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sábado, 17 de mayo de 2025

A PUNTO DE VER

A punto de ver
José Luis Morante
Prólogo de Susana Benet
Editorial Polibea
Colección El Levitador
Madrid, 2019


                               Con Bashô

Cañas y juncos
cubiertos de verdín.
Faltan las ranas.



miércoles, 24 de enero de 2024

VERÓNICA ARANDA. LA ROSA CONTRA EL LINO

 La rosa contra el lino
Antología poética
Verónica Aranda
Selección y palabras liminares
de
Juan José Martín Ramos
Editorial Polibea
Colección El Levitador
Madrid, 2023


 

DÉDALOS INTERIORES
 
 
 
   Casi cuatro años ha tardado en gestarse el recuento La rosa contra el lino que acoge una selección de poemas de los quince libros publicados hasta 2023, según comentaron Juan José Martín Ramos y Verónica Aranda, los responsables de la edición, en la presentación del libro en la biblioteca Elena Fortún de Madrid. Verónica Aranda (Madrid, 1982) protagoniza un periplo biográfico que adquiere fuerte reflejo en los dédalos interiores de su quehacer literario. Durante las etapas de niñez y juventud establece el domicilio familiar en Italia y en Bélgica. Allí cursó Bachillerato internacional en Bruselas. Tras obtener la Licenciatura de Filología Hispánica, realizó el doctorado en Nueva Delhi, becada por el gobierno indio. Durante algún tiempo compagina la interpretación de fados con la escritura. Ha preparado traducciones al castellano desde el portugués y el nepalí.
   La extensa obra integra los títulos Poeta en India (2005) Tatuaje (2005), Alfama, (2009) Postal de olvido (2010), Cortes de luz (2010), Senda de sauces. 99 haikus (2011) Café Hafa y Lluvias continuas. Ciento un haikus,  y el último libro hasta la fecha Humo de té (2021). Un trayecto repleto de premios y reconocimientos que ha llevado a su autora a formar parte de abundantes antologías nacionales, como Re-generación (Valparaíso, 2016), preparada por quien escribe esta reseña.
   La evocación y el mapa de la memoria son coordenadas singulares de un ideario que analiza con lucidez y cercanía el poeta, aforista y editor de Polibea Juan José Martín Ramos en el introito “La casa interior de Verónica Aranda: Tentación del lugar”. Según el estudioso la obra poética de Verónica Aranda es una forma de mirar, un modo de ser, habitar y transitar. No se trata, por tanto, de la poesía descriptiva del viajero de paso sino de la condición de ser testigo del matiz y del mudo sentido de lo transitorio, de esa continua disidencia que cancela el lugar para asumir su interioridad como una habitación propia. La epistemología del viaje que Juan José Martín Ramos encuentra en el ideario lírico de Verónica Aranda merece una proyección teórica de alcance. Las vivencias retornan trasmutadas en secuencias que dejan una fuerte vinculación entre la intimidad y el paisaje. Los escenarios del fluir temporal perduran entre las palabras; los versos plasman un tiempo cuyos efectos expanden retazos de rostros, distancias y emociones. Son los ecos de una conciencia en vela con el tono de voz de los regresos.
  Naturalmente, también es necesario resaltar el carácter simbólico del título; La rosa contra el lino no alude a ningún conflicto material en pos de la soberanía natural de la belleza Si la rosa es una flor de pétalos frágiles, cuajada de luz y aroma, el lino es un material duradero y resistente que conforma un tejido cálido y práctico para el cuerpo. El afán creador es también un largo trayecto que deambula entre la fugacidad de la rosa y la permanencia del lino, dos bocetos, más que contrapuestos, complementarios a la hora de dibujar el instante y para dar brillo a los elementos entrevistos en nuestras percepciones. Verónica Aranda ha desarrollado una escritura de sensibilidad despierta, introspectiva y atenta al detalle, como se coteja en sus poemas breves y en la levedad atemperada de sus haikus, siempre exentos de mimetismos, como textos que albergan intuiciones de una voz dispuesta a ser, sin buscar nada.
 El entorno dispersa destellos luminosos, sacude con sus hilos mudables a quien participa de su esencia y convierte al sujeto en pálido reflejo de lo externo. El poema enlaza pasos y vicisitudes; se hace espacio de belleza y meditación. Cobija la humilde capa de lo transitorio. Da voz a una sensibilidad que antepone el asombro a las cosas a las cosas en sí: “Yo domo las palabras / en este territorio de esplendor / que se abre a lo posible / y al lúdico avatar de algunos dioses / que juegan a los dados.”. En el angosto deambular del tránsito, el sueño siempre es un lugar ameno, un territorio por recorrer que tiene sus itinerarios sobre lo real.
 
