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viernes, 7 de marzo de 2025

GIOVANNA BENEDETTI. VÉRTIGO DE MALABARES

Vértigo de malabares
Giovanna Benedetti
Prólogo de Pedro Crenes Castro
Editorial Doce Calles
Cuentos, Colección Gnomon
Aranjuez, Madrid, 2024

 

ACROBACIAS

 

   La escritora panameña Giovanna Benedetti lleva más de una década asentada en España. Doctora en Derecho y Ciencias Políticas, su quehacer literario integra una pluralidad de registros. Alumbra un amplio tapiz en el que conviven poesía, narración, ensayo, periodismo y artes plásticas. Su trabajo ha conseguido amplio reconocimiento internacional y es una de las personalidades más destacadas del presente poético hispanohablante. La sensibilidad de Giovanna Benedetti, en el río incesante de la lengua común, ha convertido la poesía en percepción y descubrimiento, en espejo refractario de la condición humana y en búsqueda incesante de la propia identidad. Su producción poética queda compilada en el volumen Después de los objetos (2017), con prólogo de la poeta Raquel Lanseros, quien percibe en la transparencia de esta verdad estética un aporte repleto de significaciones. En su palabra afloran las raíces de un pensamiento liberado, un ámbito donde la realidad se transciende y enriquece con un espacio onírico, cuajado de símbolos recurrentes, deambulando entre el silencio y la palabra.
   “Artista de todos los trapecios”, como define su quehacer literario Neco Endara, Giovanna Benedetti reúne en Vértigo de malabares un conjunto de once relatos, con prólogo de Pedro Crenes Castro. La introducción, con un nítido matiz poético, se titula “En el desliz de los cuentos”, una expresión extraída de una cita de la poeta. El aserto alude a la naturaleza de los cuentos; son espacios narrativos que muestran perspectivas de belleza mediante el cromatismo de los personajes, la honda musicalidad poética, y la inteligente conjugación de recursos figurativos y metafóricos.
   Desde el cuento inicial, “La mariposa blanca”, un relato extenso y fragmentado, resalta la maestría narrativa en la creación de una atmósfera alejada de lo figurativo. Los personajes tienen rasgos etéreos. Configuran una existencia de asombro, más tejida por la irracionalidad que por las percepciones sensoriales de lo doméstico. Entre los pliegues de lo cotidiano se asientan presencias oníricas, que fusionan estratos del tiempo.
   Se entrelazan los argumentos en un continuo nomadismo de interés que mezcla relatos más realistas y enunciativos con cuentos en los que prevalece el simbolismo y la persistencia de asuntos ficcionales. El texto que da título al conjunto, “Vértigo de malabares" tiene como ensanche temático el prodigio volador de una pareja de trapecistas. Poco a poco, el tiempo va minando sus habilidades cirquenses y se va perfilando,en sus contorsiones aéreas la incertidumbre de un estar presente que pronostica la definitiva retirada del espectáculo. Los incansables artistas del trapecio sortean en cada actuación la llamada del vacío. Pero el peligro siempre está ahí, al acecho, envuelto en un vértigo que trastoca la realidad y llena de espejismos los sentidos.
   En los episodios del libro Vértigo de malabares convive una innegable propensión a la diversidad. La voz narrativa sabe que cada relato diseña su propia estructura argumental. Es un espacio de acción que cobija lo inverosímil y las formas azarosas de lo ordinario. Esas reiteradas rutinas que se guardan dentro del círculo semántico de las palabras. En la rueda de asuntos, el conjunto no esconde el sentido abierto de lo social y el alarde prodigioso; el registro de lo contingente y ese estar tenebroso en manos del destino que hace de cada territorio un desconcierto. La originalidad del conjunto concentra un colmado laberinto expresivo, que alumbra sentimientos y reflexiones y enciende enciende curiosidad y asombro. Más allá de la observación subjetiva, cada relato traza la silueta de una íntima historia particular. Es una ficción hecha propuesta de conocimiento, donde se desvela el fondo significante del yo en el discurrir de la existencia.


JOSÉ LUIS MORANTE



miércoles, 7 de junio de 2023

EMILIO LÓPEZ MEDINA. LA SOLEDAD

La soledad
(Las siete bestias, V)
Emilio López Medina
Coedición de Apeadero de Aforistas y Thémata Editorial
Colección Gnomon
Sevilla, 2023
 

