hacer de la amanecida la hora de regreso.
  Ayer fue una excepción. Había un concierto doble en la Sala Clamores y mi amigo Ricardo Virtanen (que tiene la genética de Leonardo de Vinci) estrenaba grupos: es el guitarra de "Jose Insaciable y los Custom Rockers" y el batería de "Speed Limit Cruiser", dos grupos que siguen la estela rockera de otros grupos hispanos de los ochenta, aunque no cierran los ojos a versionar temas conocidos de otros grupos.
   En Clamores -sigue siendo una sala llena de vida donde la música se disfruta a unos metros del escenario- el afecto cordial de algunos compañeros de instituto (María, Mariam y Elena) y los amigos de Rivas que no se pierden nunca una convocatoria cultural (Elena Muñoz, Paco y María), también otros amantes de la música como Ana María y Alberto Ávila... Mucha gente que sólo necesita la buena compañía de una cerveza fría y música en directo.
   El concierto lleno de calidez y con versiones diferenciadas en su modo de entender el rock: un repaso del itinerario popular el primero y un remake de temas propios y ajenos el segundo, con el que disfruté en grande: casi salgo a bailar. Menos mal que Javi  puso un poco de sensatez y me invitó a otra cerveza.
  Hoy toca en Madrid Leonard Cohen, una razón suprema para salir de casa y perderme en la noche de Madrid. Voy a tener que superar mi habitual síndrome de Cenicienta y sumar signos nuevos de mi nuevo estado. Acabo de contagiarme del Síndrome del vampiro. 

9 comentarios:

  1. Un verdadero placer compartir otro encuentro cultural contigo y con Ricardo que, efectivamente, le da a todos lo palos.
    Una noche magnífica, con ritmo y pasión.
    Un abrazo..

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    1. Querida Elena, eres incansable de día y de ncche, así que tu presencia en Clamores era un síntoma claro de que sigues con las baterías a pleno funcionamiento.
      Es una suerte encontrar en un mismo lugar a gente con tan manifiestos gustos culturales.
      Ricardo es una caja de sorpresas y es verdad que su profesionalidad merece una mayor consideración muncipal. A veces los partidos muncipales son tan miopes que no los entiendo. Fue un placer saludar a Paco a quien no veía desde hace meses. Y me gustó que María cerca de ti sonría. Es la terapia de la amistad.
      Un fuerte abrazo.

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  2. Bueno, entre tu Síndrome de Cenicienta y mi Síndrome de Peter Pan, vamos apañados...

    Te agradezco tus palabras. El año pasado hice 30 años en la Música como profesional. Es magnífico enfrentarse noche tras noche en un escenario con otros músicos, que siempre te completan y tú los completas a ellos. Cada día una misma canción suena distinta. Es el gran truco de la música. Nunca suena nada igual.

    Hay quien cree que la música solo es una etapa juvenil. Lógico. Se ve desde una óptica amateur. Los profesionales se nos escapa eso. Todos fuimos jóvenes, pero realmente somos buenos cuando alcanzamos una edad. No me planteo dejar la poesía, ni la crítica literaria, ni la literatura en general, ni las clases en la universidad. ¿Por qué iba a dejar la música? Me haré viejo, sin duda, pero jamás abandonaré la opción de comunicarme musicalmente con el "otro".
    Ayer presenté dos nuevos proyectos musicales. La sensación fue ese amateurismo que solo se concibe siendo joven. Me da la sensación de que ayer fui realmente joven. Hay pocas maneras de conseguirlo. Y esta es una de ellas.

    Gracias por estar ahí.

    Abrazos.

    Por cierto, Leonard Cohen, alguien que sigue en los escenarios después de los 70. ¿Nadie se extraña de eso, no?

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    1. Querido Ricardo, disfruté mucho con tus canciones y yo también me sentí joven y amateur con el repaso rockero a los ochenta y noventa. Entoné canciones, llevé el ritmo y sentí en las notas de aquel violín la ternura de muchos recuerdos.
      Sobre tu dedicación a la literatura no me cabe ninguna duda; te conozco y sé que pones en ella lo mejor de ti mismo.
      Para mí es un privilegio contar con tu afecto y contar con tu amistad; no exageraba lo de la genética del hombre renacentista: tocas muchos palos y todos con acierto. Mis mejores deseos para los nuevos grupos. Un abrazo.

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  3. Hola, Ricardo. Extrañarse de que Leonard Cohen siga en los escenarios después de los 70 sería imperdonable por un único y divino motivo: porque la gente lo pide, lo quiere y sus canciones además de ser una rica poesía, saber transmitirlo como él lo hace es de grandes maestros.
    Me extraño del tipo de pregunta que hacéis algunas personas con verdaderos y grandes genios.

    Saludos para José Luis y Ricardo.

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    1. Lo que dice Ricardo es exactamente lo que dices tú: Cohen sigue tocando de forma digna, natural, con la admiración de todos los que amamos la poesía y la música.
      Usaba esa circunstancia también para comentar su dedicación a otras artes como la poesía y la música.
      Como ves, nada extraño.
      Saludos.

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  4. Gracias José Luis, muy amable.

    Saludos.

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    1. Siempre es un placer; ya sabes que me parece muy grato que el blog sea un punto de debate y de encuentro y que las opiniones siempre afloren en un clima de convivencia y complicidad.
      Un abrazo otoñal desde Rivas, hoy que luce un sol lleno de azules.

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  5. Bueno, me sumo al debate un poco tarde. Sólo querer apuntalar que yo no me extraño de nada (estimada Lourdes). Todo lo contrario, si alguien entiende a Leorand Cohen o los motivos por los que sigue subiéndose a un escenario con setenta y tantos años es -seguramente- una persona como yo, que lleva 30 años en los escenarios. Con lógica, hay distintas maneras de seguir en los escenarios. Hay -no lo olvidemos- también motivos económicos, además de los artísticos. Es romántico pensar que un artista necesita a su público. Pero, insisto, este tipo de giras reportan una gran cantidad de dinero a estos artistas. De hecho, se comenta habitualmente que este o aquel grupo "regresan" por el dinero. En fin, en mi caso, nunca es por el dinero, jejje. El dinero no lo es todo, pero a veces sí parece que sea el motivo de los grandes macroconciertos. Aunque entiendo la vanidad del artista que piensa "a ver quién tiene el público más grande"...

    Un saludo a ambos, José Luis y Lourdes,

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