JOSÉ LUIS MORANTE
 


 
 

miércoles, 25 de octubre de 2023

JUAN JOSÉ MARTÍN RAMOS. SI NO VEO MI ROSTRO.

Si no veo mi rostro
Juan José Martín Ramos
Prólogo de José Ángel Cilleruelo
Editorial Polibea
Colección El Levitador
Madrid, 2023 

 

EN LA CALLE DEL TIEMPO

 

   El volumen Si no veo mi rostro añade al entorno literario de Juan José Martín Ramos (Madrid, 1961) los relieves de una nueva panorámica expresiva: el aforismo. Filólogo, profesor de talleres, editor y persistente gestor cultural, ha publicado el poemario Negar la luz (2007) y las ficciones La curiosidad del espía (2006), reconocida con el Premio Sur de Novela Corta, La noche calma mi ansiedad (2008) y Légamo del amor y de los libros (2016). Es impulsor y responsable de las seis colecciones que tiene Editorial Polibea: «El Levitador» -poesía-, «La espada en el ágata» –prosa-, «Orlando Versiones» –traducción– «Toda la noche se oyeron…» -voces nuevas de la poesía latinoamericana más reciente, «Pasión de lo breve» -haikus, aforismos y escritura fragmentaria «Fuera de lugar», un intento de buscar sitio a publicaciones heterodoxas y misceláneas.
  Si no veo mi rostro presenta un escogido muestrario de aforismos en un momento en el que las teselas verbales sentenciosas se han convertido en sólida plenitud expresiva. El prólogo de José Ángel Cilleruelo comienza con un emotivo recorrido biográfico y concluye con una lúcido análisis del minimalismo verbal de Juan José Martín Ramos, a juicio del prologuista, integrado y coherente con “esta poética de lo huidizo en la que se percibe “un claro sentido de lo gnómico” que apunta hacia el anonimato del yo y la despersonalización expuesta en el propio título.
    Poco a poco, como sucede en casi todos los libros de aforismos, los escuetos motivos van hilvanando un caótico perfil argumental, desde la actitud introspectiva del pensamiento. Las citas iniciales eligen una tradición plural y canónica de voces fuertes: Miguel de Cervantes, Francis Scott Fitzgerald, Josep Conrad y Francisco Brines. Puntos cardinales clásicos, como si fuera necesario refrendar que la propia literatura nace como raíz crecida bajo el suelo de un tronco centenario.
  El escritor elige una dicción directa, sin hojarasca, que integra las ideas con un deje de fatalismo aceptado: “La vida transcurre sin mí”; y que transforma en paradoja la nostalgia crepuscular de lo no vivido: “A mí me ha tocado ser yo”. El aforismo es una propuesta de reflexión y autoconocimiento, una forma de sentir, un estar afectivo que comparte recuerdos y melancolías y que hace de la rutina un aula abierta: “Bien mirado, entre las fechas de nacimiento y muerte de una persona, el pequeño guión que las separa es toda una vida”.
   El recorrido argumental muestra un trasfondo crítico con nuestro tiempo porque la convivencia diaria es siempre propicia a la decepción y al caminar sobre las arenas movedizas de certezas transitorias. El balance experiencial amalgama la intimidad del yo concreto y las huellas y reflejos de la voz colectiva: “La desesperación y la soledad y la conciencia del fin son las condiciones de lo verdaderamente humano. La salvación eterna: una mera añagaza de quienes no se atreven a saltar sin red”.   La escritura moldea el personaje verbal también desde la literatura. Las refutaciones a pensamientos de escritores célebres son frecuentes: Freud, Virginia Woolf, Joseph Conrad, Kafka… aportan reflexiones que sirven a Juan José Martín Ramos para la reformulación verbal, como si los espacios de la palabra necesitaran siempre componer muros nuevos, subrayados subjetivos y autobiográfico. La sobria reflexión sobre el perfil del hablante lo ratifica: “Condición de poeta: al papel no le interesa tu historia personal, solo la profundidad del surco de la escritura y algún giro inesperado del trazo”, “Depositamos en la escritura nuestra vana ilusión de supervivencia”, “Literatura, edificio de la palabra para el silencio”, “Nada es un destino”.
  En la aforística de Juan José Martín Ramos la materia física tiene una manifiesta connotación de fragilidad: “Vivimos como si fuéramos a acabar con un inútil fardo por cuerpo”, “No queremos un cuerpo, apreciamos su dibujo”, “De lo superfluo en el cuerpo: Sólo somos desgraciados de garganta hacia arriba”, “Al final nuestro cuerpo decide por nosotros”, “El que se queda quieto ya ha llegado”.
  Como escribe el autor “Ordenar los aforismos para un libro es querer ordenar el pensamiento. Imposible “. Las frases concisas van naciendo en los ángulos muertos de la vida cotidiana. Dejan la estela luminosa del chispazo, su potencia verbal y los significados abiertos en la conciencia, ese lugar apelativo donde se reflejan los trazos diluidos de alguien que no es: “Si no veo mi rostro, ¿cómo sé que soy yo?".
 
