Como el viento en la espalda Elena Muñoz Bohodón Ediciones Madrid, 2013 |
RAZÓN DE VIDA.
Licenciada en Historia del Arte y Asesora en
Comunicación y Marketing, Elena Muñoz ha sido y es una dinamizadora esencial de
la vida cultural del municipio de Rivas-Vaciamadrid. Por tanto, su vocación
tardía como novelista parece derivar, de forma natural, de su continuo trabajo entre
libros y de su implicación en actos literarios como organizadora y, en algunos
casos, como diseñadora de revistas digitales. Desde hace tres años alimenta el
blog “Mi vida en tacones”, con un ritmo de entradas semanales en las que glosa
los estímulos que la vida al paso ofrece a las percepciones de una mujer
madura, reflexiva y crítica consigo misma y con el entorno.
El prólogo clarifica algunos pormenores
escriturales; por ejemplo, la delgada línea que hay siempre entre ficción y
realidad que hace que los personajes inventados nos recuerden identidades
reales. Defiende también que el devenir existencial ofrece argumentos que encuentran acomodo
en la página. El cauce escritural se mueve por sentimientos y estados de ánimo que nos
definen a todos.
La protagonista principal, Marta Nogales,
comparte soliloquio con quien reflexiona en el blog, de modo que el
relato avanza con un discurrir desdoblado, como si la entrada del blog
prologara la trama posterior, el pensamiento frágil que deja la letra
minúscula de lo cotidiano. De pronto, sin advertirlo casi, nace una historia
con mayúscula, una enfermedad, una separación, un quiebro laboral que desorienta y muestra la propia fragilidad del ser.
El aparente trazo lineal de la rutina se
bifurca y obliga a cruzar puertas desconocidas en las que dos conceptos
existenciales son condicionantes únicos: la muerte y el amor; Eros y Thanatos. Si el
fallecimiento del padre convulsiona el interior de Marta, resaltan también
otras ausencias como Josefina, la vieja criada, o la de su suegro, que casi se
convierte en un relato de novela negra. La muerte es el espacio tumefacto que
deja en la piel su cardenal. Lo mismo sucede con el amor; el periplo amoroso de
Marta sigue varios itinerarios: la relación más convencional, y acaso también
la más expuesta a la mudanza por su duración, es la que mantiene con Esteban,
padre de sus hijos y presencia continua
en su crecimiento personal y laboral que poco a poco sufre la erosión del
tiempo. Alexis Drago, pintor húngaro, aporta la bohemia de lo pasional y el
cúmulo de sentimientos confusos que está lleno de intensidad pero, al mismo
tiempo, transmite el precario equilibrio del deseo: ante la realidad acaba
exhausto.
Elena Muñoz nos deja en su primera entrega
el inestable espacio emocional de un yo dispuesto a mostrarnos su vitrina de
pensamientos y deseos. Firma con acierto Como el viento en
la espalda, una narración introspectiva, un sondeo biográfico en los repliegues
de la memoria del que emanan secuencias experienciales. Los avances y
retrocesos dibujan el perfil caracterial de Marta, un personaje que acumula
numerosos rasgos autobiográficos. Marta es el mejor logro del libro; una identidad reconocible y cercana en la que
se personifica la sensibilidad entre dos luces de la edad madura, esa capacidad
para decidir cuando el tiempo marca con firmeza sus tercas
directrices.
Gracias, José Luis, por estas palabras que ya hago mía para siempre y por el interés mostrado por acompañarme en este periplo emprendido con Como el viento en la espalda. Abrazos.
ResponderEliminarMañana es un gran día, Elena; tu novela es el primer paso de un itinerario por la escritura que te dará muchas alegrías.
Eliminary yo estaré cerca. Para disfrutar de tu talento y de tu amistad.
Abrazos.
La introducción es una delicia,
ResponderEliminarel blog de mi vida en tacones
muy dulce, la unión de los dos
ya es irresistible así que...
voy a devorar ese libro en cuanto pueda.
Un fuerte abrazo para ambos.
Elena es una amiga con la que he compartido muchos acontecimientos literarios en Rivas. De esa historia común ya te hablaré otro día.
EliminarDel libro, lo hago aquí con la esperanza de que encuentre lectores como tú.
Un abrazo, Paco.