viernes, 27 de junio de 2025

UN CASO PERDIDO

Templos de Angkor Wat
(Camboya)

 

ÉPICA Y LÍRICA DEL GIMNASIO

 

   La singular aventura del gimnasio rompe el sedentarismo de la lectura. Y mantiene inalterable la sonrisa de los que se preocupan por mi condición de "caso perdido". Piensan que entre tanta tinta acabaré como el mismísimo Don Quijote. Pero peor. En sus instalaciones se gesta un paisaje mítico de músculos, sudor, pesas, bicicletas fijas y silencio. Hoy hubo suerte. Mis compañeros de bicicleta son dos jóvenes y no paran de hablar del fenómeno “Lamine Yamal”. No entiendo muy bien lo que dicen, pero me animo a dar unas brazadas en la conversación. Así que pregunto con una sonrisa grande si en sus ratos de lectura prefiere la poesía, la novela o el cuento… Me miran desconcertados. Después prefieren cambiar de aparato y sin decirme nada se van a la zona de pesas… De cuando en cuando espían mi pedaleo, con expresión de quien descubre un marciano en la sopa… No sé, debe ser que me queda grande el chándal… 

   Solo la identidad que cree en si misma puede soportar un tiempo personal hecho de angustia, tensión y soledad, y buscar dentro la fuerza incuestionable que ilumina el camino y pone brújula. Desde hace meses, sospecho que me he perdido en alguna selva y no entiendo nada la crisis del presente. 

   Repulsiva la polarización de banderas ideológicas y los efectos tóxicos en la vida diaria. Parece que el enemigo está cerca; es cualquiera que piense distinto a lo que uno piensa. 

  Todos somos estúpidos; pero hay que procurar ejercer el oficio a tiempo parcial.

jueves, 26 de junio de 2025

HORARIO DE VERANO


 
HORARIO DE VERANO
 (Aforismos)
 
 
En mi casa, el toldo del tragaluz es un oxímoron.
 
Entre los misterios de la inteligencia, ese empeño en ocultarse a diario.
 
Un ejemplo de fidelidad  extrema; mantuvo siempre un inquebrantable compromiso con la estupidez.
 
Cuando aletea, el optimismo recuerda la mínima vibración de una libélula.
 
Esas voces que ganan altura cuando callan.
 
Acabó identificando su belleza con el vacío; en ella, todo es nada.
 
Tan avaro que cuando respira se queda con el oxígeno y con el anhídrido carbónico.
 
(Aforismos inéditos)




 
 

miércoles, 25 de junio de 2025

LA CRÍTICA COMO PLACER LECTOR

Barrio de las Letras de Madrid
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

