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viernes, 28 de enero de 2022

SUSANA BENET. AMIGA DE LA CALMA

Amiga de la calma
Susana Benet
Editorial Polibea
Colección Pasión de lo breve
Madrid, 2021 

 

MAR DORMIDO

 

   La gradación editorial de Polibea, el proyecto madrileño de publicaciones que dirige desde hace más de una década el escritor Juan José Martín Ramos abre una nueva colección de libros. Esta epifanía tiene como clave de selección recursos compositivos con formatos breves. Dará acogida, por tanto, a entregas de haikus, aforismos, miniaturas narrativas o ensayos creados desde la fragmentación. Su apertura integra cuatro trabajos en torno al haiku, firmados por conocidos nombres del ahora poético: Jesús Munárriz, Susana Benet, José Iniesta y Ricardo Virtanen. Todas son voces que concitan una relevante atención crítica, pero quien esto escribe siente una reconocible afinidad por la travesía lírica de Susana Benet (Valencia, 1950).  El vaivén de este mar dormido ha dejado sucesivas amanecidas como Faro del Bosque, Lluvia menuda, Huellas de escarabajo, La Durmiente, La enredadera, Grillos y lunaDon de la noche y Falsa primavera Una andadura intensa, perseverante, que ratifica una delicada sensibilidad al construir vicisitudes emocionales de protagonistas cercanos, y buscan hondura al recrear los entrelazados relacionales de sujeto y entorno natural. Mediante una escritura despojada, sutil, que tiende las manos al propósito comunicativo, aloja en sus argumentos un denso sustrato de punzadas existenciales. En suma, el callado decurso de la página en blanco, aspiración esencial que también manifiesta el poeta José Manuel Benítez Ariza, autor del prólogo. El verso despierta atento al singular misterio del silencio; como si el poema fuese también tiempo en suspensión, la percepción imaginativa de esa claridad que refugia las formas. La colección de haikus Amiga de la calma acoge un escueto preludio en prosa de la autora, que no es sino un cumplido elogio de la lentitud como manera de estar en lo diario y capturar ensoñaciones e ideas. La prisa es desconcierto, inquietud, incertidumbre; apenas percibe el carácter auroral de cada instante. Desde esta disposición de ánimo nacen los haikus de Amiga de la calma: “Este es el pan / que ofrece la mañana. / Migas de luz.”; “Aquella rama / que corté del naranjo, / aún perfuma.”, “Barrio desierto. / Desde un árbol resuena / la voz del mirlo.” Como se aprecia en esta mínima selección de textos, la escritura encierra en sus estrofas la tradición más clásica del trébol japonés, la percepción de esas cosas humildes y cercanas que expanden en su contemplación un fulgor repentino: “El sol poniente / atrapado en un tallo. / última luz.”, “Cae la tarde. / Ningún árbol en pie / que la sostenga.”, “Al recoger / la camelia del suelo / se deshojó.”
   La anotación en prosa “Dos de noviembre” sirve de coda conclusiva, como si la calma sosegada del decurso temporal se mantuviera también en el ritmo preciso de la prosa poética. Alrededor todo parece sumido en un reparador letargo, en un estar ensimismado que disgrega el terco transitar del tiempo: “La mente en calma. / Abro un libro de haikus / como un misal”.    
  Apegada a la raíz más fuerte del canon, en el minimalismo lírico de Susana Benet la percepción mantiene un ritmo lento, de elaborada cercanía sentimental a los elementos del paisaje, siempre proclives a la trabazón entre mirada y pensamiento. Lo mínimo es evocación y sugerencia, desnudez machadiana; una destilación interpretativa para sentir la plenitud humilde de la vida, acodado en las horas.