 
JOSÉ LUIS MORANTE
 
 
 

 

viernes, 5 de julio de 2019

JOSÉ LUIS GÓMEZ TORÉ. LLAMARSE NADIE

Llamarse nadie
José Luis Gómez Toré
Edición y selección de Óscar Curieses y José Luis Gómez Toré
Prólogo de Óscar Curieses
Editorial Polibea, Colección El Levitador
Madrid, 2019



EL VIAJE DE ULISES


   Poeta, ensayista, dramaturgo, editor y profesor en ejercicio, José Luis Gómez Toré (Madrid, 1973) ha desarrollado un largo viaje creador del que la antología Llamarse nadie es atinado muestrario. En su texto introductorio, Óscar Curieses, desde un compartido mirador estético y un común eje de simetría en la elección de textos, repasa el contacto personal con el madrileño, algunos rasgos de su personalidad sosegada y ajena a la estridencia del estar, y clarifica el orden poético, no pactado por la cronología sino por un cambio de lugar que añade al poema una nueva significación contextual dentro de una tendencia de la lírica española contemporánea que bascula entre la conciencia crítica de la poesía social y el silencio interior que explora vetas reflexivas en la poesía del silencio.
  Los poemas en sí se imponen siempre, sobre cualquier debate intelectivo, y este volumen aglutina textos de casi dos décadas de escritura, desde 2002 a 2019, puesto que también se integran algunos inéditos que abren la puerta al presente creador. Como escribe en el preliminar “Quedarse en Blanco” José Luis Gómez Toré “Toda antología no es a la postre sino un pacto entre memoria y olvido”, así que la selección resulta una oportuna delimitación de la zona de juego en quien, cada vez más, percibe el poema como ”una especie de acercamiento, una suerte de cerco a un territorio blanco, un espacio que es y no es el de la vida” (P. 21).
   Conocí al poeta en 2001, cuando coincidimos en las aulas de un instituto madrileño ubicado en Rivas-Vaciamadrid, mientras José Luis Gómez Toré preparaba su tesis doctoral sobre Francisco Brines. Esta proximidad emotiva me ha permitido un seguimiento continuo del quehacer versal desde la epifanía. Por tanto, es inevitable un claro disentir emocional por la suspensión en esta muestra del título de arranque Contra los espejos, por más que sea prehistoria literaria. Allí amanecía “la particular indagación sobre la escritura y la memoria, la materia (en especial el agua) y la posibilidad o imposibilidad de conocer y de conocernos, de romper los espejos que cada uno de nosotros somos”. Sí están representadas las siguientes teselas: Se oyen pájaros, He heredado la noche, Fragmentos de un cantar de gesta, Claroscuro del bosque –que se incluye en su integridad-, Un corte que no sangra y Hotel Europa, junto a dos poemas inéditos en libro, “El territorio blanco” y “Piedra”.
    La propuesta exploradora de  Llamarse nadie organiza un trayecto lector en ocho tramos. Todos comparten en su denominación el sustantivo blanco, lo que concede a este color una simbología germinal que parece necesario recordar: el blanco integra epifanía y pureza, desnudez natural, transparencia y encuentro. Pero la semántica se expande cuando añade otros términos: Blanco de cinc; Blanco: celosía; Blanco: Lunar; Blanco: Intervalo; Blanco: Sol de invierno; Blanco: Claroscuro; Blanco: Ceguera; Blanco: Futuro. Se me permitirá que deje que el lector recorra el espacio activo de los significados.
   José Luis Gómez Toré trasciende el espacio sentimental del poema para activar en el sujeto un mirador para el pensamiento social y la cartografía colectiva, y para abrir una apertura al sentido del lenguaje como estrategia de la razón que moldea una visión del mundo. De este doble afán sostenido nace un cauce lírico que hermana filosofía y razón poética, inmersión en la memoria del legado cultural y exigencia constante de despojamiento; ese trayecto del estar en el tiempo en el que el hombre aprende ese silencio de llamarse Nadie.     




sábado, 18 de mayo de 2019

EN TIERRA HÚMEDA

Siembra


TIERRA HÚMEDA

Yo sigo escribiendo sobre lo ordinario
porque para mí es la casa de lo extraordinario,
la única casa.

PHILIP  LEVINE


Húmedo brilla
el surco removido.
Una lombriz.

                                ( De A punto de ver)



miércoles, 20 de marzo de 2019

EUGENIO D'ORS. OCEANOGRAFÍA DEL TEDIO

Oceanografía del tedio
Páginas escogidas

Eugenio d'Ors
Edición y fotografías de Carlos d'Ors
Prólogo de Juan M Ribera Llopis
Editorial Polibea, Colección El Levitador
Madrid, 2018

