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miércoles, 19 de febrero de 2014

MARINO GONZÁLEZ MONTERO. POESÍA.

Incógnita del tiempo y la velocidad
Marino González Montero
Poesía De la luna libros
Mérida, 2014
 

INVITACIÓN A LA POESÍA
 
   Es reconocido por los habituales del género el prestigio de Marino González Montero como escritor de relatos. Son ya tres incursiones en los escaparates de novedades, Sedah Street, Diarios Miedos y Sed. Todas comparten la complejidad psicológica de sus personajes y los argumentos donde cristalizan aspectos de una realidad inquietante, donde el miedo, la soledad o la desolación son rasgos que definen el aleatorio discurrir de lo cotidiano. Pero el cuento breve no es la única faceta creadora del editor de De la luna libros, nacido en Almaraz, Cáceres, en 1963. También firmó una aportación al folklore regional, Tangos extremeños, y es coautor del libro ilustrado Puentes de Extremadura.   Sólo ahora, tras más de una década de escritura, inicia senda lírica con una compilación de poemas titulada Incógnita del tiempo y la velocidad. El título sugiere una formulación de magnitudes de cálculo objetivo y racional, un hecho a contracorriente del devenir existencial. Como si el autor necesitara buscar justificaciones a esta nueva senda de su itinerario, comienza el libro con dos poéticas en las que se plantea una especulación: “Ha llegado el tiempo de los participios”; es decir es el momento de esa forma verbal no personal gramatical que funciona también como adjetivo; de ese funcionalidad ambigua que intercala papeles está hecha la naturaleza del poeta: es un productor de mensajes para interlocutores dispuestos y, a la vez, un oyente dispuesto a interiorizar la sensibilidad y el discurso de su entorno más próximo.
   Los elementos de la fórmula: espacio, tiempo y velocidad se desgajan para denominar cada apartado del libro. Así resulta una estructura muy meditada en la que cada conjunto explora una dimensión complementaria: en “El espacio” se refugia la evocación; en él habita el pretérito cuyas secuencias, ajadas por el paso de los años, se reconstruyen como si fueran vivos fragmentos de una identidad inmersa en la memoria, llena de calor y descubrimientos. Cada paisaje se va amoldando a un tiempo vivencial, dispone las formas y colores de un enjambre de objetos que depara múltiples sensaciones al ser evocado, como aquellas vivencias transitorias no se hubiesen perdido en el silencio. Las manos no guardan oquedad sino recuerdos.
  El apartado central “Partido por el tiempo” centra los contenidos en nombres propios con significación afectiva. Casi todos los que acuden a los poemas conforman un patrimonio colectivo en los lectores. Está la música de Bebo Valdés, y la poesía sugerente y cromática de José Viñal y la obra en marcha de escritores amigos como Carlos Lencero. Son composiciones dictadas por el verbo cálido del homenaje afectivo.
  El tramo de cierre, que es también el de menor extensión resuelve, en apariencia, la incógnita entre espacio y tiempo: “Es igual a la velocidad”. Deslindan que la existencia es tránsito, movimiento continuo; un suceder que depara a cada individuo extrañas variables, menudencias que hilvana el reloj. Y en esa inercia se consume un breve paréntesis que conviene aceptar, con persistente ironía, con gozo, o con resignación porque la vida es sólo una liquidación por derribo: “la tristeza de esta suma / que no acepta decimales”.
  
 

domingo, 1 de diciembre de 2013

ELOGIO DEL EDITOR.

El libro no existe hasta que un editor confía en su calidad y lo transforma en producto cultural. Hasta ese momento, no era sino la esperanzada labor en el tiempo de un escritor, un puñado de folios que duerme en el cajón esperando la aurora de la imprenta. Así que hoy, domingo de sol frío y calma municipal, me corresponde hacer el elogio del editor como máximo responsable de la presencia social de cada género. Su papel es bien conocido por todos los que escribimos. Yo además soy un afortunado: mantengo con mis editores una entrañable relación personal. No hay contrato más ecuánime y valioso que la amistad. Mis editores son mis amigos:
 
Con Javier Sánchez Menéndez
Ediciones de la Isla de Siltolá, Sevilla

Con Josune García López
Cátedra, Letras Hispánicas, Madrid
 
No pueden faltar en estas líneas Luis Felipe Comendador, editor de Reencuentros, en Lf ediciones, Marino González Montero, editor de Mejores días, en De la Luna libros y Francisco Peralto, editor de Corona del Sur, que puso en las estanterías Nubes, mi cuaderno de haikus. Un abrazo grande. Seguimos cerca. Seguimos. 

sábado, 9 de noviembre de 2013

MEJORES DÍAS...




MEJORES DÍAS

Para Marino y Ana, editores y amigos
que creen en la capacidad del lenguaje
para subvertir la realidad.

En el interior del mismo camino, proximidad y lejanía.

Pasan años abriendo itinerarios. Los que llegan olvidan el trayecto de vuelta.

Los derrumbes emiten destellos líricos.

Se ha llenado la noche de oscuros minotauros. Pero no soy Teseo.

El otoño vital añora el estimulante caos de la juventud.

Avanza. Aunque no encuentres nada.

Esa obstinación en un silencio que tanto dice.

( De Mejores días, Editorial de la luna libros,
Aforismos, Mérida, 2009)  

jueves, 20 de enero de 2011

MARINO GONZÁLEZ MONTERO. ELOGIO DEL EDITOR

La edición privada es una correosa trayectoria que siembra obstáculos en cada tramo por lo que el desenlace suele producirse con dolorosa rapidez. La mayoría de los editores abandonan en los repechos iniciales, cuando los escuetos balances de resultados dejan las telarañas como efectivo. Es un ejemplo más de la fugacidad de las buenas intenciones. Sólo unos pocos perseveran como protagonistas de un proyecto que va sembrando en las estanterías títulos de fugaz actualidad y revistas que toman el pulso a la creación literaria de un paréntesis temporal concreto.

La editorial  De la luna libros celebra sus cien títulos en la calle. El catálogo cuenta ya con una centena de invitados que han dejado manuscritos de poesía, novela, relatos, literatura de viajes o aforismos... Ese dato objetivo multiplica por cien la invitación al viaje de la lectura.
Marino González Montero (no olvido la inestimable colaboración de Ana, claro) es el responsable de esta editorial emeritense a quien yo debo la salida a la calle de Mejores días, una colección de aforismos que buscó la imprenta en 2009. La gratitud me impulsa a escribir estas líneas. Son poca cosa; una sencilla forma de dar las gracias.  

domingo, 2 de enero de 2011

GESTOS


   Los gestos personales emiten palabras nítidas y claras, comunican pensamientos. Lo capta muy bien esta fotografía de José Javier González tomada en 2009, en una terraza madrileña próxima al Museo Reina Sofía. Mis manos hablaban de los aforismos de Mejores días. Aquella cálida mañana estrenaba libro; había amanecido en una colección extremeña, De la Luna libros, gracias al empeño de Marino González Montero.
Unos cuantos amigos brindaban conmigo mientras la ciudad acumulaba ruidos con cautelosa paciencia.