Monasterio de Uclés, noviembre, 2013 |
POETAS DE BOTELLÓN
Un renglón preliminar, de replanteo: hay poetas de obra y
poetas de congreso. Los primeros son, los segundos están. Aquellos ocupan el
sitio exacto de sus libros y estos habitan ciclos literarios, ateneos y cacharrerías, campus
–donde pax
pacem las adolescentes con minifalda y móvil…- congresos locales,
autonómicos, nacionales y cosmopoéticos, jalean homenajes incluso a Luis
Cernuda (que siempre detestó los
homenajes) y recorren, con la sonrisa en flor y la clave de acceso a sitios
restringidos, el laberinto impreso de las editoriales.
Los poetas de obra impulsan el silencio sosegado y la reflexión filosófica; los
poetas de congreso el humor negro y verbenero.
El lector ideal –hypocrite lecteur, mon
semblable, mon frère- debe elegir siempre los segundos: facilitan una
visión perfecta del ahora, un sitio vecinal con basura expandida por el suelo, proclive al botellón.
Lectura muy crítica del panorama literario actual y por ello certera.
ResponderEliminarDisculpa el pesimismo. Seguro que mis ojos miopes han equivocado el enfoque y solo percibieron un rincón umbrío. Por otra parte, en el trayecto histórico de la literatura ha habido siempre "riñas de gatos".
EliminarUn abrazo abstemio, sin botellón.
Jajaja, ¡Tu humor avilés será parco en la expresión pero cómo haces sonreír!
ResponderEliminarahora el que quiera que se de por aludido y recoja el testigo. Un fuerte abrazo dominguero.
Es una reflexión conceptual, querido Paco, sobre el ser y el estar. No hay alusiones; la entrada se mueve -con amor y humor- en el mundo de las ideas.
EliminarAbrazos largos y expandidos.
Qué decir, sino que estamos de acuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues a caminar juntos, Antonio, que el arte es largo y además no importa. Abrazos machadianos.
Eliminar¡Qué va a ser pesimismo! Es solo no aceptar anteojeras de burro de noria. Yo llamo a esos poetas -que se mueven siempre apiñados, que se menean, se celebran y concelebran en infinitos recitales y antojolías, que recitan en piña de a cien mil hijos de san Rimbaud, o san Gil de las Calzas Biedmas, o san Bukowski bendito- "el cardumen". Son tantos que parecen mucho, pero de uno en uno no llegan a boquerón. Lamentablemente también a la poesía, y hace tiempo, han llegado los criterios de la publicidad y las leyes de mercado, aunque sea el del hambre y la egolatría (no siempre con juventud); todos los paños deben exhibirse fuera del arca. Los poetas meditabundos, digo meditativos, querido José Luis, se apolillan en sus desvanes.
ResponderEliminarTé con pastas por tanta afinidad, querida Pilar. Todos sabemos cómo está el patio, y se pueden hacer dos cosas: cerrar los ojos y seguir; o la segunda opción: seguir y cerrar los ojos. Seguimos. Besos grandotes.
EliminarPoetas callados, poetas vocingleros. De la quietud, de la verbena. Del trazo íntimo o de la calle andada. Los que oyen, los que anhelan ser oídos. Los que son ocupados, los que ocupan. ¿Las dos tinajas? Dónde lo mixto.
ResponderEliminarDe lo mixto hablaré pronto, querido Paco. Lo intermedio es anfibio y vive en varios espacios literarios al mismo tiempo.
EliminarEnhorabuena por el premio. Un fuerte abrazo.