LA CRÍTICA COMO PLACER LECTOR 

   El conjunto ensayístico de Thomas Stearns Eliot Sobre poesía y poetas[1] en las postrimerías del siglo XX constituyó un modelo de biblia laica para la lírica auroral. Lo recupero ahora porque sus postulados dirimen con acierto disertaciones reflexivas vigentes en el tránsito del tiempo, aunque conciernen más a la poesía que a otros géneros. Algunas tesis de Eliot que comparto son las que siguen: “cada generación trae a la contemplación del arte sus propias categorías valorativas”[2], los criterios se modifican y evolucionan, resulta inevitable que el río que nos lleva mude la perspectiva sobre la relevancia de una obra; otro aserto que  se mantiene aunque parece obvio es que la capacidad crítica requiere gusto y criterio porque es una tarea delicada; y por último, en la obra literaria no existe un sentido monolítico, cada lectura es el preliminar de una ramificación. 
   Podría engrosar la breve nómina de autoridades en torno a la crítica consultando páginas de Harold Bloom, Italo Calvino, George Steiner o Mario Vargas Llosa, ahora en boca de todos, tras la concesión del Premio Nobel. Todos han desarrollado consideraciones distinguidas que fomentan un inacabable debate. Mi cronología apresurada de la crítica hispana incluye a  Clarín, pardo Bazán, Azorin, Enrique Díez Canedo, Rafael Cansinos Asséns, Dámaso Alonso, Carlos Bousoño, Lázaro Carreter, Josep María Castellet y Francisco Rico. 
   Cuando se plantea un enunciado genérico se da por hecho que las conclusiones deben formularse al amparo de parámetros objetivos; sin embargo, el resultado menciona únicamente un enfoque particular, un conocimiento parcial. Así pues mis ideas sobre la función de la crítica tratarán de exponer la crítica particular que yo prefiero en el momento de abordar un texto y tal hecho no desmerece otros acercamientos, otras exploraciones de los varios sustratos textuales.
   El objeto de la crítica es la literatura en su conjunto; quien la ejerce debe creer, sin objeciones, aquel aserto de Stéphane Mallarmé: “El mundo existe para llegar a un libro”; pero la literatura es un ente vivo, un organismo que nunca puede contemplarse desde un plano estático; el dinamismo supone injerencias ajenas e intercambio de ideas. La lectura es la única manera de conocer por lo que el crítico debe tener una explícita vocación de lector; sólo quien está formado tiene conocimiento y ese es el punto de partida desde el que se debe informar o desde el que promover actitudes receptivas.
   Se ejerce la crítica en tres espacios colindantes: en los grandes medios de comunicación, en ámbitos académicos y en revistas minoritarias. El primero es el más estable y suele actuar como un regulador del mercado y como un exponente de la cultura oficial ; el segundo es más riguroso y tiene una tendencia natural hacia la endogamia, el tercero es más pasional y el que acumula los criterios más vulnerables, pero también el que hace más posible actitudes de rebeldía y heterodoxia.
   La avalancha de publicaciones semanales y la prolífica edición convierten a los suplementos literarios en escaparates de la inmediatez cuyas páginas optan por la orientación; son guías comentadas donde es difícil sostener presupuestos estéticos y en los que hay que velar para que el dictamen de preferencias  no se adecúe al entramado de intereses entre las cabeceras de información general y los grupos editoriales.
 Damos por hecho que la crítica literaria en las aulas universitarias debe tener un carácter científico y disciplinado que debe incluir argumentos para la especulación teórica y aplicaciones prácticas concretas para delimitar campos de estudio sobre una obra o sobre un autor. Este enfoque universitario  que goza de un alto prestigio de categoría científica se ha contagiado con frecuencia de dos virus que alteran sus constantes vitales; por un lado muchos trabajos críticos tienen como punto de partida una estética de la recepción; es decir la necesidad de insertarse en una corriente de moda o en un movimiento intelectual dominante que aplique reglas universales o manuales de escuela del estructuralismo, psicoanálisis, marxismo o formalismo, lo que asegura un envejecimiento prematuro; el segundo virus es el ejercicio de la crítica como un selecto juego de prestidigitación verbal, una suerte de arte combinatoria sólo desvelado por quien tiene las claves ( a tal hecho me refería cuando hablaba de endogamia). 
   La crítica en revistas es la que mayor conocimiento tiene de lo estrictamente contemporáneo; su enfoque es el del testigo presencial; se busca más que un acatamiento de la jerarquía de clásicos un conocimiento dialogal entre iguales. Lo reciente relega lo establecido y el perfil de escasa entidad va acumulando rasgos hasta singularizarse en medio del poblado graderío. En las páginas críticas de las revistas literarias es donde menos se cumple aquella afirmación de Borges que nunca pierde vigencia: “alabar y censurar son operaciones sentimentales que nada tienen que ver con la crítica”.
    No es el momento de dirimir una cuestión paralela en este debate: la relación entre crítica e ideología. Sólo recordar que no faltan los críticos que usan el texto como pretexto para sostener una arquitectura de ideas y limitan  los méritos al encuentro de afinidades ideológicas. Son críticos que actúan con la hostilidad rudimentaria del portero de un club que tiene reservado el derecho de admisión.
  Frente a la crítica  aséptica, de espectador impasible e incontaminado, que centra su atención en la literalidad de los contenidos, la crítica militante personifica la defensa argumental de una trinchera estética. La subjetividad queda mitigada por una recomendable actitud abierta y comprensiva.
   El conocimiento en profundidad de un movimiento estético faculta para percibir la necesidad de un cambio o una ruptura. Sucedió, por ejemplo, con Josep María Castellet, decidido defensor del realismo histórico y la poesía social que años más tarde impulsa la antología Nueve novísimos poetas españoles que convertirá al esteticismo en la tendencia dominante en los años setenta.
 En su tarea de hacer lectores la crítica traza juicios sobre la realidad literaria o confunde al lector cuando se pliega a intereses editoriales concretos; el crítico entonces se convierte en un hacendoso comercial que puerta a puerta enaltece las invisibles cualidades de un producto.
 Ya he comentado en varios sitios las razones privadas que comentan mi dedicación a la crítica. La lectura frecuente de autores como Octavio Paz, Jorge Luis Borges, Jaime Gil de Biedma o Luis Cernuda propician la idea de que la escritura de varios géneros convive sin problemas de vecindario y es un hecho natural en la tradición literaria. Poesía y crítica en mi caso se ensamblan sin disidencias; la crítica no es un subproducto, prolonga el pensamiento teórico dedicado a mi propia poesía.
  El quehacer crítico debe ejercerse sin ningún dogmatismo, sabiendo que la obra literaria tiene un sentido plural y que los aportes de nuestra visión analítica tienen una vigencia limitada y parcial. El crítico es un lector intuitivo que poco a poco completa una personalidad intelectual.     
    El ejercicio de la crítica me ha deparado momentos de gran felicidad y ese es uno de sus efectos más reseñables; casi tanto como algunos sujetos comunes de carne y hueso, ha marcado mi vida el persistente contacto con identidades imaginarias con un alto poder de persuasión que han clarificado y dado consistencia a las relaciones de mi yo con los otros.
   En tiempos  de incurable materialismo es hermoso pensar que la lectura nos concede la posibilidad de sustituir el mundo real por un mundo ficticio.
[1]  Thomas Stearns Eliot, Sobre poesía y poetas, traducción de Marcelo Cohen, Icaria, Barcelona, 1992.
[2] Opus cit, pág 112.

