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sábado, 29 de octubre de 2022

SWIM IN THE DRY / NADAR EN SECO (Traducción de EDUARDO GREGORI)

Nadar en seco
José Luis Morante
Prólogo de José Antonio Olmedo López-Amor
      Contracubierta de Gregorio Muelas Bermúdez
Editorial Isla Negra, Crátera Editores
Colección Filo de Juego / Colección Atlántida
San Juan, Puerto Rico, Catarroja, Valencia 

 

Eduardo Gregori (Valencia, 1977) es Licenciado en Filología Inglesa por la Universitat de València y Doctor en Estudios Hispánicos por la Pennsylvania State University. Como académico, ha publicado varios artículos en revistas especializadas, dos libros y una traducción y edición de la poesía de Alfonso Brezmes. Como poeta, ha publicado Origami (2017) y Cuaderno de Lucía (2022).                                
 

SWIM IN THE DRY
 
The time I did not have swims in the dry.
Inside it, every stroke recollects
the secret chords of depth.
Every once in a while
damp hollows rip the surface
out of which bottom do emerge
firefly trails;
and yet a briny sweat
denies the stillness,
thrusting the imminence
to the precise outline of the above.
 
I refuse to be guzzled by fatigue,
shake off the oblivious waters.
In my mistreated arms
are splinters of myself.
 
                        (From José Luis Morante. Swin in the Dry, 2022)


NADAR EN SECO
 
El tiempo que no tuve nada en seco.
En él cada brazada recolecta
los secretos acordes de la profundidad.
De cuando en cuando
rasgan la superficie huecos húmedos
de cuyo fondo emergen
estelas de luciérnagas.
Mas un sudor salobre
desdice la quietud,
impulsa cercanía
hacia el contorno exacto del trascielo.
 
No dejo que el cansancio me carcoma.
Sacudo el agua ausente.
En los brazos maltrechos
hay jirones de mí.
 
     (Del libro Nadar en seco, 2022)


lunes, 1 de noviembre de 2021

GREGORIO MUELAS, HERBERTO DE SYSMO. LA SOLEDAD ENCENDIDA

La soledad encendida
Gregorio Muelas, Heberto de Sysmo
Traducción al alemán de Petra Dindinger
Prólogo de Ricardo Virtanen
Editorial Ultramarina, Colección Bilingüe Mar
Sevilla, 2021  

