martes, 2 de julio de 2019

RAQUEL LANSEROS. MATRIA

Matria
Raquel Lanseros
Premio de la Crítica 2018
Editorial Visor
Colección Palabra de Honor
Madrid, 2018


EPIFANÍAS


  La singular exploración creadora de Raquel Lanseros (Jerez de la Frontera, 1973) constituye uno de los aportes básicos de la poesía contemporánea. Así se percibe en los frecuentes estudios y antologías que integran su ideario, o en la versión de sus poemas a espacios lingüísticos como el inglés. Y se determina también al publicar su último trabajo, Matria, en la mejor colección del momento, Palabra de Honor, en cuyo catálogo figuran nombres que conforman núcleos referenciales: Ángel González, Luis García Montero, Joan Margarit…, autores  que nunca están lejos del enfoque de la poeta.
  Hace algún tiempo Raquel Lanseros empleó el neologismo Croniria  para dar voz al poemario aparecido en 2009. La palabra aludía al abrazo entre cronos –tiempo- y onirismo –sueño- y revelaba un campo semántico donde deambula una sensibilidad marcada por lo transitorio; era un soplo de fuerza para expandir los límites de una realidad limitada por lo gregario. Ahora reitera el acierto en el empleo de la palabra Matria. El sustantivo anticipa una síntesis conceptual entre madre y patria, dos entidades que postulan la condición del regazo y la fuerte vinculación afectiva. Añade además la contraposición entre el entorno individual familiar y el estar del afán colectivo, una constante en Raquel Lanseros, cuyo intimismo confidencial abraza una perspectiva integradora con los asuntos sociales más relevantes, los que añaden los cuerpos de letra grande a los titulares de prensa.  
  La autora de Matria resguarda en las citas prologales una musicalidad precursora y diversa. Aglutina el espíritu indagatorio de Rosalía de Castro, el aporte matérico del cuerpo de Ingeborg Bachmann, la voluntad de trazar itinerarios explícita en Rosario Castellanos y la conciencia mudable de lo temporal que rastrea Li Qingzhao. Son voces que impregnan la amanecida con tercas preguntas que rompen el rígido esquema de la quietud. De esos nutrientes dubitativos  mana el poema inicial, “La loca más cuerda”. De inmediato, el aserto mantiene un diálogo interno con el dictum teresiano que definía la imaginación como la loca de la casa del yo. Y así lo confirma el devenir intimista. El recorrido por los laberintos singulares de la identidad propicia la convivencia con el delirio y el extravío. Son coordenadas que toman distancia frente al férreo cartabón de lo racional.
   Esa estela en el agua de lo imaginario postula una amanecida. Es una puerta al asombro que suma pasos cielo arriba, con la fuerza de dejar su huella sobre el barro originario, sustrato que aglutina sensaciones y pensamientos, emoción y conocimiento. En el lecho de niebla del conformismo, la epifanía concede una localización precisa a la celebración, a ese momento álgido en el que se manifiesta y se revela el mundo, asociado a la luz : “Y qué gozosamente, con qué brío / uno se da de bruces con el mundo / y antes de comprenderlo ya lo ama”.
  Pero Raquel Lanseros sabe que el yo ensimismado y autosuficiente es un espejismo, una ilusión fraudulenta. Por eso su poesía trasciende el ego reductor para emprender rutas compartidas con lo colectivo. La convivencia es tarea que aglutina el sueño fértil de los que nos precedieron y el sabor nuevo de las identidades que se van sumando, ya sean inmigrantes, mestizos, hermanos o pasos renacidos que secundan, desde el recuerdo y la melancolía, el sitio del origen. Es la suma de sensaciones que moldea el balance, ese paréntesis vital que cierra la biografía.
   Por su deconstrucción, el poema “Europa” adquiere una insólita fuerza expresiva. El ritmo del texto tiene una respiración entrecortada. Disemina las sílabas de forma aleatoria, siembra blancos y parece discurrir a tirones. Ese ensamblaje fragmentario describe una realidad que presenta un equilibrio frágil, porque sus materiales son heterogéneos y amenazan una continua desintegración. El poema testifica un tiempo desnortado. Proliferan las ideologías disgregadoras y los sistemas conceptuales que actúan como virus; la verdad no es un sistema orgánico de dogmas sino un informe conjunto de postulados que sufre una completa desfiguración. La actualidad de Europa es intemperie, un cúmulo feroz de alambre de espino y fronteras cerradas, un Mediterráneo con marejada fuerte. Guarda en su seno el silencio de los ahogados que creyeron en una tierra de promisión; y un rumor de barricadas y trincheras que amenaza con dinamitar la convivencia, envueltos en la bandera del fundamentalismo nacionalista; muros que fomentan la diferencia y la segregación, el odio al otro. 
   No pasa inadvertida la voluntad formal. Aunque el poema en verso libre es molde habitual, se emplea en ocasiones el esquema cerrado del soneto, por ejemplo en “Fuego mutilado” o se recurre al inglés para globalizar la lectura en composiciones que añaden como una nota a pie de página la traslación al castellano. También la rima machadiana de las coplas y su aire popular suena en el poema “Coplas del pensamiento poliédrico” un alegato contra el rigor del dogma y un subrayado del carácter parcial de la verdad.: “Qué gran verdad absoluta / es cada verdad parcial / el joven sueña con aire / y  el viejo con respirar”
   Cuestión básica del afán poético es buscar entre las aguas del verso la razón del poema, el misterio primigenio de las palabras. De nuevo la pregunta “¿Para qué la poesía?” y el afán de subrayar su poso necesario, su búsqueda tenaz de la verdad. Los versos abren capturas invisibles de matices, ahuyentan soledades, muestran la humilde voluntad del instante en el país de las ideas.
   La poética de Raquel Lanseros pone piel a las concepciones objetivas del yo abstracto para hablar de un protagonista verbal varado en medio de la herencia y el ambiente. Los versos se revisten de interioridades y voces solidarias que ponen anclajes sobre una realidad líquida y transitoria, con síntomas de inseguridad crónica. En Matria el andar de la intrahistoria y la extrañeza de la maternidad, los dogmas deshabitados y los dedos inquietos de la búsqueda. Siempre poesía escrita con el afán imperativo de la amanecida.


 (Revista cultural  TURIA nº 131, pgs. 454-456)










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