HAMACAS CON REFRESCO
En las ventanas del litoral la pereza es azul, como la dermis de aquellos pitufos que encerró en un poema Elena Medel, junto al primer bikini. De cerca, el mar prefiere los tejidos blancos de la espuma, un fulgor sosegado hecho acuarela, que aconseja convertir el tiempo del reloj en hielo rojo y habitar las hamacas en silencio, con el ángulo justo de la siesta.
Qué pereza tan tentadora...
ResponderEliminarEn ese rumbo de reloj sin horas siguen los días. Un abrazo fuerte y cercano, junto al mismo mar de todos los veranos.
EliminarLa armonía se siente con tal intensidad que deja el cuerpo relajado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegra que el apunte sobre la pereza te haya dejado una sensación tan cálida. Es muy grato sentir tu comentario en esta entrada. Gracias y que tengas un buen día.
ResponderEliminarAy, la pereza...
ResponderEliminarY yo con estos pelos y trabajando de nuevo...
Vienes con el aire renovado de la montaña palentina... Así que aspira fuerte y no hay papel que se resista. Feliz regreso.
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