 SUSURROS CON LUZ 

   El haiku, como estrategia expresiva plenamente incorporada al cauce lírico actual, mantiene un recorrido vivencial que aglutina aportaciones intergeneracionales en envidiable convivencia. De inmediato vienen a la memoria nombres como José Corredor Matheos, Luis Alberto de Cuenca, Jesús Munárriz, Susana Benet, José Cereijo, Verónica Aranda o el propio Ricardo Virtanen, quien se encarga de firmar las líneas de apertura de La soledad encendida. En el introito se subraya la fertilidad de la estrofa y las variables asumidas en el esquema versal por el ideario estético de cada autor. Si es continua presencia el magisterio del canon japonés, no es menos cierto que la tarea poética es, en sí misma, reelaboración y búsqueda, diálogo del taller de autor con un entorno mudable que exige definición, postura y compromiso.
   Esta segunda edición de La soledad encendida, tras una primera amanecida casi artesanal en 2015, añade el formato bilingüe y transporta los 142 haikus integrados al espacio lingüístico alemán de la mano de la traductora Petra Dindinger. Mantiene sin embargo el empeño de suma innominada de los textos de Gregorio Muelas y Heberto de Sysmo, dos perfiles literarios muy conocidos por su excelente labor al frente de la revista Crátera y por alentar periplos creadores polivalentes que recorren casi todos los géneros. Ambas singularidades crean un espacio de intersección que no permite dilucidar cada voz sino el tono dual de los textos.
   La educación formativa y sentimental de la tradición otorga al haiku un ambiente natural. Es un camino hacia la interioridad del yo consciente. Fija un instante perceptivo y anula, casi al completo, la presencia del ego activo y su clima interior. Difunde susurros con luz. Pero ya se ha dicho que esas cualidades originarias han forzado nuevas rutas, tanto en la semántica de la estrofa como en la experiencia del lenguaje. Aunque desde el amanecer del libro es perceptible la carga lírica que integra el aserto La soledad encendida el acervo cultural y algunas ambientaciones oníricas sirven de espacio expansivo a las posibilidades del haiku tradicional, más directo y esencial en su escritura, como búsqueda de equilibrio entre cuerpo y alma.
   Muchos haikus tienen como germen la contemplación: “Se quedan solos / los nidos de cigüeñas / del campanario”, “Cruza el paisaje / la sombra de una nube / se escucha el agua”,  “En la hoja seca / resplandece la baba / de un caracol”. Los poemas dan voz a un estar meditativo que busca también ser parte del entorno y que reivindica con su palabra la plenitud celebratoria de sus elementos: “La luna tiembla / en el lecho del río / aire de cierzo”.
   De cuando en cuando se rompe el esquema 5 / 7 / 5 con variables poéticas: dos heptasílabos y un pentasílabo, o se incluyen otras medidas silábicas diseminadas en los versos que no siempre preservan la musicalidad que duerme en el haiku habitual: “Rumor de aves. / Deshielan los pétalos / de las flores en escarcha”; “Algo trepa / por el tronco del ciprés, / su copa se inclina”, “primeras nieves / un cazador sigue despacio / las pisadas de un oso”.
   El oficio poético es despertar del matiz, tiende a evitar un único molde conformador. Así nacen haikus enunciativos y otros más reflexivos que dan vuelo a una realidad transcendida para objetivar una sensación pasajera, las huellas de un tiempo transitorio cuya estela se borra de inmediato, como un sobrio paso a la deriva. Gregorio Muelas y Heberto de Sysmo, “en perfecta simbiosis”, como escribe Carlos Alcorta, nos dejan en La soledad encendida, desde la contención y delgadez del haiku, instantáneas al paso con esa síntesis inesperada de fugacidad y permanencia: “Aún destila / la rosa su perfume / entre las páginas”.  Su hermosa lucidez creativa abre un camino espiritual, sostiene la palabra ante una realidad sin fondo, expansiva y perceptible, que hace de la mirada interior un íntimo suceso, una brisa fresca que enciende lo inefable.

JOSÉ LUIS MORANTE

    

domingo, 17 de octubre de 2021

BLAS MUÑOZ PIZARRO. EL PASO DE LA LUZ

El paso de la luz
Blas Muñoz Pizarro
Ilustraciones de Pablo Santin
Prólogo de José Antonio Olmedo López-Amor
Isla negra Editores, Crátera Editores
San Juan de Puerto Rico, Catarroja, Valencia, 2021

