Amanecida |
ACERCA DEL SUEÑO
a mi hija Irene
I
Qué es el sueño, preguntas,
con la abrumadora ingenuidad
de quien me presupone una respuesta.
Y yo salvo el escollo
modulando una frase convulsa
en la retórica de los desconciertos.
Te digo: el generoso don
que la fatiga obtiene de la noche,
una brizna de luz escalando la sombra,
el envés de una historia
cotidiana y absurda;
tú misma, hija mía,
cada palabra tuya, cada gesto.
No sé si el sueño
es potestad del hombre
o comparten los sueños animales y cosas.
Ignoro de igual modo qué hilo teje
su textura de seda,
qué alzada confabula
su hermética apariencia
o qué brújula guía
la estela de sus viajes.
Sé que hay sueños tristes y gozosos,
oscuros y diáfanos,
ocasionales y obsesivos;
sé también que hay sueños tan hermosos
que el tiempo los indulta y perseveran,
y no envejecen nunca.
II
Hay sueños que una noche
consumen su existencia
y otros que se prolongan con los días.
Simulan los primeros
una especie común de lepidópteros
y acaban siendo pasto
del trastero y del polvo,
como un experimento vanguardista.
Levísimos planetas alumbran los segundos,
como estrellas fugaces que convocan
múltiples y azarosas travesías.
Ante nuestra mirada sus figuras componen
un paisaje celeste,
intangible materia en sereno reposo,
donde habita la luna del deseo.
Suerte ser Irene para que te dediquen estos versos.Saludos, poeta.
ResponderEliminarQué alegría tu comentario, después de tantos meses, porque llega hasta el sur que tanto amas. Tengo libro nuevo y lo presento en Cádiz, así que te recordaremos con un poema. Abrazos.
ResponderEliminar¡Vaya respuesta! y en verso.
ResponderEliminarTe felicito.
Estos niños....
La fe de los niños en las respuestas de los adultos es ejemplar, así que el poema es un modo de disimular la incertidumbre. Un fuerte abrazo.
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