JOSÉ LUIS MORANTE





jueves, 23 de noviembre de 2017

JOSÉ MANUEL BENÍTEZ ARIZA. POESÍA AMOROSA

José Manuel Benítez Ariza  (1963)
Fotografía de
Diario de Cádiz
POESÍA AMOROSA DE JOSÉ MANUEL BENÍTEZ ARIZA

   Todavía recuerdo el primer paso por el territorio poético de José Manuel Benítez Ariza (Cádiz, 1963). La imagen confirma el frágil norte de la memoria, esa capacidad extraña para borrar o seleccionar vivencias e impresiones a su antojo. En cualquier caso, el apunte visual retorna a la primavera de 1988, cuando el poeta Francisco Bejarano organizó un ciclo de poesía joven andaluza en Jerez de la Frontera, a muy pocos kilómetros de Arcos, donde yo daba clases en el colegio público San Francisco, ubicado en uno de los barrios más humildes de la localidad. Aquel evento cultural, con notable éxito de público, luego daría pie a una estupenda antología de nombres emergentes, que no tardarían en consolidarse: Luis García Montero, Juan Bonilla, Felipe Benítez Reyes, José Mateos... En cada sección se editaba como regalo presencial un cuadernillo con foto, poética y algunas composiciones. Aquel temprano encuentro propició otras horas comunes en recitales de Carlos Edmundo de Ory, Javier Egea,  Álvaro Salvador, Jesús Fernández Palacios, Rafael de Cózar… Y sobre todo me llevó a las páginas de Las amigas un libro de arranque, reconocido con el Premio de poesía Juan Sierra. La expresión verbal ceñida, emotiva, sometida a un verbo ajustado y enunciativo deparó en mí una notable complicidad. Mi cercanía fue incrementándose en salidas posteriores como Cuento de invierno, Malos pensamientos o Los extraños. José Manuel Benítez Ariza era un poeta realista y descriptivo; no dudaba en caldear sus composiciones con experiencias cercanas, reconocibles, y con protagonistas verbales urbanos, percibiendo similares sombras chinescas en el escenario de lo cotidiano.
   Así fueron sucediéndose las entregas, en armónica convivencia con otras facetas creadoras como la crítica, el ensayo –magnífico el trabajo Un sueño dentro de otro. la poesía en arabesco de Edgar Allan Poe-, la ficción la mirada autobiográfica, las versiones al castellano de Kipling, Conrad, Melville y Henry James, el articulismo en prensa y más recientemente el destello minimalista del aforismo. En 2007 Renacimiento editada el balance de casi una decena de títulos, Casa en construcción. El volumen sugería la reseña en El Cultural de Francisco Díaz de Castro, quien destacaba la sencilla metáfora del título para acoger casi la mitad de la producción poética total. Incidía también en el sentido orgánico del itinerario, su unidad de estilo y la apuesta por una línea sobria que muestra la indagación y extrañeza ante lo real y dialoga en clave desmitificadora con la identidad del yo, en un presente engañoso y proclive al espejismo.
   No es un título de cierre. Con tiempo lento se yuxtapone nuevos conjuntos exentos: Diario de Benaocaz, Panorama y perfil, galardonado con el Premio Unicaja de Poesía y la antología Nosotros los de entonces, nucleada en torno a la poesía amatoria escrita entre 1984 y 2015, con el generoso añadido de un trabajo inédito, La intemperie.
   La expansiva tradición de poesía amatoria y su continua presencia en el devenir histórico del castellano no anula la búsqueda del matiz, el sesgo circunstancial y la aportación subjetiva, más allá del espacio privado. Nada es definitivo; tampoco la conformación literaria del amor como eje de simetría del poema.  
  Es sabido que una de las convenciones de la poesía contemporánea es la creación de un figurante que es y no es, al mismo tiempo, partícipe del discurrir biográfico y de su particularidad superación de lo contingente. José Manuel Benítez Ariza no duda en explorar el sentido mágico y misterioso del amor. Prodigio diario, constituye la esencia de esta compilación donde percibimos una lectura vigilada de las emociones, un sentir encauzado por lo literario. Las palabras poetizan el discurrir y sus deudas con la memoria, siempre sometidas al gravoso dictamen de lo temporal que exige auroras y madurez.
   El título del libro procede de uno de los mejores poemas del conjunto. El poema “Nosotros los de entonces” es una indagación en el intimismo, con impecable resolución formal a través de un monólogo confesional. Suena la voz del yo en la incertidumbre, sobre un marco de desarraigo y soledad.
  La poesía de Nosotros los de entonces recorre estados de ánimo versátiles que van desde las emanaciones emotivas de la etapa juvenil, con su carga de idealización y erotismo, hasta el sentimiento elegíaco de la pérdida o la creación de una identidad complementaria, con quien recorrer al paso un destino personal repleto de vicisitudes.
  José Manuel Benítez Ariza escribe sus poemas desde un diálogo recurrente entre fondo sentimental y percepción reflexiva. En él tienen cabida la celebración y la elegía, el tono irónico y las incertidumbres que nunca resuelve el transitar del tiempo. Surge así la conciencia de un sujeto implicado, el perfil panorámico de un yo que pone a descubierta sus espacios vitales sobre la barandilla sosegada de la literatura.




