Fotografía de Sergio Guadalajara
El Bohodón
Cuando nací mis padres levantaron
aquel techo de sombra.
Una casa de adobes
sobre el espejo gris de la laguna.
Emparento aquel gesto
con un quehacer sin mácula,
casi predestinado
a habitar para siempre
en mi memoria.
Agua cárdena y barro;
humildes atributos
de aquel mundo sonámbulo
que siembra su quietud
con indicios de humo:
lino tendido sobre los rimeros,
el puchero y la lumbre
y el sonido del hierro
repicando en la fragua.
Calle arriba la iglesia, las acacias
y mi sombra perdida
en la hora lenta del atardecer
que me marca la fecha de regreso.
Una excelente mirada a los orígenes. Mis felicitaciones. Un abrazo.
ResponderEliminarQuerido Jesús, no es fácil librarse de la carga sentimental que el recuerdo nos deja entre las manos. El poema requiere un punto de distancia. Gracias por tus palabras.
EliminarSiempre la casa del padre, un lugar de referencia en el corazón, a pesar de su ausencia. Un abrazo.
ResponderEliminarCon los libros de Dikens sobre la mesa, quiero enviarte un abrazo fuerte para que me saques del congelador de la distancia. Es verdad que nuestros hijos crecen y nuestros padres son ausencia, pero la palabra y los afectos siempre los mantienen a nuestro lado.
EliminarQué hermoso poema, José Luis. El tiempo siempre marcando fechas y nostalgia.Un beso fuerte.
ResponderEliminarCreo que pocos como tú entienden la perplejidad que causa el paso de los años en nuestros mayores. Ya lo hemos comentado; cuesta aceptar la erosión de los días y hay que mantener la dignidad para no quebrar al ser vulnerable que casi no nos recuerda.
EliminarAdemás del recuerdo, la lectura es siempre fuente de alegría. Me acaban de llegar los nuevos libros de José Luis García Martín y de José Bolado. Seguro que también están sobre tu mesa. Hablamos pronto.
Bellísimo poema, José Luis, que, debido a una situación familiar muy difícil, leo en este momento con emoción especial. La casa del padre, como metáfora de seguridad y apertura al mundo, siempre nos acompañará. Es fácil, por tanto, emocionarse e identificarse con tus versos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Querido Antonio, estamos en esa edad donde nuestros padres se convierten en sombras y donde los recuerdos son meros espejismos. Es duro aceptar la erosión del tiempo y triste percibir que la casa de la infancia es un puñado de muros frágiles.
EliminarUn fuerte abrazo y mi gratitud por tus palabras.
"El espejo gris de la laguna" que refleja el ayer y el ahora. El retorno en sutiles y cinceladas palabras convertidas en versos para la memoria. (José Guadalajara a través de Manuel Finisterre.
ResponderEliminarQuerido amigo, tengo entre las manos la novela LA LUZ QUE OCULTA LA NIEBLA, editada por Bohodón; que el nombre de mi pueblo se haya convertido en una editorial me llena de alegría porque ata cabos con el quehacer personal de tantos años.
EliminarUn abrazo fuerte, compartiendo esa luz que oculta la niebla.
Un poema muy emotivo, en absoluto sentimental. Radiografía de unos sentimientos que elucubran un fue, un entonces, un ahora, un será.
ResponderEliminarUn abrazo
Descubro ahora, ya otoño en marcha, este hermoso poema a la casa del padre en donde el olor, la luz y los cacharros de cocina, asi como las flores los colores son la arquitectura nostalgica que levantan y mantienen el alto edifico del ayer... Enhorabuena!
ResponderEliminarQuerido amigo, siempre están llenas tus palabras de proximidad y afecto, esas cualidades que borran cualquier distancia. Yo también sigo al paso tu pulso con lo cotidiano. Abrazos
EliminarJosé Luis
ResponderEliminarLa casa del padre, un lugar en la memoria,un lugar donde habita la nostalgia y el recuerdo. Un lugar donde la ausencia se hace presencia eterna.
Un abrazo.
Agradezco muchísimo que te acerques al blog y que la poesía sea ese camino común que nos acerca. Abrazos y espero ir conociendo tu escritura poco a poco. Un abrazo cordial.
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