Diccionario Lacónico Miguel Catalán Ediciones Sequitur Madrid, 2019 |
UNA RELECTURA BÁSICA
Los años de estudio sobre la codificación expresiva del aforismo y su definición como género central del espacio creador contemporáneo han requerido una necesaria cimentación teórica. Poco a poco la indigencia de bibliografía de calidad se ha ido diluyendo gracias al importante quehacer de algunos ensayistas e investigadores, entre los que siempre está presente Miguel Catalán (Valencia, 1958-2019), cuyos libros requieren un contacto lector permanente. Doctor en Filosofía, profesor universitario y ensayista, Miguel Catalán es uno de los referentes esenciales de la brevedad concisa. Sus textos liliputienses, compilados por la editorial Trea en
2018, en el volumen integral Suma breve,
definen una geografía reflexiva repleta de rincones de interés. De ese afán
sostenido por el ejercicio de síntesis parte Diccionario Lacónico (Sequitur, 2019) amplio libro de palabras y definiciones
que aglutina etimología, semántica, concisión poética, humorismo, greguerías y
filosofía existencial.
Las definiciones recurren al orden alfabético tradicional para elaborar conceptos que concentran acepciones diversas. De este modo, el significado de las palabras abre ventanas al asombro para explicar el contacto sensorial con el mundo y las cosas. Se trata de mantener los ojos abiertos hacia dentro. En este quehacer de sondeo terminológico la percepción remueve el granero del idioma para que amanezcan magmas en formación; materiales del lenguaje capaces de extender sedimentaciones originales frente al lugar común. Cada definición postula una identidad conceptual trascendida, un esfuerzo capaz de mostrar relieve y diferencias; abre incisiones que convulsionan la imaginación. Pero ese quehacer no solo se basa en la enunciación y en el empeño descriptivo sino también en una labor de poda. Se despoja al término de cualquier adherencia para dar otra vértebra sustentadora, aun sabiendo que la definición exacta y concluyente es aspiración e ideal. Solo se constata en la página algún reflejo de la exactitud.
Miguel Catalán sospecha que el impulso germinal de esta obra está en el pasado y en el estudio de algún tratado de lingüística. Es difícil no encontrar afinidades con la ironía y el sarcasmo de Ambrose Bierce y con el amplio listado de lecturas de autores epigramáticos que constituyen materia habitual del atril de estudio. Su legado da origen a abundantes calas etimológicas. Además de esas fuentes primarias, el escritor ha reunido citas y pensamientos ajenos que se suman al cuerpo de la obra con la libre voluntad de la bibliografía disponible, haciendo de las voces del lenguaje una traslación semántica condensada.
Concluye así una tarea lenta, un puente que une palabras y que mostró sus quehaceres en la novela autobiográfica Perdendosi (Carena Books, 2016). Como recordará el lector, en ese relato autobiográfico, donde germinan recuerdos y reflexiones sobre la identidad y la pérdida, se alude al poder del lenguaje como estrategia de permanencia, capaz de salvar el devenir cronológico y la distancia.
Dado el peculiar ritmo de lectura que requiere un diccionario, el autor ha incluido una recolección práctica de abreviaturas, complementada en el epílogo con una tabla de citas. Diccionarios y enciclopedias alzan cartografías que alojan acepciones y usos nuevos del habla comunitario, Miguel Catalán refuerza esta cualidad intrínseca con vocablos escogidos, tras un amplio diálogo con la semántica del decir fragmentario. Así nacen circunvoluciones de amanecida en torno a las palabras que acreditan perspectivas y enfoques singulares. Son pequeñas dosis de sabiduría, mutaciones del lenguaje y sus procesos. Promueven un paciente diálogo entre el ser transitorio de la realidad, con su poblado universo de objetos y elementos, y las convenciones de la palabra para responder a lo contingente. Crean el espejismo de la permanencia, ese largo sueño que la voluntad emprende cada día.
Las definiciones recurren al orden alfabético tradicional para elaborar conceptos que concentran acepciones diversas. De este modo, el significado de las palabras abre ventanas al asombro para explicar el contacto sensorial con el mundo y las cosas. Se trata de mantener los ojos abiertos hacia dentro. En este quehacer de sondeo terminológico la percepción remueve el granero del idioma para que amanezcan magmas en formación; materiales del lenguaje capaces de extender sedimentaciones originales frente al lugar común. Cada definición postula una identidad conceptual trascendida, un esfuerzo capaz de mostrar relieve y diferencias; abre incisiones que convulsionan la imaginación. Pero ese quehacer no solo se basa en la enunciación y en el empeño descriptivo sino también en una labor de poda. Se despoja al término de cualquier adherencia para dar otra vértebra sustentadora, aun sabiendo que la definición exacta y concluyente es aspiración e ideal. Solo se constata en la página algún reflejo de la exactitud.
Miguel Catalán sospecha que el impulso germinal de esta obra está en el pasado y en el estudio de algún tratado de lingüística. Es difícil no encontrar afinidades con la ironía y el sarcasmo de Ambrose Bierce y con el amplio listado de lecturas de autores epigramáticos que constituyen materia habitual del atril de estudio. Su legado da origen a abundantes calas etimológicas. Además de esas fuentes primarias, el escritor ha reunido citas y pensamientos ajenos que se suman al cuerpo de la obra con la libre voluntad de la bibliografía disponible, haciendo de las voces del lenguaje una traslación semántica condensada.
Concluye así una tarea lenta, un puente que une palabras y que mostró sus quehaceres en la novela autobiográfica Perdendosi (Carena Books, 2016). Como recordará el lector, en ese relato autobiográfico, donde germinan recuerdos y reflexiones sobre la identidad y la pérdida, se alude al poder del lenguaje como estrategia de permanencia, capaz de salvar el devenir cronológico y la distancia.
Dado el peculiar ritmo de lectura que requiere un diccionario, el autor ha incluido una recolección práctica de abreviaturas, complementada en el epílogo con una tabla de citas. Diccionarios y enciclopedias alzan cartografías que alojan acepciones y usos nuevos del habla comunitario, Miguel Catalán refuerza esta cualidad intrínseca con vocablos escogidos, tras un amplio diálogo con la semántica del decir fragmentario. Así nacen circunvoluciones de amanecida en torno a las palabras que acreditan perspectivas y enfoques singulares. Son pequeñas dosis de sabiduría, mutaciones del lenguaje y sus procesos. Promueven un paciente diálogo entre el ser transitorio de la realidad, con su poblado universo de objetos y elementos, y las convenciones de la palabra para responder a lo contingente. Crean el espejismo de la permanencia, ese largo sueño que la voluntad emprende cada día.
José Luis Morante
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