viernes, 13 de noviembre de 2015

JOSÉ MANUEL BENÍTEZ ARIZA. NOSOTROS LOS DE ENTONCES.

Nosotros los de entonces
Poesía amatoria (1984-2015
JOSÉ MANUEL BENÍTEZ ARIZA
La isla de Siltolá, Arrecifes
Sevilla, 2015

ENTORNO AMOR 


   En el paréntesis que discurre entre 1985 y 1995  la lírica figurativa vivió su mejor época. Impulsó una etiqueta con múltiples efectos secundarios, la poesía de la experiencia,  convertida en aserto crítico predilecto de cualquier mesa literaria mientras el ideario realista se expandía sobre el mapa poético con el trazo grueso de una autopista vertebradora. En ese tiempo comienza itinerario creador José Manuel Benítez Ariza, incansable protagonista de un taller abierto  que aglutina géneros como la novela, el relato, el diario, la crítica, el artículo periodístico y la poesía. Una obra amplia, donde ningún género tiene carácter marginal. Con todo, el escritor mantiene un lúcido compromiso con la poesía que constituye un tramo poderoso, caracterizado por su afán cognitivo y por una reconocible razón estética.
   La antología Nosotros los de entonces es un muestrario temático que aglutina la poesía amatoria escrita entre 1984 y 2015. El conjunto reafirma la plena vigencia de un tópico nuclear, el amor. El precipitado semántico motiva la disquisición prologal, un atinado acercamiento a la capacidad expansiva del tejido sentimental en la respiración del ser y a la presencia activa de esta veta argumental en la obra poética del gaditano. Son dos aspectos que sortean el mero carácter compilatorio de esta antología y dan a la salida un perfil unitario que integra como pilar de escritura diecisiete composiciones no incluidas en libros exentos. Algunas se presentaron en las páginas de la revista Clarín.
   Para entender el calado de la lírica intimista hay que conocer el riesgo más frecuente: la proximidad implicativa, esa grieta confesional que se asoma al patetismo ternurista y al empalago sentimental. Benítez Ariza lo sabe bien y por eso sitúa a la identidad del personaje lírico en la media distancia, para que hable con pulsión controlada y el tono cordial del diálogo compartido. El verso no necesita declamaciones ni estridencias sino un interlocutor disponible, una visita a domicilio para dejar sobre la mesa recuerdos verbales y pensamientos.
   Aquel lejano sentir prematuro de la juventud se ha convertido en álbum y trofeo generacional y se contempla con palabra elegíaca. Los poemas recorren la senda de un tiempo empeñado en crear los espejismos propios del aprendizaje. De ese momento datan los versos de  Las amigas, que encajan bien en las estanterías de una época proclive a los asombros y al descubrimiento conceptual. Entonces casi todo estaba por hacer. De ese estadio de posibilidad en el paisaje diario participan también las composiciones de Cuento de invierno y Malos pensamientos, dos obras que enuncian el aprendizaje de un ego empeñado en llegar tarde, como sucede casi siempre a cualquier yo.
  Pero la educación sentimental enseña que el entorno amor, como escribió Gustavo Flaubert, se transforma en pasión inactiva. Sobre esa casa en construcción de textura emotiva, Nosotros los de entonces deja enfoques que ya estaban en las obras más recientes, Diario de Benaocaz y Panorama y perfil, a los que se suman los inéditos. Son textos que aquí protagonizan una historia secuenciada, cuyo argumento postula la esperanza de que el sol no adquiera todavía color crepuscular.
   Nosotros los de entonces es un todo engarzado cuyos poemas se matizan y complementan, exploran las dimensiones de un motivo siempre revalorizado por la biblioteca que crea en el existir del sujeto un centro de radiación. El amor es un tema con variaciones, una consigna que se repite con la cadencia firme del regreso, sintiendo en la epidermis su cercanía y su distancia, su razón de vida, su principio.


