lunes, 17 de mayo de 2021

UNA CONVERSACIÓN CON GLORIA DÍEZ. MIGAS DE VOZ

Gloría Díez

 

JOSÉ LUIS MORANTE Y SUS MIGAS DE VOZ

 

Gloria Díez

(Periodista y poeta) 

Más allá del discurso, del pan trabado y denso, están las migas. Más allá de la declamación grandilocuente, la voz esconde vericuetos íntimos. José Luis Morante, poeta, aforista y crítico literario nos deja en Migas de voz el testimonio de Mejores días y la confidencia de Motivos Personales. Junto a los aforismos seleccionados de esos dos libros publicados en 2009 y 2014, aparecen los inéditos recogidos bajo el epígrafe de A sorbos. Migas de voz ha sido editado en la colección Esquirlas, coordinada por Hiram Barriosde la Universidad Nacional Autónoma de México, Delegación de Coyoacán.

(La entrevista se realiza mientas el cielo de Madrid se deshace en agua, como una gigantesca tubería horadada, pero, ¡oh milagro!, de pronto, el arco iris)  

- Cuando se habla de aforismos se buscan el cobijo de palabras que remiten al fragmento: esquirlas, migas… ¿Puede aspirar la parte a remitirnos al todo?

Las partes son verdades parciales, alumbran rincones, claros en el bosque y se convierten en moldes de una realidad cambiante y transitoria; no se trata de percibir un horizonte abierto, solemne, pleno, sino de asentarse en un mirador propio para otear los lugares de paso, esos sitios que encuentran en nuestro pensamiento interpretación y sosiego.  

- Sus “Migas de voz” ¿son migas de filosofía personal?

El yo es por naturaleza subjetivo y concreto, pero no es tan original como para elaborar una filosofía propia, distinta. En cada sujeto conviven aportes culturales y experiencias biográficas y de este abrazo nacen los breves textos de Migas de voz, cuya pretensión es tender puentes a otras formas de ser y de pensar.

- ¿Se siente cómodo en el discurso fugaz que no requiere una justificación previa y no aspira a demostrar nada?

El agua del tiempo fluye con naturalidad. Va dejando en su cauce estelas de sed y transparencia; es una buena imagen para definir el decurso del pensamiento, su nomadismo, que hace de lo fugaz un instante de plenitud reflexiva.

- La técnica del aforismo, ¿exige lanzar todo el lastre verbal por la borda?

Las claves aforísticas son conocidas: precisión, síntesis, autonomía semántica y afán comunicativo; así que no hay mucho sitio para los aderezos suplementarios; la esencia requiere máxima condensación expresiva. 

- ¿Cómo se sabe cuando se ha llegado al núcleo de la idea?   ¿Es sencillo el trabajo de la poda?

Cada texto es una propuesta, un quehacer tanteante que deja entre las manos incertidumbre; las dudas son energía, nutren la búsqueda que define cada taller literario. Casi nunca la realidad textual coincide con el ideal, muchas veces es una aproximación, otras solo sombra porque el destinatario final que asiente y conecta con el logro es ajeno a su autor.

 - ¿Sus aforismos se escoran hacia la poesía o hacia la filosofía?

Los ingredientes de epitelio lírico e indagación reflexiva son complementarios; en mis lecturas conviven los clásicos moralistas y la plenitud lírica de Juan Ramón Jiménez o Antonio Machado; debemos desconfiar de aquellos aforismos nacidos en serie bajo una única etiqueta, el reduccionismo anula la posibilidad literaria, es bueno afrontar distintas perspectivas creadoras.

- Dice usted: “Los aforismos marcan la piel del agua, como la huella frágil de una verdad”. Pero huellas en el agua duran poco. El aforismo, ¿busca más sorprender que convencer?

Convencer es tarea del púlpito. A los aforismos les viene bien una toma de tierra, el contacto con el tiempo histórico en el que se pronuncian. Nunca se escribe un libro con afán de eternidad; tantos lunes al sol deben ser insufribles, sino con un sentido limpio del instante.

