CON MANO FIRME
ni vivo ni muerto, y no sabía nada,
escrutando el corazón de la luz, el silencio
T. S. ELIOT
Vocacional perpetuo de la obra bien hecha, fue anudando
muertes interinas en su inmóvil quietud, aunque nunca pudo fallecer del todo.
Resucitaba en cada libro póstumo para corregir las erratas con mano firme.
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