Insula 847-848
(Revista de Letras y Ciencias Humanas)
Julio-Agosto 2017
Edita:
ESPASA LIBROS S. L. U.
Editora
Arantxa Gómez Sancho
MISCELÁNEA DE VERANO
Anima el pulso cultural
del verano la habitual entrega miscelánea de la revista Ínsula. Sus intereses exploran como asuntos el breve epistolario
entre Jaime Gil de Biedma y el hispanista y crítico literario Dario Puccini,
fallecido en 1997. Laureano Bonet
analiza ocho misivas donde se resaltan como afanes comunes la admiración
por Antonio Machado y el pensamiento ideológico del poeta, nítido defensor del
legado cultural republicano. No faltan los ejercicios de taller en torno a
poemas inacabados o reflexiones con respuestas en torno a la traducción. Bonet
acierta al fijar el contexto afectivo del epistolario y las coordenadas
temporales. No ha decaído la valoración de Manuel Vázquez Montalbán, autor
bifurcado en géneros como la novela, el ensayo y la poesía. Sergio
García García recorre el tramo inaugural de su senda lírica y busca el primer
plano de Ars amandi, un poemario que
Vázquez Moltalbán definió como “un texto entre el surrealismo y la entristecida
experiencia del joven poeta y marido seriamente encarcelado”. Con esas claves,
los poemas sustentan una continuada reflexión acerca de la naturaleza del erotismo
sobre el ser subjetivo. Como Félix Grande o Diego Jesús Jiménez, Antonio
Hernández pertenece al peldaño generacional que enlaza el grupo del 50 con los
novísimos. El poeta de Arcos es autor de Nueva
York después de muerto (Calambur, 2013) con el que consiguió el Premio de
la Crítica y el Premio Nacional de Poesía. De su sintaxis emocional y del tejido
intertextual se ocupa la mirada crítica de Juan José Lanz quien caracteriza
esta voz como una poesía cordial, entrañada e histórica, de profunda raíz
temporal. La poesía de Josep Maria Rodríguez abre otra vía crítica firmada por
José Antonio Llera. En ella se traza el itinerario creador y su
concepto de la poesía como elipsis y sugerencia frente al figurativismo de la
experiencia. Por ello, dando la razón a Luis Antonio de Villena, Rodríguez personifica la ruptura interior del trazado figurativo y
realista hacia una voz más órfica, impregnada de la esencia despojada del
orientalismo. No en vano el autor ha realizado antologías sobre el haiku y ha
firmado el ensayo Hana o la flor del
cerezo. Un tema más metapoético, el análisis de la écfrasis en la
autobiografía conforma la aportación de Fernando Romera. Pero una de las
presencias centrales de esta miscelánea es Fernando Aramburu. El novelista ha
revolucionado la aportación ficcional del momento con su novela Patria, hito de madurez que ha logrado
una insólita aceptación popular con su sólida reconstrucción de los años de
plomo en Euskadi. Autor de nueve novelas, tres libros de relatos, una antología de poemas y varias traducciones del
alemán, Aramburu muestra en su obra una unidad esencial que aglutina los
aportes de Juan Manuel Díaz de Guereñu, Fernando Larraz, Javier Sánchez
Zapatero y Juan Martínez de las Rivas quien realiza una extensa entrevista al
narrador. Andrés Neuman rastrea
rasgos en el libro Un país llamado cuento
de Fernando Valls, uno de los mejores conocedores de la narrativa breve, y
Miguel de Lucas visiona el libro El
monarca de las sombras de Javier Cercas. La indudable salud
literaria del diario íntimo define las miradas críticas que cierran este
número, a cargo de Ana Gallego, sobre Ricardo Piglia, José Luis Morante sobre
las páginas autobiográficas de Jaime Gil de Biedma y Antonio A. Gómez Yebra,
que sondea el volumen Diarios 2012-2013 de
Hilario Barrero, quien muestra la cotidianidad en su entorno urbano de Brooklyn .El colofón crítico lo firma Vicente Luis Mora con la lectura crítica del poemario No estábamos allí, de Jordi Doce. Como epílogo de esta
entrega el poema “Razones del ausente” de Darío Jaramillo Agudelo. Hasta aquí el desglose
de contenidos del número doble estival de cuya cubierta es responsable Chema
Castelo, cuya inquietud explora artes visuales como la fotografía y el diseño. Su largo recorrido aglutina ediciones de varios libros de artista y la
participación en exposiciones que han merecido distinciones y reconocimientos. No voy a insistir en la
posición central de Ínsula en el
debate cultural de las últimas décadas. Solo quiero resaltar –es de justicia-
el hilo de continuidad en el tiempo y el afán por reflejar desde la heterogeneidad
de sus páginas el tronco firme de la literatura contemporánea. Así que
solo queda seguir en el camino con el mismo afán, con idéntico acierto.
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