UN CÁLIDO TEMBLOR
 

    Blas Muñoz Pizarro (Valencia, 1943) consiguió en 2012 el Premio de la Crítica Literaria Valenciana. Era el reconocimiento institucional a una dedicación poética discontinua que comienza en el intervalo novísimo con la entrega Naufragio de Narciso, volumen de poemas escritos entre 1971 y 1973. Reinicia senda en 2007, cuando agrupa composiciones, sueltas y premiadas en diferentes certámenes, en algunas panorámicas selectas. Con fértil madurez, el filólogo y profesor de latín ha ido creando un intenso corpus lírico, a resguardo de modas epocales y corrientes gregarias, seleccionado en la muestra De la luz al olvido. Antología personal (1960-2013), un mirador del largo recorrido, impulsado por la editorial Vitruvio en 2015.
  El paso de la luz amanece con un análisis categórico de José Antonio Olmedo López-Amor, poeta, aforista, crítico e impulsor de la revista Crátera. En la exploración incide en la sensibilidad lírica y en su propuesta simbólica en el uso de elementos físicos y conceptuales. Así se percibe con el  cálido temblor del sustantivo luz. Su semántica se manifiesta como apelación discursiva del cauce existencial, cuyo tono de voz, inexorablemente, desemboca en la desolación y la sombra.
   El fluir textual muestra como compañía una lectura plástica del pintor argentino Pablo Santin, quien ajusta los latidos de su pintura al discurrir versal. Las propuestas explícitas se velan para sondear el silencio expandido de la interpretación. Queda conformada una entrega a dos voces estéticas, asentadas sobre un tablero dialogal. El sondeo básico argumental es la idea de un tránsito, donde el hablante lírico mantiene su orfandad. El pensamiento aborda, con rumor intimista, ese estar a solas frente a la exterioridad. El denso cansancio que aposa lo diario en la condición humana.
   Las composiciones, junto a las incisivas propuestas visuales de Pablo Santin, tantean en la trayectoria orbital de los significados. Juntas, fertilizan un impulso vital para superar la incertidumbre que genera ese rumor de fondo que convierte el vaivén cronológico en un simple bascular, un cúmulo de pérdidas y ausencias que hacen del vacío final una restitución.
   Desde ese itinerario por la incertidumbre emerge el verbo figurativo de Blas Muñoz Pizarro, claro, límpido, teñido por ese caminar reflexivo del solitario que percibe un entorno crepuscular, no exento a veces de gelidez y frío. El intimismo aflora, no para evocar la queja por la condición transitoria del yo, sino la presencia tenaz de identidades sombras afectivas que hicieron más habitable la grisura diaria. Como si fuera un único poema fragmentado, cada verso de cierre abre la siguiente composición. Las palabras refuerzan el percibir de los elementos que no son sino reflejos especulares de la sensibilidad de quien mira. Se cuestiona el papel del hablante verbal, como enunciador de percepciones en el mirador cotidiano. Los sentimientos se apaciguan, adquieren una sosegada quietud sin imposturas, más allá de esa fuerte conciencia de finitud que atestigua que todo es invierno, un puñado de sombras y ceniza. No importa; también en ese escenario crepuscular es posible la unión de la luz con la inocencia.
  El quehacer del poema se afirma como un viaje introspectivo que genera autoconocimiento y esa labor sin tregua del viaje interior que busca respuestas en las grietas más profundas de la identidad. Lo vivido aporta al ser una pluralidad de sensaciones que también invitan al canto, a celebrar que cada ser adquiere su forma definida y su sentido, su plenitud crecida por la claridad del sentir. Hágase la luz, dice el silencio, y nace en el poema un oro nuevo de abril y primavera que destierra el invierno y viste los sentidos de irisada belleza.
   El continuo latido estacional disgrega en el azul del aire impresiones fugaces. En ellas deja su latido  una naturaleza cambiante, que expande indefiniciones y contrastes. Queda en la conciencia la oscura sensación de que no podemos comprender lo que sentimos con la sola contemplación sino con esa luz de la conciencia que habita dentro, donde conviven los huecos de la ausencia y los sedentarios residuos de la memoria. También la muerte se percibe como disolución de la realidad, capaz de germinar en el cauce meditativo un epitelio de inquietud, una dermis que vela el resplandor difuso del deseo.
   El paso de la luz, que aporta también un epílogo aclaratorio del autor sobre la contingencia escritural de los poemas, construye una intensa indagación del magma vivencial, posada sobre el discurrir sosegado del presente. En cada uno de los fragmentos líricos, definidos como intervalos mensuales, perdura un cúmulo de nada transitoria conformando la autobiografía sentimental del sujeto verbal. La cadencia versal, transparente y precisa, muestra esas circunvoluciones en las que se disipa la existencia. Nada es lo que fue; ahora es un discurrir que parece adentrarse en un terco callejón sin salida. En la luz renacida del despertar, todo adquiere la dimensión especular del recuerdo, una luz transfigurada, como escribe con sintética precisión el poeta Gregorio Muelas Bermúdez, “que se refracta en doce haces con forma de poemas encadenados". Se hace necesario el retorno a la casa encendida, esa potestad de resguardo que deja en las palabras la fuerza compartida del nosotros: “¿Quiénes somos tú y yo, si ya no somos / aquellos que aún se aman, como siempre?”. 

