Las mudas soledades Pedro Gascón Chamán Ediciones, Colección Chamán ante el fuego Albacete, 2017 |
AMANECIDA
Es Inevitable aludir en los
últimos años a la eclosión literaria que ha vivido el espacio geográfico
integrado entre Albacete y Murcia. Ambas provincias acogen una diversidad de
nombres propios y proyectos culturales que ha tenido refrendo en abundantes
premios, festivales colectivos y antologías monográficas de zona. Uno de esos
proyectos emergentes es el sello Chamán Ediciones, que dirige desde su
fundación en 2015 Anaís Toboso y coordina Pedro Gascón, quien
deja en la colección Chamán ante el fuego su amanecida lírica, Las mudas soledades.
Nacido en Albacete en
1977, Licenciado en Humanidades y
profesor de Lengua Castellana y Literatura en un instituto manchego, Pedro
Gascón personifica una subjetividad versátil con dos actividades
esenciales: música y escritura. Su quehacer musical ha publicado seis discos, fue
cofundador de la Discográfica Molusco Discos, y participó en la dirección
artística del videoclip De donde no se
vuelve. Como escritor ha anticipado algunos poemas en revistas literarias y
muestras colectivas.
Un verso de Lope de Vega da
sentido clásico al título que acoge estos poemas iniciales que además se
organizan en su avance argumental con asertos extraídos del mismo soneto. La
entrega Las mudas soledades recupera
como paso de arranque un lugar arquetípico en la arquitectura literaria: París, ciudad del malditismo y la bohemia, refugio de exiliados en el barrio latino y lugar pensativo para los cafés solemnes de existencialistas. La urbe recordada enfrenta
al yo con los argumentos esenciales del ser: la soledad, el tiempo y la muerte,
tres vértices que distribuyen las lindes de la biografía.
De esa mitología prestigiada
por la biblioteca nace un poema que idéntica la voz de Pedro Gascón con una
lírica figurativa, de trazo dialogal, que impregna los enunciados de intimismo.
El poema construye un entorno de cotidianidad atento a los pormenores de lo
transitorio, siempre marcados por la fragilidad, lo que fomenta una cierta sensibilidad estoica: “Todo ocurrió allí, donde nunca
estuve”. De este modo, el tiempo se convierte en una búsqueda de las
coordenadas singulares que definen cada latido. Los instantes semejan partículas volátiles que inundan el contraluz cansado de las
habitaciones, permanecen ahí como alucinaciones de los sentidos o estampas
amarillas traídas por el recuerdo.
Las palabras van construyendo
el autorretrato del yo. Buscan sentido al trascurrir. Hacen de la contemplación
una experiencia interior en la que se moldea un cuestionamiento permanente de
la realidad. Los poemas describen lo diverso, demuelen hábitos rutinarios y
guardan en su argamasa un sentido ético. La pulsión del compromiso adquiere intensidad en
composiciones cuajadas de emoción como “El niño y la playa”, inspirada en la
terrible imagen de Aylán, el niño ahogado que convulsionó tantas
conciencias sobre la pasividad de Europa ante los refugiados; el sueño de acogida
es solo una realidad pragmática que cierra los ojos a las utopías ajenas.
También en “El Puente de madera”, cuyos versos describen la periferia marginal
de la ciudad del llano. La escritura reivindica esa desigualdad perturbadora de la
periferia, cuyos habitantes ejercen una ciudadanía a contramano.
Sencilla e intimista, sin
estribaciones herméticas, la voz autoral de Pedro Gascón aviva los rescoldos
naturales que definen nuestro tiempo. Suma lo subjetivo de la indagación
biográfica, siempre matizada por el hecho de vivir, y la estela culturalista
-como sucede en el apartado de cierre “Con alma ajena”- para caminar por un presente verbal lleno de laberintos, donde el lápiz vacilante de lo cotidiano escribe su amanecida "llena de claridad e incertidumbre".
Una de las premisas de mi trabajo crítico ha sido focalizar amanecidas literarias de nuevos autores; así que ha sido muy grato adentrarme en el inicio lírico de Pedro Gascón, impulsor de Chamán Ediciones. Solo queda desearle suerte en su nuevo quehacer de poeta en la calle...
ResponderEliminarHay que poner una atención especial en Albacete, una mirada intensa. Ocurren cosas. Más volcados Levante que a La Mancha, viven una eclosión. Y tú, amigo José Luis, tienes siempre los ojos preparados y la pluma presta a todo cuanto importa. Desde aquellos adobes de infancia silenciosa hasta "lo subjetivo de la indagación biográfica, siempre matizada por el hecho de vivir, y la estela culturalista". No abandones.
ResponderEliminarLa cosecha literaria de Albacete y Murcia es tan abundante que merece una mirada intensa y un análisis certero de sus circunstancias; yo tengo la suerte de haber asistido a su eclosión desde el afecto de muchos amigos poetas, así que me siento un protagonista privilegiado, querido Paco. Y ya sabes mi continuo estar entre libros desde aquellos años de adobes y barderas; sin ellos no hay amanecida. Gracias por tu continuo afecto. Y un gran abrazo por toda la compañía que has dejado en mi escritura durante tanta vida.
EliminarMi hijo murió en las mismas circunstancias que las que relata el poema “El niño y la playa” de Pedro Gascón. Por eso hoy, José Luis, tu crítica es especialmente emotiva para mí; como sé que lo es para ti también. Un punto de encuentro desde el cual retomar una amistad que se ensombreció por la niebla y el equívoco. Nada me haría más feliz que visitar de nuevo tu casa literaria, si tú me das permiso. Un gran abrazo.
ResponderEliminarMe dejas sin palabras, María José; lo siento muchísimo, no podía sospechar esa carga emotiva tan densa y esa experiencia tan dura. Nunca te has ido de mi casa literaria, María José, es tuya también, como mi amistad y mi cariño.
ResponderEliminarGracias amigo, lo sé. Un abrazo
ResponderEliminarUn abrazo y seguro que en la poesía de Pedro Gascón encontrarás reflejos muy útiles para tu propia senda literaria. Abrazos de nuevo.
EliminarGracias José Luis por acercarnos a la poesía de Pedro Gascón y su cercanía con la música. Cosa que yo desconocía. Habrá que estar atentos. Saludos y abrazos para ambos.
ResponderEliminarComo sabes muy bien, en los últimos años hay un fuerte trasvase entre música y poesía, acaso porque siempre han sido facetas cercanas, vasos comunicantes que ponen entre las cosas un poco de luz... Un gran abrazo y mis mejores deseos literarios en estos días navideños. Gracias por estar cerquita; es un placer.
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