lunes, 12 de enero de 2015

JOSÉ MANUEL BENÍTEZ ARIZA. PANORAMA Y PERFIL

Panorama y perfil
José Manuel Benítez Ariza
XXVIII Premio Unicaja de Poesía
Colección DKV, Jerez, 2014

PANORAMA Y PERFIL
 
    Editado en 2007 por Renacimiento, el volumen Casa en construcción aglutinaba un representativo perfil poético de José Manuel Benítez Ariza (Cádiz, 1963), autor plural, poco proclive al estar ocioso, que recorre ficción narrativa, traducción, relato, autobiografía y ensayo crítico. Este camino múltiple suma un paso nuevo en 2010, cuando amanece el libro de poemas Diario de Benaocaz, y encuentra continuidad en su obra Panorama y perfil, una hermosa entrega de Libros Canto y Cuento.
  La tarea poética es una caligrafía de interrogantes, un insistir de la pupila imprecisa en el lindero de un horizonte abierto; rescato aquel temprano viaje a la razón de ser de su escritura que el gaditano, todavía veinteañero, escribió en La poesía más joven, una inmersión en la década del ochenta, coordinada por Francisco Bejarano: “Mis poemas cuentan cosas. Que este carácter sea impropio o no de la poesía es algo que no me importa demasiado. Para evitar confusiones, conviene recordar que el hábito humano de contar tiene poco que ver con lo que la literatura define como narrativa”. De la apuesta por el poema como un mapa de ruta argumental que avanza, con sosiego y lucidez, hasta la línea de llegada nace una lírica narrativa y conversacional, abierta a la contingencia del presente y protagonizada por un conversador reconocible, con afinidades con el yo biográfico. Este ideal expresivo se ha mantenido con natural coherencia, de tal modo que si rescatamos versos de Las amigas o de Malos pensamientos no hallaremos disonancias graves con las composiciones de Diario de Benaocaz o de Panorama y penumbra, logros maduros que encajan como piezas centrales en una evolución pautada y unitaria.
   Inicia Panorama y perfil la serie “Cuaderno de campo”, una meditada contemplación del sitio donde la mirada vaga por las aceras del ensimismamiento. En él encuentran asiento el intimismo y el apunte biográfico;  trascienden la anécdota y dejan su reflexión sobre la lógica de lo transitorio, siempre cargada de sugerencias. El pensamiento concede a las cosas una nueva epidermis, otro plano de realidad que busca permanencia. La escritura se convierte en respuesta: “Que en la noche mi cuerpo se compacte / en una masa opaca de rumores. / Apenas sensitivo, sí,  / pero con todas y cada una /  de mis terminaciones nerviosas / dispuestas a sentir / la ilimitada variedad del mundo. / Y sin moverme de mi centro”.
    En el sitio callado del espejo, el poeta encuentra los rasgos de su autobiografía; una descripción nada complaciente, que huye del ruido de la épica. La voz suena con el punto de ironía de quien busca entenderse en su exacta medida, entre afectos que manan de un vitalismo nostálgico –qué emotivo el poema “padre”- y soportando el ruido del tiempo, desde la infancia hacia el gris de la derrota. 
   Sirve de coda una poética hecha en la biblioteca. Cada voz se afianza bajo el árbol de la tradición, aglutinando trazos divergentes que se amalgaman en un patrimonio común. Están Celaya y Juan Ramón Jiménez, MacLeish  y Huidobro, y está el secreto de quien sabe que la buena poesía siempre guarda su misterio intacto. Esta salida de José Manuel Benítez Ariza tiene una nervadura metafísica de aire clásico. En ella se reencuentra con sus incertidumbres, con la esencia de un tiempo estricto y paradójico, con olor a nostalgia.