EL DECIR POÉTICA DE EUGENIO D’ORS


   Eugenio d'Ors Rovira (Barcelona, 1881-Vilanova i la Geltrú, 1954) cobija en su personalidad una múltiple experiencia creadora. Como partes de un todo cerrado y sólido, en el periplo individual confluyen la filosofía, el ensayo, la crítica de arte, el periodismo, la plástica del dibujante, junto a la ficción narrativa, las glosas, el apunte lírico y el discurso fragmentario. Los comienzos del aprendizaje coinciden con la vigencia del modernismo, línea estética de inspiración francesa, surgida en Hispanoamérica, que alienta un cauce reflexivo proclive a la evasión, tiende a lo exótico y valora el cosmopolitismo a partir de una renovación del lenguaje poético. D’Ors se mostró cercano a esos propósitos en la etapa juvenil, cuando empieza a cursar Derecho en la Universidad de Barcelona en 1897, mientras se matricula en Filosofía y Letras para abordar la especialidad de estudios literarios. No es ajeno al posicionamiento regeneracionista de los pensadores del 98 ni al ambiente de crisis que se palpa en las calles, exigiendo una reforma integral de la vida española capaz de superar la abulia social y la debacle económica causada por la pérdida de las últimas colonias en Cuba y Filipinas. Coda brillante de los estudios en Leyes es el Premio Extraordinario de Licenciatura. Tras su concesión se matriculó en Madrid en los cursos de doctorado. Cultiva sin tregua la presencia en periódicos, con el pseudónimo de Xenius, aunque en sus incansables bifurcaciones de escritor y dibujante usó otros, como Octavio, Octavi de Romeu,  El GuaitaMiler y Xan; a ellos se suma el utilizado en sus traducciones, el de Pedro Llerena.
   En los albores del siglo arranca su trabajo como crítico de arte. No tarda en rechazar la agotada estela decimonónica para airear un vuelo clasicista que sirve de raíz al Noucentisme o Novecentismo. Es una tendencia que aporta nuevo aire intelectual. Con su entrelazado ideológico muestran afinidades algunos protagonistas esenciales del despertar culto, como José Ortega y Gasset, Rafael Cansinos Assens o Américo Castro. Engloba un ideario fuerte basado en el reformismo burgués, europeísta, con lúcido afán racional y estelas de un pensamiento urbano, confrontado al ruralismo tradicional. Esta actitud rupturista tiene su periodo de plenitud entre 1917 y 1923, cuando cobran plena vigencia rasgos distintivos ya señalados: frente a la acracia bohemia y autodidacta se propugna un itinerario cognitivo reglado y sistemático, que conecte con el legado occidental histórico; se impulsa una planificación cultural desde la autoridad y el poder jerárquico para que sean estamentos esenciales en la vida pública instituciones de carácter docente, y se valora el globalismo y el sentir de la metrópolis que trasciende el municipalismo localista para asimilar valores clásicos.