JOSÉ LUIS MORANTE


lunes, 13 de abril de 2020

VERSOS-VERSUS-VIRUS (ANTOLOGÍA POÉTICA)

Versos-versus-virus
(Antología poética digital)
Edición de Pablo Blanco
Cubierta e ilustraciones de Mai Hidalgo
Maquetación de Alba Izquierdo
Valencia, 2020

PALABRAS FRENTE A LA NOCHE


   Un mínimo introito del coordinado de esta antología resulta la textura esencial de la palabra poética como un viaje de conocimiento  y diálogo con el otro. Las palabras abrazan. Tienden la mano. Visten al pensamiento. Y ese es el valor singular de esta selección poemática que llega a la oscurecida habitación del presente como una amanecida.
   Cuarenta y siete voces de dos generaciones en activo y distintos entornos geográficos aportan una escueta biografía personal y un único poema que busca las coordenadas causales del verso para que refrenden su dimensión habitable en un momento histórico proclive al ensimismamiento y con una sensibilidad cercana al desajuste emocional.
  Así se van sumando teselas personales para componer un espacio sentimental común, que se hace sosiego y riqueza cognitiva. Son los poemas los que deben ofrecer el verdadero rostro de la aurora. La escritura no es sino el reflejo de la conciencia que solo se remansa en su senda por la presencia de las ilustraciones oníricas y coloristas de Mai Hidalgo..
  Se me disculpara si no escribo la amplia redacción de participantes y solo resalto, por su cercanía afectiva y por la calidad de su aportación algunos nombres como Pilar Blanco Díaz, Blas Muñoz Pizarro, Ángela Serna, Pilar Verdú, Teresa Garbí, Víktor Gómez o José Antonio Olmedo López Amor. También  perduran tras la lectura por la mutación expresiva los aforismos de la esperanza de Roger Swanzy y la invitación al haiku estacional de Gregorio Muelas Bermúdez. Pero el listado de buenos poemas es mucho más amplio. Se puede resaltar una tendencia natural al poema corto y al uso de una dicción comunicativa que aborda el entorno como campo perceptivo. La mirada del hablante lírico despierta para trascender la epidermis de la realidad.
   La pandemia ha convulsionado la rutina diaria y nos ha sometido a un confinamiento inquieto que abre laberintos y preguntas en el campo introspectivo de la poesía y en el ánimo crepuscular. Afuera sobrevuela una innegable tristeza. Pero la poesía abre los ojos y las manos para hacerse fuente de renovación e impulso, razón de ser. El verso permite preservar la inocencia; percibir el entorno con los ojos claros del asombro. 


                                                                              JOSÉ LUIS MORANTE

viernes, 6 de septiembre de 2019

CRÁTERA, Nº 6 (REVISTA DE CRÍTICA Y POESÍA CONTEMPORÁNEA)

Crátera, nº 6
(Revista de crítica y Poesía contemporánea)
Catarroja / Primavera 2019
Directores:
Gregorio Muelas Bermúdez
José Antonio Olmedo López-Amor
Jorge Ortiz Robla
revistacratera@gmail.com
Plaça dels Furs, 1
46470 Catarroja (Valencia)