PERTENENCIAS


   Sólo unos pocos meses separan la publicación de El mundo que se abre, breve compilación de una centena de aforismos sobre filosofía, de Emilio López Medina (Jódar, Jaén, 1949), de La soledad, quinta entrega del proyecto filosófico Las siete bestias, tratado en torno a los asuntos centrales de la existencia que emplea el laconismo y el decir breve como esteros reflexivos. De este modo, el texto conciso moldea argumentos donde el hablante verbal se focaliza a sí mismo como persistente núcleo temático. Así han ido apareciendo entregas escalonadas sobre la ignorancia, la ambición, la diversión y el sexo. Son espacios indagatorios de hondura que interpretan el mundo a través de la meditada arquitectura expresiva del aforismo y los destellos del pensamiento fragmentario.
  La dimensión de La soledad ubica en primer plano los efectos del desamor y la ruptura de la convivencia de pareja. Aislado en sí mismo y con una autoestima de baja estatura, el yo se confina en el silencio frío del espejo y hace de la lejanía de los otros su estado natural. La palabra ya no es centro de gravedad, ni se hace viaje hacia el intimismo del sujeto ajeno o cauta medida de emociones y pensamientos. Es un estado nuevo, una catástrofe doméstica donde corresponde superar la desorientación y buscar referencias que conecten la existencia personal y el entorno cotidiano. La cosmovisión subjetiva abre puerta a las dudas. El mismo cuerpo parece recubrir su dermis de extrañeza. Somos otros y cada gesto adquiere carácter introspectivo mientras cristaliza un marco de representación complejo y saturado por la decepción. La amanecida del solitario conecta con un poblado escenario de variantes, donde esperanzas y posibilidades caminan de espaldas. Se expande una continua sensación de naufragio: “Cada cual es un navegante solitario en una frágil barca en mitad de la noche…”. Y es preciso buscar coordenadas y destino, indicadores que hagan posible la llegada a otro andén habitable. Todo el apartado inicial “Del otro y su palabra” es una exploración de la convivencia como sinfonía de matices y de fragilidades. Estar juntos crea un espacio vertical que, cuando se hace ruinas, deja al hombre en otra dimensión de la realidad. Se hace fuerte la falta de sentido de la existencia y la necesidad de buscar un refugio interior, ajeno a los dictados del sentimiento.
  Desde Anaximandro, en el pensamiento filosófico clásico, la semántica de mundo designaba una multiplicidad ordenada y cambiante; equivalía a la noción de realidad como entorno que sirve de voluntad y escenario al discurrir existencial del yo colectivo. Emilio López Medida denomina el segundo conjunto textual “Del mundo” y en él se incorporan las reflexiones metaliterarias de la palabra rota, el silencio, como realidad sin palabras y la figura del solitario, ejemplo de contrastes, que hace del sí mismo una oscura presencia social. No hay un cambio de orientación en el lacónico discurrir del pensamiento; se muestra un mundo interior que zarandean los vientos emotivos y las coyunturas temporales que cobran la apariencia de hechos irreversibles. Son coordenadas azarosas que dejan tras de sí consecuencias directas como el odio, la soledad, el arrepentimiento, la culpa o la voluble empatía hacia los que conforman la periferia del yo.
   Para Emilio López Medina el mundo supone “No un conocimiento, sino una percepción: esto es la vida. No sólo el mundo no sería si no se viera, sino que además ni siquiera es lo que se ve: el mundo es el hecho de verlo. Lo veo, luego existe.”. Gran interés reflexivo para entender el apartado tiene otra tesela: “El mundo para el hombre contemplativo es un libro que está ahí para ser leído. Para el hombre de acción, un decorado para ser intervenido. Uno y otro suelen ignorar el plató en el que, a su vez, ambos se hallan”.
   Por tanto, el pensador mira hacia fuera, deja dormido su intimismo para que las palabras exploren la vida como proceso y como puente tendido hacia el futuro. En este tránsito desde el interior al exterior nacen así distintas perspectivas enmarcadas en un realidad concebida en un tiempo concreto: “¿Nuestra vida? Errático vuelo de un pájaro entre una bandada”.  
   El hecho de afrontar lo cotidiano, convierte al yo en un superviviente que retorna a casa. El tramo final “De sí” alumbra la noción del regreso. La fisonomía cambiante de lo exterior supone sumar pasos dubitativos y es necesario recuperar la cálida estancia del ser: “La vida empieza a gustarme cuando huyo de ella. Desde mi escondrijo, la contemplo y la amo”, “La mejor puerta a la intimidad propia es el anonimato”.
 Acorde con la vocación filosófica de Marco Aurelio, Séneca, Montaigne, La Rochefoucauld, Nietzsche, Hegel, Fichte, Wittgenstein o Cioran, (Esta enumeración de influencias requiere siempre una concentración necesaria), Emilio López Medina mantiene una tangible presencia central en el aforismo filosófico contemporáneo. Sus materiales reflexivos conceden una apertura máxima al pensamiento. Se apropian de los elementos de la realidad para mostrarnos sus estratos, esas capas donde conviven la máscara y la transparencia, el inconsistente horizonte, contradictorio y cambiante, que deja entre las manos el desquiciado empeño de vivir.
 
