viernes, 9 de mayo de 2025

LUIS ALBERTO DE CUENCA. HOMENAJE

Primer encuentro en Rivas con Luis Albero de Cuenca
(28 de septiembre de 1995)

HOMENAJE A LUIS ALBERTO DE CUENCA

 
   Para los que iniciábamos quehaceres literarios a mediados de los años 80, la promoción anterior, aglutinada en torno a la antología de Josep María Castellet, se definía con apelativos de eficiente precisión: novísimos, venecianos y esteticistas. Sería el libro La caja de plata, editado en 1984 por la editorial sevillana Renacimiento, el título que redefine el perfil literario de Luis Alberto de Cuenca, cualificado representante de la Generación del lenguaje en su nómina madrileña, antologada, con la benevolente pulsión poética de Vicente Aleixandre, al inicio de los años setenta por el profesor y ensayista Antonio Prieto.
   Aquel libro, escrito entre 1979 y 1983, se abría con una emotiva dedicatoria y contenía treinta y seis poemas con un envidiable instinto de conservación para perdurar en el tiempo. Se recordaban con facilidad por su nitidez formal y ritmo clásico, sintonizaban con un sentir mayoritario y creaban  una poblada epigonía juvenil a la que prestaban coordenadas para seguir ruta.
   Ateniéndome a un parcial encabalgamiento cronológico, unos años después conocí al poeta en el contexto de una revista, Luna Llena que amanecía en Rivas y fue la excusa para un almuerzo memorable al que asistieron, entre otros, Luis Alberto de Cuenca, Julio Martínez Mesanza y Luis Felipe Comendador. Después vino una larga entrevista para El Correo de Andalucía y la consolidación de una amistad que dura treinta años y que fue prodigando horas comunes en su biblioteca de la calle Don Ramón de la Cruz, en el céntrico barrio madrileño de Salamanca, jornadas de poesía en las mañanas lectivas de mi instituto, lecturas públicas en Rivas, encuentros como jurados de algunos premios literarios y citas de cercanía para entregarme, dedicados y en mano, sus nuevos libros sin virajes, caracterizados por la actitud emotiva, por hacer evidentes las líneas de conexión entre literatura y vida,  y por creer en la cultura como un espacio de convivencia en que caben afinidades y divergencias.
  Lleno de energía creativa, el poeta continúa escribiendo, ha compilado entregas y con serenidad preceptiva nos entrega los mundos y días de su impulso creador renovando en cada uno de nosotros esa cita pactada con la lectura. Por tan maravilloso legado acaba de recibir el XXXIV Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, un refrendo por su quehacer poético que nos llena las manos de admiración y alegría y que celebro con la mejor de las sonrisas.   
   Querido Luis Alberto, cualquier homenaje es transitorio, tu poesía no; construye realidad, forma parte de nuestros argumentos contra el tiempo. 

José Luis Morante






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