Matria Raquel Lanseros Premio de la Crítica 2018 Editorial Visor Colección Palabra de Honor Madrid, 2018 |
EPIFANÍAS
La singular exploración creadora de Raquel Lanseros (Jerez de la
Frontera, 1973) constituye uno de los aportes básicos de la poesía
contemporánea. Así se percibe en los frecuentes estudios y antologías que
integran su ideario, o en la versión de sus poemas a espacios lingüísticos como
el inglés. Y se determina también al publicar su último trabajo, Matria, en la mejor colección del
momento, Palabra de Honor, en cuyo catálogo figuran nombres que conforman
núcleos referenciales: Ángel González, Luis García Montero, Joan Margarit…,
autores que nunca están lejos del
enfoque de la poeta.
Hace algún tiempo Raquel Lanseros empleó el neologismo Croniria para dar voz al poemario aparecido en 2009. La
palabra aludía al abrazo entre cronos –tiempo- y onirismo –sueño- y revelaba un
campo semántico donde deambula una sensibilidad marcada por lo transitorio; era
un soplo de fuerza para expandir los límites de una realidad limitada por lo
gregario. Ahora reitera el acierto en el empleo de la palabra Matria. El sustantivo anticipa una
síntesis conceptual entre madre y patria, dos entidades que postulan la
condición del regazo y la fuerte vinculación afectiva. Añade además la contraposición
entre el entorno individual familiar y el estar del afán colectivo, una
constante en Raquel Lanseros, cuyo intimismo confidencial abraza una
perspectiva integradora con los asuntos sociales más relevantes, los que añaden
los cuerpos de letra grande a los titulares de prensa.
La autora de Matria resguarda
en las citas prologales una musicalidad precursora y diversa. Aglutina el
espíritu indagatorio de Rosalía de Castro, el aporte matérico del cuerpo de
Ingeborg Bachmann, la voluntad de trazar itinerarios explícita en Rosario
Castellanos y la conciencia mudable de lo temporal que rastrea Li Qingzhao. Son
voces que impregnan la amanecida con tercas preguntas que rompen el rígido
esquema de la quietud. De esos nutrientes dubitativos mana el poema inicial, “La loca más cuerda”.
De inmediato, el aserto mantiene un diálogo interno con el dictum teresiano que definía la imaginación como la loca de la casa
del yo. Y así lo confirma el devenir intimista. El recorrido por los laberintos
singulares de la identidad propicia la convivencia con el delirio y el extravío.
Son coordenadas que toman distancia frente al férreo cartabón de lo racional.
Esa estela en el agua de lo imaginario postula una amanecida. Es una
puerta al asombro que suma pasos cielo arriba, con la fuerza de dejar su huella
sobre el barro originario, sustrato que aglutina sensaciones y pensamientos,
emoción y conocimiento. En el lecho de niebla del conformismo, la epifanía
concede una localización precisa a la celebración, a ese momento álgido en el
que se manifiesta y se revela el mundo, asociado a la luz : “Y qué gozosamente,
con qué brío / uno se da de bruces con el mundo / y antes de comprenderlo ya lo
ama”.
Pero Raquel Lanseros sabe que el yo ensimismado y autosuficiente es un
espejismo, una ilusión fraudulenta. Por eso su poesía trasciende el ego
reductor para emprender rutas compartidas con lo colectivo. La convivencia es
tarea que aglutina el sueño fértil de los que nos precedieron y el sabor nuevo
de las identidades que se van sumando, ya sean inmigrantes, mestizos, hermanos
o pasos renacidos que secundan, desde el recuerdo y la melancolía, el sitio del
origen. Es la suma de sensaciones que moldea el balance, ese paréntesis vital
que cierra la biografía.
Por su deconstrucción, el poema “Europa” adquiere una insólita fuerza
expresiva. El ritmo del texto tiene una respiración entrecortada. Disemina las
sílabas de forma aleatoria, siembra blancos y parece discurrir a tirones. Ese
ensamblaje fragmentario describe una realidad que presenta un equilibrio frágil,
porque sus materiales son heterogéneos y amenazan una continua desintegración.
El poema testifica un tiempo desnortado. Proliferan las ideologías
disgregadoras y los sistemas conceptuales que actúan como virus; la verdad no
es un sistema orgánico de dogmas sino un informe conjunto de postulados que
sufre una completa desfiguración. La actualidad de Europa es intemperie, un
cúmulo feroz de alambre de espino y fronteras cerradas, un Mediterráneo con
marejada fuerte. Guarda en su seno el silencio de los ahogados que creyeron en
una tierra de promisión; y un rumor de barricadas y trincheras que amenaza con
dinamitar la convivencia, envueltos en la bandera del fundamentalismo
nacionalista; muros que fomentan la diferencia y la segregación, el odio al
otro.
No pasa inadvertida la voluntad formal. Aunque el poema en verso libre
es molde habitual, se emplea en ocasiones el esquema cerrado del soneto, por
ejemplo en “Fuego mutilado” o se recurre al inglés para globalizar la lectura
en composiciones que añaden como una nota a pie de página la traslación al
castellano. También la rima machadiana de las coplas y su aire popular suena en
el poema “Coplas del pensamiento poliédrico” un alegato contra el rigor del
dogma y un subrayado del carácter parcial de la verdad.: “Qué gran verdad
absoluta / es cada verdad parcial / el joven sueña con aire / y el viejo con respirar”
Cuestión básica del afán poético es buscar entre las aguas del verso la
razón del poema, el misterio primigenio de las palabras. De nuevo la pregunta
“¿Para qué la poesía?” y el afán de subrayar su poso necesario, su búsqueda
tenaz de la verdad. Los versos abren capturas invisibles de matices, ahuyentan
soledades, muestran la humilde voluntad del instante en el país de las ideas.
La poética de Raquel Lanseros pone piel a las concepciones objetivas del
yo abstracto para hablar de un protagonista verbal varado en medio de la
herencia y el ambiente. Los versos se revisten de interioridades y voces
solidarias que ponen anclajes sobre una realidad líquida y transitoria, con
síntomas de inseguridad crónica. En Matria
el andar de la intrahistoria y la extrañeza de la maternidad, los dogmas
deshabitados y los dedos inquietos de la búsqueda. Siempre poesía escrita con
el afán imperativo de la amanecida.
(Revista cultural TURIA nº 131, pgs. 454-456)
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