Gramática del alucinado. Y otros poemas inéditos Hesnor Rivera Colección Memorial Fundación La Poeteca, Caracas, Venezuela, 2019 |
LOS GIROS DEL AZAR
La reflexión prologal de Hesnor Rivera (Maracaibo 1928-2000) en Gramática del alucinado. Y otros poemas inéditos cuestiona
un asunto didáctico: la asimilación por parte del alumnado infantil y juvenil
de inventarios gramaticales básicos. Y la conclusión del desaparecido poeta es
negativa. Es un territorio de desajustes porque el sistema docente convencional
ha convertido el recorrido por la gramática en un páramo yermo, en esa disciplina polar que transforma la esencia del idioma en una obligación desmotivadora. Con tal
conclusión, Hesnor Rivera quiere establecer en Gramática del alucinado. Y otros poemas inéditos una hendidura para
liberar el dinamismo de la imaginación. El poeta fecha el breve texto en 1996,
el mismo año en que concluía los poemas de un libro que ha permanecido
inédito hasta la fecha.
Han trascurrido más de dos décadas desde la
conclusión de aquel apunte programático y el lector que ahora se acerque a los
textos hallará una escritura despojada y directa, casi en un registro coloquial
que argumenta, más allá de la propuesta programática, que “La poesía siempre /
es otra cosa”; el acto escritural es un elemento vivo y cercano, intangible;
una brizna de magia que contradice el rostro desgastado de la realidad para
humanizar lo que toca.
El poema se transforma en una cartografía de la imagen, capaz de
trastocar los estadios de la temporalidad. Recrea estratos temáticos
enriquecidos con nuevos significados y encuentros para que el segmento lineal
que aglutina pretérito, presente y futuro se haga un lugar “Donde los
recuerdos, cobran / las apariencias de las profecías / sobre el final de los
combates / entre el amor y la muerte” (Pág. 9).
Los títulos de las composiciones trazan sus sendas en torno al temporalismo,
como si cada indagación en el sujeto o en el entorno invitara a caminar a
tientas por lapsos o intermedios definidos como espejismos de
permanencia aleatoria. Conviven el pasado mudable y el futuro indefinido, un
presente gastado y un ayer activo que camina hacia el mañana para definirse con
otra identidad. Esas constelaciones cronológicas perduran en una extraña
convivencia, intactas, alumbrando sueños, buscando la seducción de la noche y sus
caminos de conocimiento para preservar la intensidad del misterio y su
fascinación incesante. Así adquieren los poemas ritmos alucinados, donde el
discurso lógico se rompe con asociaciones insólitas.
El apartado “Otros poemas inéditos”, compuesto por textos escritos entre
1988 y 1992, emplea un título abarcador, proclive a la apertura argumental. El
comienzo de la sección “Tu edad y el mundo”, con íntima dedicatoria filial,
abre puertas a la confidencia. Las palabras refuerzan el mensaje apelativo para
avanzar en un diálogo en el que se bifurcan cartografías oníricas por donde
caminan los fondos de los sueños y las
sombras de lejanas presencias. En este conjunto de poemas, el recuerdo
despierta para reconstruir vivencias que acaso no hayan existido nunca o para
recordar que el sentimiento amoroso es núcleo básico de cualquier identidad.
En la percepción desde el asombro las cosas renuevan su semblante, dejan
su apariencia inmóvil para vestirse con significados cambiantes que amanecen en
el vendaval del tiempo. En esa aventura incierta se precipitan indicios que
entrelazan memoria y sueño, una evocación que suena a melancolía y ausencia,
pero también a los mejores cimientos del ser, a esas sumas gastadas del discurrir
en el que se refugian las presencias centrales que nutrieron el viaje
existencial.
La voz plural de “Epílogos” aglutina un poema perteneciente a Persistencia del desvelo, junto a un
texto crítico de Valmore Muñoz Arteaga. El breve ensayo explora afinidades
poéticas generacionales con Juan Sánchez Peláez, Adriano González León y José
Lira Sosa, y el fortalecimiento singular de un itinerario que asume recursos estéticos del romanticismo alemán y del surrealismo. La hija del poeta, Celalba Rivera Colomina añade un recorrido elegíaco y evocativo que sirve de homenaje a la personalidad
paterna.
De todos los amantes de la buena poesía
es conocido el incansable quehacer de la Poeteca de Caracas y de su
colección de poesía, coordinada y dirigida por Jacqueline Goldberg, por amparar
y difundir proyectos literarios de calidad en una cronología social de carencia
e inestabilidad colectiva. La edición de Gramática
del alucinado recupera un legado que revalida la imaginación en el
poema y engrandece en entorno con aportes simbólicos y giros metafóricos. Los versos ofrecen una grieta visible para que aflore una poesía diáfana,
indagatoria, atenta al trayecto sentimental del sujeto, que eleva la voz para
depositar junto al sujeto la memoria encendida del tiempo.
Gracias amigo por la información. Estaremos al tanto. Abrazos poeta!!
ResponderEliminarUn abrazo entrañable, querido poeta, llega septiembre y tendremos sitio para el abrazo yla conversación sosegada. Yo continúo con el recorrido habitual por la poesía de Venezuela, un verdadero cauce de lucidez y talento. Merece la pena el empeño. Gracias por tu confianza y feliz verano.
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