sábado, 15 de mayo de 2021

EL AIRE DE LOS SÁBADOS

Sosiego
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia


EL AIRE DE LOS SÁBADOS

  
  Otra vez la franja de Gaza y las ciudades de Israel  son escenarios de sangre. Misiles y piedras; llantos, desolación, muerte. Desde aquí, el despliegue de conflictos del devenir contemporáneo hace que no pierda vigencia una cuestión controvertida: la función social de la creación literaria. O lo que es lo mismo, las oscilaciones que caben entre un arte solipsista y autónomo, encerrando en su fulgor purista, y un arte incardinado en un contexto, que engloba las condiciones históricas que lo generan.
 
  La escritura da cauce a las palabras de la conciencia y a sus interrogantes. Los poemas hilvanan un pensamiento reflexivo que cuestiona el sentido y coherencia de los actos del sujeto. El hombre a solas consigo mismo debe descubrir su propia condición y desechar falsificaciones e imposturas.
 
   Deslizando sobre las palabras una apacible complicidad, la música de jazz constituye un fondo sonoro para el cotidiano devenir. Es un aroma lenitivo que convierte el desvelo en un paréntesis de conocimiento e indagación. Es un escenario para los afectos en cuyo ámbito se borra la nebulosa atmósfera del abatimiento y los embates de la melancolía, para alzar la frágil arquitectura de los sueños.
 
  El mundo azul y la mirada limpia del niño, cuando los sueños parecen al alcance de la mano, va acumulando claroscuros en la experiencia. El peso de lo vivido nos deja un aire de tristeza, un semblante canoso y miope,  apropiado para escuchar la voz rota de un saxo.
 
Apuntes del diario   



 

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