SEXTA ENTREGA DE CRÁTERA

   En el tramo de cierre del verano, llega de amanecida la sexta entrega de la revista Crátera, publicación orbital de la Asociación literaria Cratarroja, un gran proyecto editado en papel que dirigen los poetas Gregorio Muelas Bermúdez, José Antonio Olmedo López-Amor y Jorge Ortiz Robla. Con cubierta y contraportada del poeta Juan Carlos Mestre, que ya diseñó el espacio visual del nº 4, una vez más se amplía el atractivo formal con su originalidad plástica aportando un colorista dibujo repleto de onirismo y fantasía.  Las portadillas interiores de separación pertenecen  a José Lapasió, Florin Buciuleac y Diego Vasallo, y se completa el diseño con el regalo de una serigrafía numerada de Josu López de Ael, que interpreta con aciertola genealogía histórica del título.
   Las páginas aglutinan un sumario plural que arranca con el apartado "Inéditos".  En este rincón para la poesía conviven composiciones de Rafael Soler, Raquel Lanseros, Mario Urquiza Montemayor, Gabriela Rosas o Rosario Troncoso, autores bien conocidos que enaltecen un momento creador marcado por lo diverso. La incorporación del haiku como forma expresiva liberada de los parámetros orientales, ha posibilitado un cultivo mayoritario en las distintas promociones poéticas contemporáneas. La sección “La mirada de Basho” añade textos del esquema versal escritos por Enrique Linares Martí, Gregorio Dávila de Tena e Isabel Pose. Ya se ha comentado que la revista no aspira a ser una publicación de tendencia sino un espacio creador de convivencia estética; por ello también está representada la poesía experimental –cada vez más sometida por la angostura de la originalidad- y la traducción al castellano de autores de otros ámbitos como Charles Tomlinson, Alessio Brandolini, o Jacek Dehnel. El equipo de traductores aporta voces que garantizan fidelidad y persistencia de la voz natural del poema. Son tiempos acordes con el fragmentarismo y la mezcla entre filosofía, pensamiento y poesía; así nacen los aforismos de Miguel Catalán, que añade a su cosecha de inéditos una poética del laconismo y la brevedad que ayuda a entender en “Destellos” las coordenadas de su taller literario.El aporte dialogal de la entrevista corre a cargo de Jorge Ortiz Robla que mantiene una jugosa conversación con el poeta, crítico y editor Unai Velasco, fundador de Ultramarinos Editorial. El escritor desglosa su trayectoria, el enclave de magisterios esenciales, el concepto de la poesía como amor a lo real y el encuentro metafórico con lo disímil, y el propósito editor de dar manifestación a lo valioso, un gesto más utopista que económico.
   Esta entrega de Crátera consolida su propuesta de investigación literaria con tres ensayos de Juan Antonio Fernández Pérez, José Luis Morante y  Luis Ramos de la Torre. Los tres reflexionan sobre entornos críticos incisivos: las moradas de la poesía en la noche del mundo, el trayecto escritural de Carmen Verde Arocha, una de las propuestas líricas de mayor interés de la poesía venezolana contemporánea y el pensamiento de Antonio Machado, magisterio germinal de la estética realista y figurativa.
   Clausuran esta sexta salida las secciones de “Reseñas” y “Leído por” que aglutinan percepciones lectoras sobre el escaparate de novedades, a cargo de Agustín Calvo Galán, David Acebes, Álvaro Hernando y otros críticos.
   No creo que sea hiperbólico considerar que estamos ante la mejor entrega hasta la fecha del equipo de Crátera. La revista es muy dinámica y ofrece un mirador abierto que permite aglutinar vectores diversos del ahora de forma sencilla y efectiva. Queda felicitar a los impulsores de la publicación y animar a los lectores al apoyo explícito mediante la suscripción. La publicación merece la pena. De verdad.



viernes, 3 de agosto de 2018

CRÁTERA nº 4. (Revista de crítica y poesía contemporánea)

Crátera nº 4
(revista de crítica y poesía contemporánea)
Dirección:
Gregorio Muelas Bermúdez
José Antonio Olmedo López-Amor
Jorge Ortiz Robla
Edita:Asociación Literaria Crátarroja
Contacto y suscripciones:
revistacratera@gmail.com


