iglesia románica de San Pedro, Ávila. |
La próxima partida
Íntimo hastío,
deja de rebosarme en cada poro,
guarda las sombras que erosionan mis párpados,
no confundas tu rostro con el mío,
ni describas paisajes
que llenen la retina de horizontes velados.
No interpretes a dúo con mi voz los deseos
que el futuro sostienen.
Adelanta el alfil, mueve la torre,
empuja el peón gris cuya audacia sonroja
y dame jaque mate.
Advierte que aún hay tiempo
para ganar la próxima partida.
( De Población activa, Deva, Gijón, 1994)
Qué fuerza tiene tu poema (esa carga interior que casi nos hiere, ¿verdad?)
ResponderEliminarY esa iglesia (San Pedro, obviamente) ¡qué connotaciones tiene para mí! Ese marco, la plaza, el Grande, que no se ve en la foto, cafés desaparecidos, mi infancia y juventud por temporadas...cuando no había coches en Ávila y solo se oían campanas y más campas (sic)
Por cierto, allá por los sesenta desmontaron el rosetón original y colocaron uno de cemento...(salvo corrección posterior, que desconozco) El caciquismo local funcionaba y la mediocridad marcaba las pautas.
Me ha llegado. Íntimo hastío cuando pienso en ciertas cosas, sí. Un abrazo.
Querido amigo, la piedra fría de la decepción está siempre pesando sobre la conciencia, como si fuese una presencia que no podemos eludir.
EliminarLa historia artística de cada ciudad se hace con aciertos y errores; con interesas velados y despropósitos evidentes. De la plaza del Grande, San Pedro me sigue pareciendo un privilegio frente al edificio de Moneo, feo, pragmático y funcional (Y en cualquier caso: prescindible)
La decepción es verdad que nos erosiona, pero cómo me gusta ese esperanzador final. "Advierte que aún hay tiempo/para ganar la próxima partida".
ResponderEliminarMuy buen poema
Un abrazo
Hola Jesús, siempre me llegan tus palabras como un remanso de afecto.
EliminarEsta vez me pudo el desánimo y el cansancio.
A veces nos trazamos demasiadas metas y las brazadas languidecen sin alcanzar la costa.
A ver si un poco de luz de abril me despeja la mente.
Un fuerte abrazo.
José Luis,
ResponderEliminarsi el hastío te alcanza
ni torres ni peones,
lo mejor,
unas risas llenando la panza...
(hasta el domingo sin tardanza)
firmado: un poeta de los malos :)
Pues te haré caso; los placeres terrenales, decían los barrocos, son el remedio perfecto para la melancolía.
EliminarHasta el domingo pues; en Ávila, en Florida o en Madrid una mesa es perfecta si viandas y comensales firman un pacto de complicidad.
¡Estupendo poema!
ResponderEliminarLa decepción que pone su camisa sobre los días es el argumento directo. Contra la decepción, la voluntad fuerte y los afectos, dos cosas que siempre están contigo.
EliminarUn abrazo con haikus cerquita.