domingo, 18 de marzo de 2018

AGUSTÍN PORRAS ESTRADA. SEMBLANZA PERSONAL

Agustín Porras Estrada
 (Antequera, Málaga, 1957)
Fotografía del periódico
Noticias de Cuenca


SEMBLANZA PERSONAL


Cómo hablar de revistas literarias sin citar el nombre de Agustín Porras Estrada. Hace un instante –la cronología real es un espacio maleable- me entregaba el primer número de la revista en papel Oropeles y guiñapos (Nº 1, año 1, Madrid- febrero, 2018). El diseño, que tiene el tacto amarillo de aquellos periódicos de principios de siglo, es sugerente, aunque el nombre me suena a chirigota gaditana de carnaval. Agustín se ha reído, sin decirme que el marbete procede de la “Introducción sinfónica”, aquel pórtico del Libro de los gorriones, obra que no pasaría de ser un espejismo en el quehacer del romántico. Que Agustín haya recurrido a un referente cultural como Gustavo Adolfo Bécquer no me sorprende. Como Pascual Izquierdo, es un becqueriano convicto y confeso, con aproximaciones al romántico repletas de lucidez y didactismo. Ahí están las páginas biográficas de Gustavo Adolfo Bécquer (2006), el romance La mosca becqueriana (2009), Nuevas rimas de Gustavo Adolfo Bécquer (2010 y alguna entrega posterior. Son páginas que conceden a su perfil literario bifurcaciones entre el ensayo y la poesía.
Tampoco es singular que haya creado, con su incansable grupo de amigos, una nueva revista. Es una faceta personal que ha ido sumando a lo largo de los últimos cuarenta años cabeceras como Acera, La Corná, Poesía por ejemplo, La primera piedra , El invisible anillo y El alambique. Son activos que han contribuido a la difusión de la literatura contemporánea y a su pluralismo creador de manera ejemplar. En ellos duermen los nombres más representativos de grupos, idearios y estéticas, pero también brotes desconocidos que empezaban a germinar con las ilusiones intactas del primer libro, o de los tanteos dubitativos de las hechuras en prosa.
De este recorrido por el pasado de un revistero que no ha perdido la ilusión, pese a la atonía de las publicaciones en papel, asustadas por la trinchera digital, nace su enclave más cercano, Oropeles y guiñapos. Es una revista de poetas que irrumpe con un sumario alborotado y bullicioso. En él están los pasos de Dionisio Cañas, Carlos Castán, Luis Alberto de Cuenca, Ángel Guinda, Luis Martínez de Merlo, Manuel Neila, Mercedes Escolano, Dionisia García o Luis Valdesueiro… Una excelente panorámica heterogénea que nunca pierde la magia ni el destello creador, la ilusión construida; esa respiración pautada  que expande lo real con nuevas caligrafías.
Hace unos días tuve la ocasión de dar un abrazo al poeta revistero en el crepúsculo invernal de Moncloa. Lo hago de nuevo aquí, tras el recinto frío del teclado, convencido  de que sin el aliento de gente como Agustín y el azul abierto de su trabajo la literatura contemporánea sería mucho más pobre, más callada, más páramo.







6 comentarios:

  1. Un merecido reconocimiento para el gran Agustín. Abrazos muy fuertes, querido José Luis,

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    1. Abrazos, querido Antonio, y tienes toda la razón; en un mundo proclive al racaneo y a lo mezquino, Agustín Porras Estrada ha ido construyendo revistas como casas habitables. Fueron y son refugio de palabras y sueños. Así que solo cabe dar las gracias y seguir caminando cerca. Feliz día.

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  2. Sí, nos llena de felicidad tanta generosidad, en un mundo tan propenso a lo contrario, sin duda... Abrazos muy fuertes, querido José Luis,

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    1. Abrazos querido Antonio y también mi gratitud por habitar estos puentes con tu amistad y tu comprensión. La literatura sin miradas es un cajón sombrío.

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  3. Respuestas
    1. Un abrazo y muchas gracias; la concisión de tu comentario es también precisa; el trabajo de Agustín merece un "me gusta", sin más retórica.

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