ESPECIAL POESÍA HISPANOAMERICANA

   Con portada y contraportada del poeta Juan Carlos Mestre, que una vez más deja muestras de su originalidad plástica aportando un colorista dibujo, repleto de onirismo, la revista valenciana Crátera  presenta su número 4 con un muestrario inédito de poesía hispanoamericana. En él se acogen textos de Hugo Mújica, Mercedes Roffé, Carlos Roberto Gómez Beras y otros perfiles, que hacen del español una renovada geografía lingüística y una cartografía en despliegue. El expandido ámbito latinoamericano sugiere diversidad y  el cultivo de una estética plural que muestra amplias afinidades complementarias con el caleidoscopio peninsular .
   Los impulsores de la revista sostienen que esa panorámica también debe acoger otros trazos de la poesía actual; prosiguen las secciones “La mirada de Basho, muro que integra el cultivo del haiku, y la poesía experimental, que busca una representación visual de los contenidos poemáticos desde el latido vanguardista.
   Otros rincones que abren expectativas en la revista son los dedicados a la traducción, que se vuelca en Mónica de la Torre, Angela Gabriela Nache Mamier y Stelios Hourmouzadis. Mientras que la mesa dialogal con editores actuales ,que tras sellos concretos e independientes dibujan en los estantes las nuevas miradas creadoras, corre a cargo de Jorge Ortiz Robla. Él se encarga de dialogar con el editor argentino Aníbal Cristobo, brújula editorial del catálogo Kriller71.
   La investigación literaria y el ensayo breve aportan las firmas de Marisa Martínez Pérsico, José Vicente Peiró y Gabriele Milone. Sus estelas recorren la innovación lingüística en la poesía de Juan Gelman, el tramo escritural marcado por el escepticismo de  Jacobo A. Rauskin, y el espacio general de sombra que perfilan las ficciones fónicas.
  Completa el número la visión de novedades literarias que deja sitio a los muestreos de Gregorio Muelas Berrmúdez, José Antonio Olmedo López-Amor, Bibiana Colllado, Jorge Ortiz Robla y Eduard Xavier Montesinos.
  La entrega es muy atractiva y articula un discurso creador que permite percibir la pujanza del ahora de forma fragmentaria y efectiva. Es innegable el impulso renovador que proponen sus directores; ya anuncian para el próximo número un apartado especial dedicado al aforismo, sin duda el género literario más cultivado, tras la pulsión de la senda digital, y un premio de investigación crítica para sondear realidades y nuevas geografías de lo literario.
  De este modo, Crátera muestra sin complejos su capacidad literaria, personifica una publicación abierta que permite incisiones en profundidad en la dermis creadora del presente. Y es necesario valorar, en su justa medida, su voluntad mediante la suscripción que además facilita el envío a domicilio. En Crátera muchos árboles sin claros, que permiten ver el bosque.


viernes, 5 de mayo de 2017

CRÁTERA, nº 0 (Revista de crítica y poesía contemporánea)

Crátera, nº 0
(revista de crítica y poesía contemporánea)
Dirección:
Gregorio Muelas Bermúdez
José Antonio Olmedo López-Amor
Jorge Ortiz Robla
Edita
Asociación Literaria CR Tarroja
Colabora AYUNTAMIENTO DE CATARROJA ( VALENCIA)

AMANECIDA

   Debut literario de Crátera, una revista de formato tradicional cuya dirección comparten Gregorio Muelas Bermúdez, José Antonio Olmedo López-Amor y Jorge Ortiz Robla. La publicación tiene prevista una periodicidad trimestral y busca hueco para un amplio número de estrategias creadoras: poesía, traducción, entrevista, ensayos breves y críticas. En suma, un escaparate con sendas abiertas y complementarias que se irán ampliando en próximas entregas con páginas dedicadas al aforismo.
   En el sumario, poemas inéditos de Jaime Siles, Ángel Guinda, Andrés García Cerdán, Ben Clark y Ana Gorría, entre otros colaboradores. Hay una sección específica para la innegable aclimatación del haiku como estrofa de cultivo frecuente, con notables ejemplos de Susana Benet, Ricardo Virtanen y Gorka Arellano. En un tiempo global donde conviven tradiciones expuestas a intercambios culturales mutuos, forman parte del sumario de este primer número acercamientos a nuestro idioma de los trabajos de Robert Rozhdestvensky, Mircea Petean, Eugenio Montale e Hilde Domín.
  La entrevista de Jorge Ortiz Robla tiene como protagonista al poeta y editor Marcus Versus (heterónimo de Marcos Almendros), impulsor del sello editorial “Ya lo dijo Casimiro Parker”, junto a María Sotomayor, reciente ganadora del premio de poesía Joven Pablo García Baena. La extrema sequedad de las respuestas convierte la entrevista en un escueto cuestionario circunstancial.
   Otro aporte inusual en estas páginas es la convivencia entre la poesía convencional y el formalismo experimental. Se publican muestras visuales de Atilano Sevillano y Rafael Marín.
  Justo Serna se acerca a la mirada aforística de Juan Ramón Jiménez y a la selección que hiciese en su día Andrés Trapiello de la abrumadora cosecha del poeta de Moguer sobre un género que ha encontrado en las últimas décadas un despliegue insólito, acaso por su docilidad al ajustarse a las características del entorno digital. 
  El subtítulo de Crátera es revista de crítica y poesía contemporánea. la expresión incide en la importancia que sus directores conceden a las reseñas como fuentes precisas de indagación en el escaparate de novedades. Y en este apartado están las firmas de Álvaro Valverde, Carlos Alcorta, David Acebes Sampedro, José Ángel García Caballero, José Antonio Olmedo López-Amor.
  Decía Virginia Wolf que “leer es como abrir la puerta de nuestra casa a una horda de rebeldes que irrumpen en tropel atacando por once lugares a la vez”. Es un párrafo que simplifica bien el carácter de avanzadilla que protagonizan las buenas revistas literarias y su afán expansivo para dar fe de un momento creador. Así que solo queda aplaudir el inicio de Crátera y desear a sus impulsores una feliz travesía.  

