miércoles, 25 de enero de 2023

JOSÉ GUADALAJARA (Entrevista sobre NADAR EN SECO)

 


 JOSÉ GUADALAJARA es Doctor en Filología Hispánica. Ha publicado libros de investigación como Las profecías del Anticristo en la Edad Media, además de numerosos artículos en revistas. Es autor de novela histórica y contemporánea: La luz que oculta la niebla, Testamentvm, La reina de las tres muertes, La maldición del rey Sabio, El alquimista del tiempo y Fado por un rey, entre otras.  También del libro de microrrelatos Cien microhistorias de la Historia. En el próximo mes de febrero saldrá Una voz interior desafinada, escrita con Candela Arevalillo.

 www.joseguadalajara.com

ENTREVISTA A JOSÉ LUIS MORANTE SOBRE EL LIBRO NADAR EN SECO

 1.- Nadar en seco es un esfuerzo inútil que produce rasguños, heridas y una desazón enorme; nadar en seco, como el título de tu último libro, es un oficio de locura. ¿Qué se esconde detrás de ese sentido figurado?

La voluntad tenaz del superviviente, la conciencia de que vivimos en un tiempo extraño, que ha perdido su cimentación y multiplica arquitecturas en el aire. Por eso, hay que adaptarse a las circunstancias del presente y ajustar la musculatura mental a sus chalecos de fuerza. Nadar en seco es la aceptación de un compromiso con el yo concreto para que siga cumpliendo su papel existencial.

 2.-En uno de tus versos afirmas con desgarro: «En los brazos maltrechos hay jirones de mí». La imagen es desoladora: denota lucha, esfuerzo, amargura. ¿Qué herramienta cortante es la que secciona ese hilo tuyo «en el ovillo de los sueños»?

 El corte proviene del filo angosto de la realidad, ese espacio que impide el cumplimiento de nuestros sueños y lima nuestras aspiraciones más hermosas. El discurrir existencial es una larga historia de erosiones y pérdidas, un caminar inevitable hacia la última costa.

 3.-Los que te conocemos y gozamos de tu amistad, sabemos que eres un hombre afable, cariñoso y entusiasta; sin embargo, cuando leemos tus poemas nos encontramos muchas veces con un poso pesimista que no encaja en esta imagen personal. ¿Cómo explicas esta contradicción?

 Es una cuestión básica en toda la historia de la literatura que conviene aclarar de inmediato y en la que han participado los más grandes poetas del siglo XX, desde Antonio Machado, Fernando Pessoa, o Jaime Gil de Biedma. No hay que identificar el sujeto biográfico y el protagonista verbal; son identidades distintas, por mucho que se parezcan. El poeta es un fingidor, una máscara, un yo ficcional que convierte el poema en un espacio de representación. Se puede escribir novela negra sin ser un detective, un policía o un habitual del hampa. La imaginación y la capacidad creadora lo permiten. Y la felicidad doméstica, también.

4.-En relación con esto, creo que una hija tuya te llamó la atención sobre ese pesimismo que fluye en tu poesía. Si no es rebasar el ámbito de lo privado, ¿se puede saber qué le contestaste?

Que procuraré en nuevos libros dar voz a la alegría y la convivencia sosegada con los demás. No me gustaría encasillar mi trabajo en el nihilismo y en lo sombrío; como todos, tengo la obligación de ser feliz y dejar en las ventanas de lo diario un cristal transparente, sin máculas ni desajustes. A ver si lo consigo.

5.-La poesía, según mi modelo estético, debe conseguir establecer una asociación de palabras «inasociables». Los formalistas rusos, como Viktor Shklovsky, hablan de desautomatización para crear la literariedad en el uso del lenguaje. En Nadar en seco esta operación de camuflaje es constante. ¿Cómo haces, cuando te encuentras en pleno esfuerzo creativo, para conseguir esa «nueva amistad» entre palabras habitualmente poco afines?

La poesía es un telescopio del lenguaje; su función básica es evitar los lugares comunes y conseguir que afloren nuevos matices, galaxias de imágenes, ritmos lectores y sentidos semánticos que añadan otros itinerarios. Hablamos de originalidad expresiva, de ver cada amanecida sin gregarismos ni rutinas visuales: con otra mirada.

6.-Un ejemplo de esta literariedad son versos como estos: «Goteo con trasiego de sístole», «sed ferrosa», «nubes ocres del gimnasio» o «latido de lluvia me interrumpe», entre otros muchos. ¿Cómo debe enfrentarse el lector a estas asociaciones? ¿Es necesario que entienda el mensaje al completo?

