Editorial Renacimiento, Sevilla, 2008
Para quien supone que el hermetismo es condición indispensable de la gran poesía y convierte al poeta en un iluminado de naturaleza mística, la obra poética de Karmelo C. Iribarren (San Sebastián 1959) será juzgada con paternalismo y condescendiente ademán. Para los buenos lectores (entre los que me aplico en guardar mi propio rincón) el trayecto creador del donostiarra es una entrañable contribución a las propuestas estéticas del realismo de fin de siglo. La ciudad es un generoso inventario de textos, conformado por poemas de La condición urbana, Serie B, Desde el fondo de la barra, La frontera y otros poemas, Ola de frío y un puñado de inéditos que ya está en las estanterías integrado en el libro Atravesando la noche. Esta compilación cuenta además con una entrada de Joaquín J. Penalva, y un epílogo del desaparecido poeta y novelista sevillano Vicente Tortajada.El título sugiere de inmediato que el ámbito natural de los versos es la trama de calles y avenidas que delimitan los contornos de la vida contemporánea, los hábitos de una demografía de servicios que acumula soledades en compañía. No parece descabellado pensar que Karmelo C. Iribarren lo toma de una conocida novela de William Faulkner, con quien comparte su labor de cronista mordaz, elegíaco y desesperanzado de un mundo cotidiano, disminuido y carcomido por la ausencia de ideales.
Entre las sucesivas salidas no hay fracturas, de modo que la singularidad del poeta se hace palpable en su entrega inicial en la que ya se evidencia la textura verbal de su lenguaje: poemas breves, sintaxis coloquial, intimismo autobiográfico, mirada social, humor e ironía y un sustrato reflexivo que postula la idea de un observador dispuesto a percibir lo que sucede alrededor y que comparte las secuencias tomadas, dando la misma importancia al detalle trivial que al asunto trágico y que también se ve a sí mismo como necesario protagonista de la vida al paso.
En ese diálogo con el lector están los titulares de lo cotidiano y la caligrafía que asegura que el reloj marca el tiempo de un discurrir decepcionante que pierde aceite por cualquier rodamiento; la solemnidad es sólo la máscara plastificada de aquellos que disimulan su nadería con lo transcendente.
Guardo en los estantes de mi biblioteca Bares y copas, aquella lejana carta de presentación, un pliego con impresión en doble cara; incluía doce composiciones muy breves y una chispeante biografía; estaba editado por el Ateneo Obrero de Gijón, en su colección Máquina de Sueños. Ahora incorporo Atravesando la noche, un poemario de negra cubierta de la editorial Huacanamo. Los dos libros sirven de apertura y cierre hasta la fecha de una senda creadora, bien representada en La ciudad, en la que el sujeto verbal huye de la altisonancia, como si un espejo reflejara la verdadera condición del yo, la fisonomía de un ser con la camisa puesta de lo laborable. Los poemas asienten, muestran el torso desnudo de un existencialista a ráfagas, las credenciales de un superviviente. Sin más historias.
Entre las sucesivas salidas no hay fracturas, de modo que la singularidad del poeta se hace palpable en su entrega inicial en la que ya se evidencia la textura verbal de su lenguaje: poemas breves, sintaxis coloquial, intimismo autobiográfico, mirada social, humor e ironía y un sustrato reflexivo que postula la idea de un observador dispuesto a percibir lo que sucede alrededor y que comparte las secuencias tomadas, dando la misma importancia al detalle trivial que al asunto trágico y que también se ve a sí mismo como necesario protagonista de la vida al paso.
En ese diálogo con el lector están los titulares de lo cotidiano y la caligrafía que asegura que el reloj marca el tiempo de un discurrir decepcionante que pierde aceite por cualquier rodamiento; la solemnidad es sólo la máscara plastificada de aquellos que disimulan su nadería con lo transcendente.
Guardo en los estantes de mi biblioteca Bares y copas, aquella lejana carta de presentación, un pliego con impresión en doble cara; incluía doce composiciones muy breves y una chispeante biografía; estaba editado por el Ateneo Obrero de Gijón, en su colección Máquina de Sueños. Ahora incorporo Atravesando la noche, un poemario de negra cubierta de la editorial Huacanamo. Los dos libros sirven de apertura y cierre hasta la fecha de una senda creadora, bien representada en La ciudad, en la que el sujeto verbal huye de la altisonancia, como si un espejo reflejara la verdadera condición del yo, la fisonomía de un ser con la camisa puesta de lo laborable. Los poemas asienten, muestran el torso desnudo de un existencialista a ráfagas, las credenciales de un superviviente. Sin más historias.
Querido amigo, Ibibarren es un poeta que ya tiene una obra representativa en la poesía española contemporánea. Fue infelizmente tapado por el surgimiento de Roger Wolfe, que tuvo un éxito muy marcado en los primeros noventa. No obstante, Karmelo, muy amigo de Wolfe, le ha ido limando terreno, y creo que ya tiene una talla similar. Son poetas distintos en esencia, pero da la impresión de que el gran Wolfe se ha quedado varado después de tantos y tan buenos libros, pero Karmelo, cuya poesía redunda en un "realismo sucio" más templado y reflexivo, va creciendo con el tiempo, y sus últimos libros en absoluto defraudan. Siguen ensanchando su partícular geografía vital. Su vitalismo -o antivitalismo- nos sumergen en unas coordenadas demasiado conocidas. A veces da la impresión de que sus poemas nos hablan desde nuestra propia conciencia. Por lo que -concluyo- la poesía de Iribarren nos enfrenta con nuestras propias miserias (y virtudes, cómo no).
ResponderEliminarSu volumen "Seguro que esta historia te suena", que reúne su poesía completa desde 1985 hasta 2005, es un libro imprescindible para el lector de poesía actual. La antología que tan bien reseñas -"La ciudad"- es el gran aperitivo para acercarnos al donostiarra. Un aperitivo lleno de sobresaltos.
Un saludo grande.
Querido Ricardo, tu lectura completa muy bien las afinidades del autor; yo creo que hay distintos matices entre Wolfe e Iribarren; ambos están cerca de Carver y el realismo sucio norteamericano. Tomo nota de la obra completa y, una vez más, agradezco tu sabiduría, tu afecto y el fecundo intercambio de libros sobre la literatura actual.
ResponderEliminarEs un placer tenerte como amigo.
Y yo también estoy muy orgullosa de teneros a los dos como amigos.
EliminarBesos
Vaya, Candela, uno alegra el día -aunque sea de grisura otoñal- si se halla cerca de tu sonrisa. Ayer estuve con "Un pais lejano" entre los dedos y lo dejé en tu casa. Espero que allí encuentre un rincón hospitalario y cómplice. Un beso.
EliminarLa poesía de Karmelo C. Iribarren sigue creciendo. Llega a mi buzón "Seguro que esta historia te suena" (Poesía completa (1985-2012), una edición de Renacimiento, en Calle del Aire. Una propuesta de conversación en voz cómplice para un fin de semana de cristal empañado y brasero encendido.
ResponderEliminarMuchas gracias, Karmelo.