martes, 24 de junio de 2025

AUDÍFONOS

invitación a las palabras
Fotografía publicitaria

 

AUDÍFONOS

 

   Ausente habitual en el silencio, se puso a leer la carta personal con interés creciente. “Los audífonos serán una extensión del cuerpo, una abertura para recuperar en lo diario el canto de los pájaros, el gotear de un grifo mal cerrado, o el mismo caer inadvertido de las hojas…”. La cadena de precisiones saltó por encima de su incredulidad, advirtiendo que, cerca, ocurren maravillas insólitas, como en los dormidos itinerarios de la inocencia. No se desanimó ante la compleja instalación manual en el pabellón auditivo. Todo era difícil. Por el ventanal del salón percibió una mañana de luz oblicua, sesteando en el jardín. Salió fuera. Buscó un sillón y acogió distraído un libro de poemas de José Hierro para la espera. No recordaba el canto de los mirlos. Una hora después, el reloj comenzó a prodigar algún bostezo. No sucedió nada. En el jardín, los signos de reconciliación con el sonido se mantienen al margen. Suspiró sin exigir. Nada justifica la duda o el desengaño, todavía. A veces, la esperanza no es más que un intento de fuga.

(Fuera de guion, Lastura, 2024)



lunes, 23 de junio de 2025

COLORES Y FORMAS (Una conversación con el poeta y profesor Antonio Gutiérrez Turrión)


 

Una conversación con José Luis Morante

 Antonio Gutiérrez Turrión

    Hace casi tres décadas preparé el libro Apuntes de supervivencia, un breve estudio crítico sobre la lírica de José Luis Morante, con una selección de poemas. Desde entonces el poeta abulense, nacido en El Bohodón en 1956, ha recorrido un trayecto que abarca una docena de poemarios –alguno reconocido con premios como el Luis Cernuda, el Premio Internacional de Poesía San Juan de la Cruz o el Hermanos Argensola-, un libro de entrevistas, Palabras adentro, una compilación de ensayos, Protagonistas y secundarios, el diario Reencuentros  y algunas ediciones de autores como Joan Margarit o Luis Felipe Comendador. Es además un activista cultural en Rivas donde ejerce como profesor en un instituto. Hablamos, mientras suena un viejo disco de Charlie Parker. El jazz es el mejor fondo sonoro.

 P.- ¿Cómo recuerdas tus primeros pasos en el traslado desde el mundo de la lectura al mundo de la escritura?

 R.- Los inviernos de la infancia eran largos y tediosos, así que pronto busqué en la lectura un refugio complaciente. Del tebeo pasé a los libros de un cineclub municipal y de allí a la biblioteca del internado en Ávila. Fue en los años de mi bachillerato en Ávila, en plena adolescencia, cuando comencé a escribir. Muchas poesías sobrevivieron durante años, hasta que las quemé. Eran crónicas sentimentales sin ningún valor.