 - Toda su obra se encuentra traspasada por el problema de la identidad, “yo y el otro”; los múltiples “yo” que me habitan. ¿Quién le da más sorpresas, los otros o usted mismo?

Los huéspedes que habitan nuestros espejos asumen la contradicción como parte del ser, el alboroto de identidades es asombro y estrategia contra el conformismo; cada amanecida es una y distinta y ese espíritu auroral está sumido en la tarea diaria del asombro; en la paradoja diaria, todo es igual, pero distinto. 

- “Derrumbar es ocupación de dinamiteros; reconstruir, oficio de arquitectos; preservar, labor para artesanos.” Dígame, ¿usted a qué gremio pertenece?

La existencia nos concede oficios laborables a tiempo parcial; en el tránsito vital desempeñamos labores contradictorias, derribamos propósitos e ideales, se rompen afectos, evocamos para que el olvido no convierta en un páramo lo que fuimos un día y buscamos itinerarios por las calles del sentimiento. Somos una empresa de multiservicios que, de cuando en cuando, perpetras algunas chapuzas…

- Déjeme citar otro aforismo: “Entre la ceniza, un brote agónico de lumbre recupera el fuego.” ¿Usted nunca ha tenido una crisis de creatividad? ¿Siempre es capaz de escribir?

Desde fuera el trabajo literario parece continuo, pero es un espejismo; hay muchos periodos de esterilidad creativa, de soledad y frustración; el sustantivo crisis se emplea mucho, es casi un argumento justificativo de la pereza; para mí la crisis es la exigencia de buscar nuevas puertas al laberinto, calzar zapatos a la voluntad para que siga caminando. 

- Ejerce usted la crítica literaria, pero no es partidario de expedir certificados de “buenas prácticas literarias”.  ¿El crítico debe separar el grano de la paja para orientar al lector?

Dentro de la crítica hay una variopinta diversidad de actitudes; hay policías literarios dispuestos a multar a los que contradicen su ideario estético, y hay también aplaudidores entusiastas, que jalean una propuesta creadora y su contraria; mi forma de entender la crítica es muy sencilla, dejo las impresiones de un lector informado, si esas líneas sirven de brújula a otros es un buen premio, pero cada lector debe descubrir su tramos de felicidad a solas. 

- Me ha llamado la atención uno de sus aforismos: “En el cajón oscuro de mi mesa los inéditos miran de reojo la papelera de reciclaje.” Dígame la verdad, ¿cuesta mucho devorar a los propios hijos?

El invierno es el tiempo de la poda, una labor que rastrilla, corta ramas, siembra estiércol y difunde insecticidas… Parecen trabajos destructivos, ajenos al ritmo de los espacios naturales; pero son tareas básicas para que encuentre sitio la pulsión germinal de la primavera. Con esa filosofía, corregir es una tarea de perseverancia y futuro.

 - Practica usted el relato breve y la poesía, cuando aparece una idea, ¿el poeta, el aforista y el narrador se pelean por la pieza?

Las estrategias expresivas son formas de caminar de un mismo paseante; el desplazamiento por uno u otro itinerario comparte latidos y esa red de músculos verbales que sostiene el cuerpo textual. No hay pelea sino un pautado diálogo de náufragos sentados en la arena, esperando que el mar deje en sus manos una botella con mensaje.

- El tiempo, los relojes, el calendario, el trabajo constante, la ingente tarea de leer a los otros, ¿practica usted la religión del esfuerzo?

Sé que mi respuesta no sorprenderá a algunos amigos porque ha estado con frecuencia en mis palabras: soy un torpe que trabaja muchísimo para que no se note mi torpeza; sí, creo en el esfuerzo, en esa sed intacta de la lectura que desconfía de vuelos inspiratorios.

Pues le dejo con su tarea. Muchas gracias por sus respuestas.

Gracias a ti por este hermoso diálogo que trasmite un sedentario conocimiento de mi trabajo, la amistad es también una práctica esencial del estar entre libros.

Gloria Díez

(Mayo de 2021)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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