  
JOSÉ LUIS MORANTE
 
 

 

sábado, 22 de diciembre de 2018

GIOVANNA BENEDETTI. DESPUÉS DE LOS OBJETOS

Después de los objetos
Giovanna Benedetti
Prólogo de Raquel Lanseros
Ediciones Doce Calles, Colección Gnomon
Aranjuez, Madrid, 2018


POESÍA REUNIDA



   Nacida en la ciudad de Panamá y asentada en España desde hace unos años, Giovanna Benedetti, Doctora en Derecho y Ciencias Políticas, bifurca su capacidad creadora en una caligrafía plural que integra poesía, narración, ensayo, periodismo y artes plásticas. Su voz singular ha conseguido amplio reconocimiento internacional y en ella la poesía se convierte en núcleo central. Todo su legado poético se reúne en el volumen Después de los objetos (2017), con prólogo de la poeta Raquel Lanseros, quien percibe en el denso fondo de esta verdad estética un aporte repleto de significaciones, donde el espacio de la realidad se trasciende y enriquece con un espacio onírico cuajado de símbolos.
   Este itinerario se abre con Entonces, ahora, luego, obra reconocida en 1991 con el Premio Nacional de Literatura de Panamá Ricardo Miró. El libro se concibe como canto especular del hábitat originario, recreado a a través de sus características físicas, su ambiente vegetal y su notable fauna: Desde esa descripción el poema asciende hacia el devenir histórico, como ámbito de paso que ha ido creciendo en el empeño de una épica contingente. Así se confabula la senda de la memoria colectiva, en la que oyen rastros de civilizaciones y pueblos, hasta configurar una epopeya germinal que llega hasta el ahora, como un ojo onírico que fusionara estratos del tiempo. Se entrelazan los mitos legendarios con la incertidumbre de un estar presente y de un después en el que conviven palabras, formas, mitos, alegorías como un magma de asombros que hay que preservar. La voz poética sabe que cada elemento es un sistema de claves, un espacio para cobijar lo imaginario y ese círculo semántico de las palabras.
  El cierre poético no esconde su mirada social; ese estar tenebroso en manos del mercado que hace de cada territorio un zarandeo por la globalización y los intereses de los poderosos, capaces de hundir istmos y borrar vértices con la voracidad de las langostas.
   Repite premio en 2005 con Entrada abierta a la mansión cerrada. Un plano visual concentra el colmado laberinto de lugares en el que se cobija, como piedra angular, la paradoja: la casa no es un espacio vacío y externo sino un sentir vivo en el que se resguardan las vivencias y sensaciones que exploran sentimientos y reflexiones. La casa se ramifica en formas y contornos para albergar un estar transcendido que se muestra a la contemplación y que enciende curiosidad y asombro. Más allá de la observación subjetiva, las dependencias cobijan una íntima historia particular; como en aquellas moradas de Santa Teresa en las que había más y menos porque lo real no es una dimensión cerrada sino una propuesta de conocimiento que desvela al sujeto en su persistente definición de las formas.
  Con las composiciones integradas en cuatro libros con una concepción unitaria, Música para las fieras la poeta reitera su presencia en el palmarés nacional en 2013, se reafirma como voz cimera de Panamá, capaz de monopolizar la voz solista en el cauce poético nacional. El canto configura el eterno resplandor de una conciencia cuajada de recuerdos que se expande entre la memoria, como geografía que preserva consignas de un pretérito gastado, y el vacío, con su permanente aspiración a atar nudos con la nada. El canto celebratorio del comienzo deja turno a la tentación de los abismos, donde la noche y el misterio se convierten en superficies reflectoras que secuestran los sentidos y apagan el ruido de las luces. El lenguaje se convierte en vuelo interior que ignora los contornos ajenos de las cosas; se hace fábula y fantasía, quimera extraña que recuerda la locura tenaz de aquellos libros de caballería que nublaban la razón.
   La amplia extensión del libro coteja una trasversalidad de asuntos que se extiende desde la razón estética y el afán metaliterario hasta la actitud simbólica del poema como reflejo de estados de ánimo de la subjetividad, o como geografía onírica. Es una contingencia que también se percibe en la compilación final El tambor de la agonía y otros poemas, con poemas escritos en tres etapas vitales, y con enfoques literarios disímiles. Así el poema “Ascanio redivivo” es una elegía al héroe, que sumergió muy pronto su vitalismo generoso en la sombra. Similar textura tienen los poemas que reflejan la ira concentrada y los efectos bélicos de la invasión estadounidense de 1986, una tormenta de destrucción y dolor que convulsionó el tejido social panameño, que se hace aquí elegía y canto funerario. otros poemas buscan sus pretextos líricos en el discurrir transitorio de la existencia, en la condición de caminante del yo por la incertidumbre y en ese papel terapéutico de la fabulación que abre ventanas en las mustias paredes de lo rutinario.
    Después de los objetos permite completar un perímetro poético intenso y dilatado en el discurrir, que expone la coherencia intelectual de Giovanna Benedetti. En su trayecto identificamos un amplio despliegue argumental, expuesto a través de un lenguaje fértil, comunicativo y cuajado de imágenes, que atestigua el cauce continuo de la tradición. Los poemas muestran una subjetividad donde la memoria vuela de súbito para abordar el ámbito sensorial y reflexivo del sujeto con un entorno germinal y con la orografía lírica de un tiempo. Giovanna Benedetti nunca olvida la magia del lenguaje, ese destello de luz nueva que adelanta la amanecida, la implicación emocional del lector.