  

jueves, 18 de febrero de 2016

GREGORIO MUELAS BERMÚDEZ. UN FRAGMENTO DE ETERNIDAD

Un fragmento de eternidad
Gregorio Muelas Bermúdez
Ediciones Germanía
Alzira, Valencia, 2014


FRAGMENTO DE ETERNIDAD


   Con título reflexivo y temporalista, Un fragmento de eternidad, compila sus últimas composiciones Gregorio Muelas Bermúdez (Sagunto, 1977). El escritor, licenciado en Historia por la Universidad de Valencia, ha explorado sendas creadoras dispares como el guión cinematográfico, la crítica literaria y la poesía, con entregas como Aunque me borre el tiempo y el cuaderno Rosas y espigas.
  Rafael Coloma firma las líneas de introducción de esta propuesta que regresa a uno de los sustratos básicos del verso: el tiempo, y expone una de las cualidades más significativas de esta poesía: la estética directa, sincera, despojada, en la que es inevitable el poso de melancolía por su profunda significación existencial.
  Con ese afán de transcender lo efímero se articula un poemario que arranca desde el escueto umbral donde el sujeto poético se enfrenta a la inevitable condición del existir: marcar pasos en lo diario es buscar sitio en la ceniza; la escritura no es sino un modo de sortear lo transitorio y hallar en las palabras la compensación de una mínima brisa, la posibilidad de estar: “Pero sé que todo es final / que todo acaba / que solo existen los instantes / y que cada instante, / cíngulo del tiempo / es un fragmento de eternidad”.
   De oír, desde el comienzo, el nítido rumor de la agonía nace un pensamiento abocado a la paradoja, una cronología pendular entre la aurora y la noche en el que percibimos los elementos de una epifanía de materia oscura, un espacio de sombras en el que encuentra sentido la imagen infernal de un paraíso tenebroso, como si el viejo marco de la tradición católica, recuperara su simbología y se hiciese imagen de un páramo sombrío.
  De esa condición marginal del ser para la nada, la conciencia dicta un pensamiento de rebeldía y entereza,  un tono de voz firme para afrontar el invierno  y salir a flote de la desolación, desde la poesía o desde la música: “Sólo la música ilumina oscuras estancias / por donde el alma transita silenciosamente. / Es como oír el corazón latir nuevamente / en un lejano reino plagado de distancias”
Nunca cómodo por asumir ese destino marcado por la intemperie, el sujeto despliega en cada gesto un afán de eternidad; perdurar es al mismo tiempo anhelo y esperanza, incansable labor  de la voluntad para borrar heridas y descubrir agarraderos vitales a través de la voz y la palabra. Los versos se hacen testimonio y razón de ser, así nace una sentida refutación del olvido que trasciende lo personal para incidir también en el tiempo histórico y contradecir el aserto de Adorno, a raíz de la barbarie nazi: “Después de Auschwitz / se escribe poesía / para decir con eco inextinguible / que la muerte no es la única salida”
  También la visión del paisaje concede a los sentidos el equilibrio necesario de la belleza. En la sección final “Apuntes de paisaje”, que incorpora una cita del poeta elegíaco Francisco Brines, la voz meditativa dirige sus ojos al entorno en el que también respira un tiempo cíclico y mudable en el que emerge lo finito de un acontecer mesurado que pone flores entre la ceniza.