 P.-Se te considera un gran lector y conocedor de la literatura actual. ¿En qué medida sientes que te pesa la carga de la lectura a la hora de crear? ¿Sientes dificultades para desengancharte de este peso?

 R.- No creo en el escritor analfabeto, así que la lectura es una obligación general. Durante años he compartido autores actuales y clásicos y eso ha originado que sea la biblioteca el reducto natural de mis horas. No creo que nadie pueda liberarse de las influencias, la tradición es un camino continuo donde todos acumulamos pasos. Es mejor caminar por sendas abiertas que despeñarse.

 P.- ¿Cómo encaras la construcción de un poema? ¿Puedes mostrarlo con un poema concreto?

 R.- Suele asociarse mi poesía con esa corriente que postula un realismo narrativo. A mí no me disgusta la etiqueta, aunque sea una mera construcción conceptual. Entiendo el poema como un relato mínimo que acoge un cauce argumental. Por eso tiene tanta importancia el verso de cierre. Muchos de mis poemas se acogen a ese formato. Cualquier texto de Un país lejano, o Largo recorrido, ilustraría ese modo de entender el poema.

 P.- ¿Y la construcción de un libro de poemas?

 R.- Casi siempre hay un hilo conductor en el que las piezas autónomas se van yuxtaponiendo buscando un sentido más amplio. Incluso en Un país lejano sobrevive la idea del libro unitario, a pesar de la aparente diversidad de argumentos. Prefiero que los poemas creen un clima emocional.

 P.- Qué te parece de la proliferación de escritores? ¿En el mundillo literario son todos los que están y están todos los que son?

 R.- Somos demasiados. Hay una evidente superpoblación en todos los géneros porque editar no es difícil. Otro asunto sería hablar de la distribución de lo publicado. Pero aparecen multitud de premios municipales, provinciales, autonómicos… junto a las editoriales de siempre que sólo apuestan a caballo ganador. Hay un afán desmesurado por el titular de prensa y por recibir la confirmación oficial de los suplementos de los grandes periódicos nacionales. Que hablen de ti en Babelia parece mostrarse como una herida de guerra. El estar se prefiere al ser y además hay una cadena de favores que mitifica esa crítica de urgencia.

  ¿Hay focos literarios en España? ¿Es real la influencia de Madrid y Barcelona y la de los medios de comunicación?

 R.- Si hay agrupaciones, pandillas, mafias, amistades… como en cualquier otra actividad; la literatura se escribe por sujetos, ciudadanos que se mueven por afinidades y disidencias y lógicamente donde más abundan es en los polos demográficos más concurridos: Barcelona  y Madrid. En ambas ciudades se concentran editoriales e instituciones culturales y, por tanto, la actividad literaria es más intensa y suele tener más eco en los medios. 

P.- ¿Hay una “literatura alternativa”?

 R.- Hay escritores que cuando se miran al espejo se sienten al margen. Pero ese sentimiento a veces es puro espejismo. Conozco a un autor reseñado en ABC, El mundo y El país, que se queja, con frecuencia, de la escasa repercusión de sus libros. Lo mismo sucede con los malditos, con los contraculturales… en un lejano congreso en Vitoria me criticaron duramente por coordinar una revista subvencionada por un ayuntamiento; al acabar la charla los mismos que me criticaban se acercaron a ofrecerme sus poemas para el número siguiente de la revista. Y eso me ha pasado también en Huelva, Moguer, o Rivas…los marginados sueñan con vestirse poéticamente en El Corte inglés

P.- El universo poético de Joan Margarit demuestra la importancia de la biografía en la creación. En concreto, ¿una buena obra literaria tiene que estar sostenida por una biografía “interesante”?

 R.- Creo que sería bueno precisar qué es una biografía interesante. Si entendemos por interesante la acumulación de peripecias y situaciones límite, la vida de una prostituta, de un mercenario, de un emigrante, de un alcohólico terminal o de una becaria del Erasmus, tiene más posibilidades de ser motivo de escritura que la de un padre de familia sometido a un horario funcionarial. A mí esa teoría no me parece acertada. La poesía tiene más que ver con la biografía interior. La literatura es literatura y la existencia es otra cosa; puede que existan conexiones o puede que no. No hay una fórmula única para el poema.   En cuanto a Joan Margarit, a quien dediqué mi estudio crítico Arquitecturas de la memoria que Cátedra tuvo la amabilidad de publicarme en su colección Letras Hispánicas, sí hay un peso específico de lo biográfico, pero Joana es un libro de poemas no el acta notarial de una muerte anunciada.  El poema en primera persona busca verosimilitud; no hay que confundir el escritor con el sujeto que habla en el poema. Un buen poema está habitado por muchas voces.

