El Bohodón (Ävila) |
Soy de pueblo y conservo
el carácter rural
de la vieja Vetonia.
Estudié con los curas
jerarquía y sintaxis,
asuntos de sujeto y predicado
y el cómplice rumor de la página escrita.
Crecí con Blas de Otero
y la armónica triste de Bob Dylan.
Como todos los jóvenes
exploré laberintos.
Hice la mili en Córdoba, en El Cerro Muriano,
erial vallado y nulo aprendizaje;
autoridades, gritos
y balas de fogueo.
Me enamoré muy pronto,
a ritmo de aguacero tropical.
Aparecieron grietas,
enemigos y afectos
enterrados después,
igual que yacimientos arqueológicos.
Decidido a buscar
ese lugar distinto a cualquier otro,
me extasiaron los viajes y los trenes.
El privilegio de la paternidad
me concedió dos hijas;
nunca tuve un patrimonio igual.
Durante algunos años
cobró cierta entidad mi ideología,
una red de verdades transitorias
que la experiencia
fue tergiversando.
Hoy salgo a respirar. No pido mucho:
convivir entre libros y objetos familiares,
amoldar el sosiego del jardín
-igual que hiciera Cándido-,
un drenaje que filtre
las aguas estancadas
y espiar los ocasos
con la escueta esperanza
de un porvenir que llegue
cualquier día.
(Ninguna parte, La Isla de Siltolá, Sevilla, 2013)
Maravilloso poema, querido José Luis, un panorama existencial con el que me identifico al ser de tu misma quinta (mili excluida). Ya toca disfrutar de lo vivido y conseguido, que en tu caso es mucho. Enhorabuena y un fuerte abrazo.
ResponderEliminarQuerida María, pasan los años, pero los afectos permanecen con el aire festivo de abril; es siempre un placer coincidir contigo en estos puentes que hacen de la distancia una especulación. Toca sosiego. Es verdad. Y queda ese café pendiente para darte un abrazo por tantos años de amistad y poesía.
EliminarCambio Cerro Muriano por Figueirido, y una concreta geografía por otra similar, y asumo todo el poema, como si me hubieses leído el pensamiento. Estupendos versos. Vaya mi aplauso.
ResponderEliminarUn abrazo de sábado de Mondas (aquí, en mi Talavera)
Querido Antonio, como dice en su comentario María Sanz, pertenecemos a una generación que ya une mucha experiencia vital con el escepticismo y la esperanza; luces y sombras de un aprendizaje vivencial que nos hace cómplices en la amistad y en la poesía. Un placer tu abrazo de sábado con luz.
EliminarLo mismo pesa mucho la vida, que la dejamos fluir tal cual. Sea como sea, siempre hay un balance como tu poema José Luis, y aún así, tantas cosas más...
ResponderEliminarSaludos
Sin duda, el balance vital de cada uno es personal y concreto, con saldos y riquezas, alzadas y derrumbes... Dejar correr el tiempo es una paradoja de estricto cumplimiento. Siempre está ahí su cauce continuo, hasta el final. Un fuerte abrazo y mi gratitud por tu reflexión.
ResponderEliminarHemos pasado por los mismos hitos, menos El Muriano pero lo tengo aquí al lado.
ResponderEliminar¿Sabes que me has recordado a Ángel González?
No me extraña ese recuerdo, querida amiga; soy un lector continuo del poeta asturiano que además fue maestro y amigo. Está siempre. Y sobre el itinerario no descubro mucho: pertenezco a una generación que siempre fue de búsqueda y de pasajeros incansables. Seguro que estuvimos cerquita en el pasado, como estamos cerca en el ahora. Un abrazo cordial.
EliminarPrecioso este seguir las huellas de tu vida, con voz sosegada que ahonda la palabra sencilla de este itinerario personal.
ResponderEliminarMe gusta tu manera de hablar de ti mismo, sin más títulos que el haber vivido cada etapa según las circunstancias, aceptando pesares y alegrías.
Me gusta mucho el final: "el drenaje que filtre las aguas estancadas" y "espiar los ocasos con esperanza".
Mi felicitación, querido José Luis.
Un abrazo.
A mí también me ha encantado tu reivindicación del deseo ante el paso del tiempo, ese puente tenaz que los sentimientos alzan hacia el otro. Así que doble alegría y más razones para seguir cerca en la amistad y en estos cafés digitales. Besos, Fanny.
EliminarAmigo, vuelvo a tu blog con la avidez de quien sabe que siempre aprende algo en tus letras y siempre te sales con la tuya, como bien dices nos muestras un porvenir de cultura. Gracias por tu complicidad hacia mí, para mí es muy importante. Gracias por tu regalo, lo espero como agua de mayo y seguro que no me decepcionará eso está más que comprobado. Un fuerte abrazo amigo poeta, escritor aforista y, sobre todo, buena persona.
ResponderEliminarGracias por el regreso, querido Paco, todos necesitamos alejarnos de vez en cuando para poder viajar hacia dentro. Y seguro que en pocos días vuelve a aflorar tu sonrisa con el mismo optimismo de siempre. Abrazos.
EliminarEchar la mirada atrás y recorrer los caminos que anduvimos paso a paso, es lo que nos queda. Complacernos de lo vivido y afrontar el día a día con la misma esperanza que lo hicimos hace años, cuando el tiempo no contaba como tiempo. Felicidades por ese hermoso poema José Luis. Un abrazo
ResponderEliminarQuerida Carmela, sabes muy bien que el pasajo es la raíz del ahora; su fertilidad y su firmeza sujeta nuestros días y llena la memoria de frutos. Un fuerte abrazo.
EliminarJosé luis cómo me alegro de tener este poema en el libro que tengo dedicado. Es precioso, es un balance que creo que te sale con saldo muy muy positivo. No se puede pedir más, yo al menos no lo pediría... no me imagino felicidad mayor que el amor de la familia, los amigos, el jardín y los libros...buen balance amigo José Luis, sin duda puedes estar orgulloso.
ResponderEliminar"y espiar los ocasos
con la escueta esperanza
de un porvenir que llegue
cualquier día."
Maravilloso. GRACIAS!
Un abrazo,
Sandra.
A veces leo el paso de los años con cierto optimismo, Sandra; el tiempo va dejando páramos y derrumbes y es preciso llenar los ojos con el patrimonio más valioso: la textura sedosa del afecto. Un abrazo.
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