José Manuel Benítez Ariza (1963) Fotografía de Diario de Cádiz |
POESÍA AMOROSA DE
JOSÉ MANUEL BENÍTEZ ARIZA
Todavía recuerdo el primer paso por el territorio poético de José Manuel
Benítez Ariza (Cádiz, 1963). La imagen confirma el frágil norte de la memoria,
esa capacidad extraña para borrar o seleccionar vivencias e impresiones a su
antojo. En cualquier caso, el apunte visual retorna a la primavera de 1988,
cuando el poeta Francisco Bejarano organizó un ciclo de poesía joven andaluza en
Jerez de la Frontera, a muy pocos kilómetros de Arcos, donde yo daba clases en
el colegio público San Francisco, ubicado en uno de los barrios más humildes de
la localidad. Aquel evento cultural, con notable éxito de público, luego daría
pie a una estupenda antología de nombres emergentes, que no tardarían en
consolidarse: Luis García Montero, Juan Bonilla, Felipe Benítez Reyes, José Mateos... En cada
sección se editaba como regalo presencial un cuadernillo con foto, poética y
algunas composiciones. Aquel temprano encuentro propició otras horas comunes en
recitales de Carlos Edmundo de Ory, Javier Egea, Álvaro Salvador, Jesús Fernández Palacios,
Rafael de Cózar… Y sobre todo me llevó a las páginas de Las amigas un libro de arranque, reconocido con el Premio de poesía
Juan Sierra. La expresión verbal ceñida, emotiva, sometida a un verbo ajustado
y enunciativo deparó en mí una notable complicidad. Mi cercanía fue
incrementándose en salidas posteriores como Cuento
de invierno, Malos pensamientos o
Los extraños. José Manuel Benítez
Ariza era un poeta realista y descriptivo; no dudaba en caldear sus
composiciones con experiencias cercanas, reconocibles, y con protagonistas
verbales urbanos, percibiendo similares sombras chinescas en el escenario de lo
cotidiano.
Así fueron sucediéndose las entregas, en armónica convivencia con otras
facetas creadoras como la crítica, el ensayo –magnífico el trabajo Un sueño dentro de otro. la poesía en
arabesco de Edgar Allan Poe-, la ficción la mirada autobiográfica, las versiones
al castellano de Kipling, Conrad, Melville y Henry James, el articulismo en
prensa y más recientemente el destello minimalista del aforismo. En 2007 Renacimiento
editada el balance de casi una decena de títulos, Casa en construcción. El volumen sugería la reseña en El Cultural de
Francisco Díaz de Castro, quien destacaba la sencilla metáfora del título para
acoger casi la mitad de la producción poética total. Incidía también en el
sentido orgánico del itinerario, su unidad de estilo y la apuesta por una línea
sobria que muestra la indagación y extrañeza ante lo real y dialoga en clave
desmitificadora con la identidad del yo, en un presente engañoso y proclive al
espejismo.
No es un título de cierre. Con tiempo lento se yuxtapone nuevos conjuntos
exentos: Diario de Benaocaz, Panorama y perfil, galardonado con el
Premio Unicaja de Poesía y la antología Nosotros
los de entonces, nucleada en torno a la poesía amatoria escrita entre 1984
y 2015, con el generoso añadido de un trabajo inédito, La intemperie.
La expansiva tradición de poesía
amatoria y su continua presencia en el devenir histórico del castellano no
anula la búsqueda del matiz, el sesgo circunstancial y la aportación subjetiva,
más allá del espacio privado. Nada es definitivo; tampoco la conformación
literaria del amor como eje de simetría del poema.
Es sabido que una de las convenciones de la poesía contemporánea es la creación
de un figurante que es y no es, al mismo tiempo, partícipe del discurrir
biográfico y de su particularidad superación de lo contingente. José Manuel
Benítez Ariza no duda en explorar el sentido mágico y misterioso del amor.
Prodigio diario, constituye la esencia de esta compilación donde percibimos una
lectura vigilada de las emociones, un sentir encauzado por lo literario. Las
palabras poetizan el discurrir y sus deudas con la memoria, siempre sometidas
al gravoso dictamen de lo temporal que exige auroras y madurez.
El título del libro procede de uno de los mejores poemas del conjunto.
El poema “Nosotros los de entonces” es una indagación en el intimismo, con
impecable resolución formal a través de un monólogo confesional. Suena la voz
del yo en la incertidumbre, sobre un marco de desarraigo y soledad.
La poesía de Nosotros los de
entonces recorre estados de ánimo versátiles que van desde las emanaciones
emotivas de la etapa juvenil, con su carga de idealización y erotismo, hasta el
sentimiento elegíaco de la pérdida o la creación de una identidad
complementaria, con quien recorrer al paso un destino personal repleto de
vicisitudes.
José Manuel Benítez Ariza escribe sus poemas desde un diálogo recurrente
entre fondo sentimental y percepción reflexiva. En él tienen cabida la
celebración y la elegía, el tono irónico y las incertidumbres que nunca
resuelve el transitar del tiempo. Surge así la conciencia de un sujeto implicado,
el perfil panorámico de un yo que pone a descubierta sus espacios vitales sobre
la barandilla sosegada de la literatura.
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