Philip Roth
Mondadori, Barcelona 2011
Traducción de Jordi Fibla Feito
Editada en 2010, Némesis narra la histeria colectiva que
provoca en los barrios de Newark una epidemia de polio. Aparece en la comunidad judía en el verano de 1944 y causa estragos entre los
niños. Hasta ese momento era la guerra el estigma más temido, muchos jóvenes
americanos combaten en el frente del Pacífico o en las tierras de Europa invadidas
por Hitler, en plena segunda guerra mundial. Como en otras enfermedades
infecciosas de origen desconocido, el número de afectados abruma. El calor sofocante
y la geografía de humedales propician la transmisión. Si la guerra causaba bajas heroicas, muertes dignificadas por la
defensa de un ideal, la polio es una enfermedad devastadora que se ceba en los
más desprotegidos y anula el futuro de vidas que apenas comienzan su itinerario
existencial.
Figura central de la novela es Buky Cantor, un joven atlético a
quien un defecto visual ha impedido alistarse. Contrarresta el rechazo para su
alistamiento con un esforzado servicio social, como responsable de las
actividades al aire libre de un centro educativo en Chancellor. En
distintas ocasiones ha dado muestras de su entereza, lo que le vale la
admiración de los chicos y el respeto de las familias que ven en él un apoyo
para la confidencia y un ejemplo a seguir por sus propios hijos. Cuando saltan
las alarmas vuelve a la memoria de todos azotes anteriores como la epidemia de
polio de 1916 y de aquella nefasta experiencia se deriva una visión trágica en
la que sobresalta la serena responsabilidad de Cantor, desde el comienzo de la
epidemia y su esfuerzo por ser un sujeto útil a la colectividad que antepone el
bien común a sus miedos personales y busca alternativas para recuperar la
relajante sensación de seguridad. Pero una relación sentimental cambia su
percepción del problema y decide abandonar Newark para trabajar como monitor de
actividades acuáticas en el campamento de verano de Indian Hill, en las montañas Pocono. Parece un refugio seguro
y aislado mientras su barrio se convierte en centro de la epidemia y las
autoridades estudian su puesta en cuarentena. Sin embargo el avance del virus
destructor hace que se sienta indigno, como si hubiese abandonado a seres
desprotegidos y vulnerables.
El aislamiento en Indian Hill tampoco evita el contagio. Cantor se ve a
sí mismo como portador de la enfermedad y tras un análisis se confirma que
también él está infectado. Será el comienzo de un penoso periplo de operaciones
que diezman su cuerpo. Se convierte en un solitario abrumado por la culpa que
renuncia al consuelo de los otros.
Toda biografía está sujeta al azar de la contingencia. La de Buky Cantor
conoce los instantes más duros del sufrimiento. Se siente culpable y esa
sensación segará de raíz cualquier esperanza. La polio lo ha convertido en un
lisiado físico y en un nihilista moral.
La dramática historia que acogen las páginas de Némesis se relata en tercera persona, por un narrador omnisciente
que aporta objetividad y distancia a sus claves interpretativas. Pero el
argumento no es un suceso episódico en su voz; lo que fomenta el tono verosímil
y la exhaustiva información disponible se cifra en una herida común: también
fue víctima de la polio y supo remontar sus estragos para hacia un ahora de
aceptación y normalidad. En cambio, Buky Cantor, la figura estelar de Némesis nunca regresó de aquel trauma.
Hizo de su casa un sótano frío de autodestrucción y derrumbe.
Queda fuera de esta reseña una cuestión compleja que merecería un análisis más ponderado: la proverbial confianza de los judíos en la protección divina contrasta con las dudas de B. Cantor, el protagonista, ante el silencio de Dios y la rebeldía estrepitosa que suscita en su ánimo el sufrimiento y la muerte causada por la epidemia de polio entre los niños.
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