   La imagen del escritor se agiganta y se convierte en un referente intelectual, lo que propicia su proyección y su gestión  política entre 1917 y 1919 como Director de Instrucción Pública de la Mancomunidad de Cataluña. Es en esa etapa vital cuando en 1918 ve la luz la primera edición en catalán de Oceanografia del Tedi una obra en prosa poética, que conocerá en el devenir temporal sucesivas ediciones. La primera en castellano la lleva a cabo la editorial Calpe en 1921, y acompaña al vertido de otros libros como El valle de Josafat y La bien plantada que propiciarán la reubicación lingüística del autor. A partir de este momento el castellano pasa a ser única lengua expresiva. Tras la salida francesa en los años treinta, Oceanografía del tedio, como título autónomo o integrado en el tríptico de Jardín Botánico, sale de nuevo en 1948, 1988, 1994 y se recupera en 2018 por la editorial Polibea con edición y fotografías de Carlos d’Ors y liminar de Juan M. Ribera Llopis. El prólogo clarifica las peripecias editoriales y pone acento en la amanecida de la idea en un balneario de la Garriga, en 1916, desde una glosa. Se explaya en la larga fortuna del subtítulo Oceanografía del tedio para dejarnos una treintena de glosas seleccionada por Carlos d’Ors. El estilete verbal de la glosa asciende a mirada lírica. Toma fuerza en la meditación y muestra el vitalismo perceptivo de una conciencia desvelada. Ya no se trata de extraer de cualquier hecho cotidiano su esencia trascendente sino en capturar esos estratos sensitivos que guardan refugio a la belleza: una diáspora de nubes en el azul del cielo, la cadencia temporal de la tarde, el silencio de un recuerdo que irrumpe de pronto en la memoria o el olor de la lluvia en la tierra mojada asientan su poética en lo diario para convertirse en patrimonio afectivo del yo ensimismado.
   Oceanografía del tedio es un breve volumen en el que a partir de la arquitectura verbal del poema en prosa se marcan estelas impresionistas, líneas de una sensibilidad espiritual e intimista que dejan en el lector la sensación callada de la madurez expresiva, la que establece a través del poema en prosa una lección de vida.