Ángel González (Rivas-Vaciamadrid, Madrid, 2001) |
DÍAS CON ÁNGEL GONZALEZ
Uno de los momentos más gratos de
mi admiración por la personalidad literaria e intelectual de Ángel González se
produjo durante el encuentro Ángel
González en la generación del 50. Se celebró en Oviedo los días 7 y 8 de
noviembre de 1997 y estuvo organizado con animosa hospitalidad por la Asociación Cultural
Tribuna Ciudadana. Fue un homenaje explícito, vibrante y múltiple en torno al poeta y
académico. Era tiempo de celebraciones: acababa de ser nombrado “Doctor Honoris causa” por la universidad de Nuevo México en Albuquerque, donde impartió clases
de Literatura española durante décadas, y donde vivió una larga e intensa relación sentimental con Susana Rivera; su labor poética era reconocida con el
Premio reina Sofía de poesía Latinoamericana y había ingresado en la Real
Academia. Así que la ciudad en pleno festejaba aquel primer plano de Ángel
González como protagonista central de la cultura española.
Su generación, la del medio
siglo, se consagraba como una aportación tutelar que daba la palabra y la
mirada a las promociones siguientes en un claro diálogo de afinidades y resonancias.
Antes y después tuve ocasión de
compartir con el poeta otros eventos en Rivas, Béjar o Madrid
siempre con esa admiración desplegada de quien sabe que los privilegios deben
aceptarse con humildad y máximo respeto, como esos dones intangibles que nadie
olvida, a los que la memoria siempre tienen necesidad de volver.
Ahora retorna el protagonismo del
poeta de la mano de Pablo Carriedo y su ensayo La fuerza del desaliento, una investigación sobre el acontecer
biográfico y literario centrada en su primera etapa creadora y editada por Devenir. Con Pablo Carriedo y Juan Pastor hablaré del andar lento
de la poesía de Ángel González en el sosegado camino de la permanencia. Como escribió Emilio Alarcos Llorach, es una
obra que “atestigua y da fe de una existencia humana incluida –gozosa o dolorosamente
– en un tiempo y en un lugar concreto del devenir histórico”.
Os esperamos el viernes 14 de octubre, a las 19 horas en la librería Alberti de Madrid,
con la gratitud de siempre, con el mismo afecto.
A veces ocurre que, al menos en mi memoria, un solo verso "justifica" (por así decir) la obra de un poeta. Quiero decir que, aunque en toda su vida sólo hubiera escrito ese verso, sólo por él merecería un lugar destacado en el universo poético. En el caso de Ángel González ese verso es (obviamente para mí y mi memoria)
ResponderEliminar"Este amor, ya sin mí, te amará siempre".
Sandra Suárez
Es un poeta de obra intensa y extensa, querida Sandra, sus versos se memorizan con ese trazo firme de lo que sobrevive al tiempo; el verso que eliges es excelente y me alegra que sea una coordenada libre de olvido en tus lecturas. Yo me quedaría con un libro completo, "Tratado de urbanismo". Su lectura se convirtió en un refugio para mi felicidad. Abrazos.
EliminarOjalá pudiera ir, soy gran admiradora de la obra de Angel González y ninca olvidaré mi encuentro con él en Córdoba durante el ciclo de "Poesía en los Patios de Viana"
ResponderEliminarAdemás te invitaría a unas cervezas de gratitud por tu continuo apoyo y por el tiempo que dedicas a mi escritura; así que hay que pensar que Madrid es una ciudad abierta y que en algún momento nos espera una buena tarde de tertulia y afecto. Un gran abrazo.
EliminarGonzález era un Ángel menos dos alas.
ResponderEliminarGonzález era un santo por lo civil.
(SABINA)
Cada voz deja su opinión y ajusta su perfil a los trazos del tiempo; creo que era un poeta que pobló sus versos de realidad, que hizo de cada libro la crónica parcial de un tiempo prescrito. Así que siempre hay que regresar a sus libros con esperanza y con convencimiento de hallar nuevas respuestas. un abrazo cordial.
EliminarGracias, en algún momento, no lo dudo, voy mucho por Madrid.
ResponderEliminarPues un placer ese encuentro Tracy; Madrid es una ciudad abierta que solo requiere paso sosegado y sentidos con ganas de percibir... Feliz día.
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