El lector habitual no es un cazador de metáforas, no tiene esa formación literaria que demuestran el profesor universitario, el filólogo o el investigador; por tanto sus niveles de lectura serán más básicos. Pero el creador no debe condicionar su taller a un primer piso expresivo; los rascacielos verbales están ahí, alzan sus estructuras con la fuerza pujante del arquitecto. Y eso crea un urbanismo desarrollado, habitable, distinto. Recuerdo aquella definición de clásico que argumentaba Italo Calvino: un libro clásico es aquel que nunca se agota en una primera lectura. 

 7.-Tus versos, muy precisos y sintéticos, portan una potente carga intelectual que puede quizá producir una sensación de distanciamiento; sin embargo, no es así. «Esa geometría estética» de tu poesía reviste una sentimentalidad y reflexión muy profundas. ¿Cómo conviven ambas?

 Siempre he pensado que el corazón del poema es la emoción; nunca me ha gustado el tacto de escarcha del hermetismo o de la poesía intelectual; mi poesía busca una estela de reflexión humanista y aporte sentimental; de su convivencia depende la razón del libro, su propuesta argumental; en los poemas debe habitar un abanico de sensaciones colectivas que no se dan en un solo sujeto sino en alguien que podría ser cualquiera.

 8.-Hay un verso, «El tiempo que no tuve, nada en seco», en el que el uso de una coma resulta un hallazgo artístico esencial. Me parece un modelo de ese rigor y precisión que, como he apuntado en la anterior pregunta, caracteriza tu poesía. Es curioso que el empleo de una simple coma potencie la plurisignificación y la sugerencia de todo un verso. Esto es solo un comentario, pero, si lo deseas, puedes añadir algún renglón.

 El traje formal del poema convoca una vigilia continua en el taller literario; las correcciones se multiplican; crear es borrar, repetir, cambiar, romper, seguir, operaciones de relojería que aseguran la precisión final. A veces tanto trabajo se disfraza de sencillez o se cierra de modo intuitivo, casi por un acierto casual. Así que sigo dedicando –ya lo sabes, mi querido amigo,- toda la mañana a la coma, para seguir dudando por la tarde si no hubiera sido mejor borrar su rastro. No sé, a veces los aciertos no dependen del autor sino del lector.

 9.-Tienes una gran facilidad de palabra y tus intervenciones públicas están siempre repletas de asociaciones léxicas y conceptuales referidas a la realidad. ¿Cómo lo consigues? 

Pertenezco a esa generación de maestros y profesores que hicieron de la palabra su método de trabajo; he llegado tarde a la mirilla digital y a los artilugios conceptuales del lenguaje binario. Amo profundamente la palabra y lo paso francamente mal con la pésima utilización de nuestra lengua por los medios de comunicación y por la banalización de las redes sociales. Yo busco siempre en cualquier medio la máxima exigencia. Tenemos una herramienta hecha de verdad y de belleza, que no admite ninguna pereza mental.

 10.-¿Qué es para ti un «ordinal necesario», tal como escribes en el primer poema de Nadar en seco? ¿Qué te conduce a la metapoesía? 

Que me niego a ser un simple número en la fila común de lo diario. Que busco una identidad sólida mediante las palabras, que amo la lectura como ejercicio esencial para el conocimiento y la razón estética. Que hablar de libros, voces, magisterios y autores abre cualquier lejanía. En el diccionario caben todos los mundos.

 11.- «Un soneto me manda hacer Violante / que en mi vida me he visto en tanto aprieto…». Eres historiador y, como sabes, yo soy escritor de novela histórica. Como conclusión y regalo, me gustaría que me compusieras dos o tres versos de «poesía históricas”:

“España ya no existe como tema poético;  / es solo un sustantivo que dormita / en el viejo jergón del poeta social”. Somos afortunados, querido José, los primeros poemas de la literatura occidental son la Iliada y La Odisea; y desde Homero se han multiplicado las conexiones entre poesía e historia, no como verdad irrefutable, sino como relato de un tiempo concreto; piensa por ejemplo en cómo afectó nuestra guerra civil por la censura y el exilio a la poesía de la posguerra. Pero, me temo, que eso es otra historia; y ahora solo corresponde darte las gracias por  este apasionante capítulo de preguntas.

Rivas Vaciamadrid, 24 de  enero de 2023





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