Sonetos Willian Shakespeare Traducción e introducción de Pedro Pérez Prieto Nivola, Edición bilingue, Madrid, 2008 |
DESEO Y PENSAMIENTO
Nacido en Stratford-upon-Avon en 1564,
William Shakespeare es por acuerdo unánime el escritor más importante de la
literatura anglosajona. Así lo ha manifestado también en su famoso canon
occidental Harold Bloom aduciendo que es un
creador de caracteres emblemáticos y supera a los demás en “agudeza
literaria, energía lingüística y poder de invención”. Pero en su obra también
ocupa un destacado espacio la poesía. Shakespeare escribió dos poemas largos, Venus y Adonis y La violación de Lucrecia, y una notable
colección de sonetos que ahora traduce Pedro Pérez Prieto en una edición
bilingüe que permite cotejar la aceptable equivalencia entre los dos idiomas.
El liminar se adentra en la cartografía biográfica y en el contexto epocal y
analiza el peculiar lirismo de un autor siempre proclive a la propuesta lúdica y al doble sentido.
El prologuista expone los principios de su versión. Un enfoque sencillo, claro y exigente que se
atiene al respeto escrupuloso de elementos formales como la rima consonante,
además comenta algunas estrategias concretas para seleccionar el sentido más
literal.
Recoge la muestra ciento cincuenta y cuatro
sonetos que se publicaron por primera vez en 1609, aunque dos se habían
anticipado en un florilegio colectivo, sin polemizar sobre autoría dudosa o
sobre los inspiradores concretos de algunos textos; es sabido que la ingente
bibliografía sobre el inglés sigue sin
clarificar abundantes cuestiones biográficas. Los secretos vitales propician de
cuando en cuando un largo repertorio de especulaciones en los suplementos
literarios. En esos años perdidos caben los efectos expansivos de cuestiones
que forjaran el posterior destino literario; pero lo que verdaderamente cuenta
es el talento que se despliega en sus creaciones líricas o dramáticas.
Desde el principio se percibe la confluencia
de tramas argumentales en torno a un motivo prioritario: el amor. Es un amor
que monopoliza el pensamiento y no conoce calma ni sosiego, pero el
destinatario se oculta y queda en una zona de sombra, como sucede también con
la dedicatoria. En realidad se puede hablar de varios destinatarios; las
composiciones iniciales exhortan a un joven al matrimonio para poder compartir
y perpetuar su belleza; son los conocidos sonetos de la procreación. A partir
del decimoséptimo, el tono dialogal varía y el propósito exhortativo se
sustituye por formulaciones reflexivas sobre el sentimiento amoroso, con
variantes tópicas como el mal de ausencia, la celebración del deseo o la imagen
idealizada del otro. Desde el soneto 127
hasta el final se escribe para una identidad que goza de los favores del
amado y se incorporan nuevos asuntos como la infidelidad o el control del
deseo.
El amor se manifiesta por sus cualidades,
una de ellas es la belleza, que se celebra con un enfoque hiperbólico: es un
ideal que inspira versos que la liberan de cualquier condición mudable. En el
extremo del existir está el solitario, incapaz de tender puentes hacia el otro.
La característica formal más relevante del
soneto de Shakespeare es que, frente al esquema clásico –dos cuartetos y dos
tercetos- prefiere el soneto elisabetiano compuesto por tres cuartetos y un
pareado que culmina la disposición argumental.
Los sonetos de Shakespeare apuntalan aún más
la pertinencia de su lugar en el catálogo más aristocrático, superan las
convenciones del amor cortés tradicional y la retórica amorosa renacentista y anticipan la lírica meditativa posterior.
Pocas veces, en su escueto reducto y en
su ambigua semántica, los versos no causan una conmoción emotiva, no imprimen
las huellas de una escritura vigorosa y verdadera, inalterable a la erosión del
tiempo.
Shakespeare, lectura garantizada y provechosa. Tu reseña invita a lanzarse sobre ella y dar calor a estas tardes brumosas de reciente enero.
ResponderEliminarUn abrazo.
Querido Antonio, la producción literaria de Shakespeare salta al vacío para crear una realidad singular, hecha con arquetipos atemporales. Un libro delicioso, sin duda.
EliminarAprovecho para desearte un tiempo venidero de textura emotiva; vinculado a la felicidad.