P.- ¿Hacia dónde puede romper la literatura  poética del inmediato futuro?

 R.- Si nos atenemos a recuperaciones de nombres, a premios literarios de postín y a novedades de voces emergentes, parece que hay un cierto cansancio del realismo y una sintonía con resquicios del surrealismo. Pero cada lector debe ser capaz de buscar en el escaparate de novedades y emitir sus propios juicios. El reseñista está bien, como pasa con el cronista de fútbol; es mejor ver el partido en la grada: que no te cuenten por donde camina la literatura, descúbrelo tú mismo.

 P.-¿Hasta qué punto tiene que ser distinta la aproximación a la realidad que realiza la poesía de la que realiza la persona “normal” en su discurrir diario?

 R.- No percibo ese desdoble. El poeta y el ciudadano tienen los mismos sentidos, el mismo tejido sentimental y un enfoque semejante de la realidad. El poeta no es un ectoplasma, aunque es cierto que algún crítico actúa como un verdadero fantasma (No hace falta que ponga nombres propios: el sujeto sabe quién es porque nunca aparece en el espejo. 

P.- Ese comentario parece tener un sentido en clave, ¿es una venganza?

 R.- Claro, es echar un poco de leña al fuego. Un fuego que durante muchos años me pareció cálido e iluminador y ahora me parece un ejercicio de pirómano sin más mérito que hacer daño en los campos cercanos. Así que he decidido apagarlo con alguna meada.

P.- ¿Hay mal ambiente en la literatura?

R.- Depende el punto cardinal que contemples; mis mejores amigos son poetas, comparten mis alegrías, son solidarios y alguno, como Luis Felipe Comendador, me edita y dedica parte de su economía a recoger mis anotaciones de lo cotidiano y a ofrecerme sus colecciones para mis inéditos. Su generosidad está fuera de toda duda. Como la de Josune García, Emilio Pascual, o Sergio Gaspar.  Durante la década que coordiné Prima Littera recibí muchas colaboraciones y un notable apoyo personal y literario. Como en otras actividades, hay de todo, pero yo estoy muy contento con el elemento humano de la escritura.

 P.- ¿Qué proyectos ocupan tu mesa actualmente?

 R.- En febrero de 2007 apareció mi diario Reencuentros y algunos párrafos tenían claras similitudes con el aforismo y los epigramas. Así que estoy escribiendo algunos aforismos y al mismo tiempo preparo una antología de poesía contemporánea. Lo que hago cada vez menos es escribir reseñas; es un trabajo muy ingrato que requiere muchas horas de tiempo y prefiero releer.

 P.- ¿No hay excesivas antologías en el mercado?

 R.- Una antología es una introspección de etapa. En ella se percibe el estado de salud de un periodo, aunque el diagnóstico puede ser equivocado. Al realizar mi antología soy optimista: vivimos años saludables; sólo los agoreros vislumbras años negros.

 P.-¿Tienes preparado algún nuevo libro de poesía? 

R.- No; cada vez escribo poemas con más lentitud aunque cuando concluyo el poema recibo una alegría de primer orden.                                  



[1] Antonio Gutiérrez Turrión  (Valero de la Sierra, Salamanca, 1950) es Doctor en Filología Hispánica. Ha publicado los poemarios De ser y estar,  Diario de la tarde y Brindis al sol. Colabora en prensa con artículos de creación y reseñas críticas.  Editó Apuntes de supervivencia, primer estudio crítico sobre la poesía de José Luis Morante en 1998.

viernes, 20 de junio de 2025

ALERTA ROJA

En el país del haiku 
Fotografía 
de 
Adela Sánchez Santana 


 En mis oídos 

un clamor de tormenta.

Alerta roja.





jueves, 19 de junio de 2025

CURIOSIDAD

Venus de Milo
Museo del Louvre, París

 

CURIOSIDAD

   La sobria vanidad de la escultura alzó los ojos y fijó su mirada en mí con desconfianza, como si me viese por primera vez. Después fue repasando el contorno lineal de mi silueta en busca de algún apéndice roto, de esos indicios que nos guarda la humillación del tiempo.


(Microrrelatos de verano)