martes, 15 de abril de 2014

DESDE EL BOHODÓN (ÁVILA)

Laguna de El Bohodón (Ávila), abril, 2014
Fotografía de Irene Morante

DESDE MI PUEBLO
 
Para mi hija Irene, que me acompañó al pasado,
con la ternura de quien comparte emoción y tiempo

   A media mañana del lunes tenía cita en la capital para una entrevista en la radio con el poeta y periodista José Pulido, por mis nuevos libros. Acudo media hora antes, aunque sé que es costumbre nacional el retraso y que se considera una injerencia desasosegante llegar temprano. Pero cada uno es como es; a mí me gusta hablar a solas con la memoria. Tomo asiento en el Paseo de San Roque, frente a la fachada principal del Instituto Isabel la Católica. Allí me examiné de Ingreso, hace casi medio siglo. La imagen urbana se mantiene igual, salvo los detestables grafitis, las desbordadas arizónicas y la herrumbre de las vallas metálicas que ahora impregna las piedras de granito.
   Era mi primera salida de El Bohodón, el pequeño pueblo donde nací, un lugar a la medida del sosiego, con un entorno limpio y dilatado, donde vislumbraba como centro de mi estar la laguna, a unos pocos metros de mi casa. El examen libre se programó en junio, al acabar el curso escolar. Yo tenía nueve años y ya era un lector continuo de tebeos en blanco y negro y enciclopedias Álvarez. Mi nota de Ingreso hizo muy feliz a Don Emilio, el maestro responsable del preparatorio. Tras aquella nota amanecía un tiempo nuevo como alumno interno en Ávila.
  Encogieron los días estivales y crecieron mis dudas. Soporté cada atardecer en las eras la niebla del porvenir. Oía los pasos de septiembre. A orillas de la laguna los ojos se me inundaban con frecuencia. Lo recuerdo bien. O lo imagino. Supongo que aquel llanto a escondidas, mientras miraba el juncal y escuchaba el croar de las ranas, era la pronunciada resistencia de un niño que dejaba una casa de adobes y barderas para habitar un libro.

6 comentarios:

  1. El tiempo y la distancia nos hace ser indulgentes con los años de soledad y sacrificio. Tal vez porque sin ellos no estaríamos dónde estamos, ni seríamos lo que somos. Tal vez porque detrás de cada lágrima, anidaba un poema que jamás hubiera visto la luz.
    Precioso día José Luis para compartir fragmentos de vida, y nuestro café ahí, siempre pendiente... Llegará.

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    1. Querida amiga, andamos de trasvase maletil; cambiamos la ropa mesetaria por el aderezo playero para salir mañana de nuevo en busca de azules.
      Viajé a mi pueblo con la certeza de que allí vive todavía quien yo fui. El tiempo miente cuando pone al niño el pelo blanco, o las gafas miopes. Estamos en el mismo lugar. Siempre.
      Un fuerte abrazo con café pendiente y con afectos grandes, de quien sabe que la buena gente siempre está cerca, también en el silencio.

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    2. Mis disculpas a los lectores más tempranos por la ERRATA que ya he corregido gracias al aviso de mi amigo Ismael. Seguro que sabrán perdonar la torpeza. Ahora todo en su sitio, o casi. Gracias públicas, Ismael.

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  2. José Luis, qué conmovedores recuerdos...Con el tiempo parece menos duro el abandono de la casa familiar, de un niño con tan solo nueve años,y la decisión paterna de separarse de su hijo "por su bien", "por su futuro", conscientes de que en un rincón de la meseta castellana,no hay horizontes.

    Trasmites una tierna fidelidad a tu tierra, a tus raíces, cosa que te ennoblece.

    Mi felicitación, José Luis.
    Gracias por dejarme asomar a este cálido rinconcito de tu alma.

    Que disfrutes de las vacaciones playeras.

    Un fuerte abrazo.

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    1. Gracias por un comentario tan lleno de vida que entiende muy bien esa filosofía del padre que nos dejaba en el internado. Fueron años en los que el niño creció y aprendió a ser. pero las raíces siguieron fuertes y cada vez que regreso a mi pueblo -pocas veces, la verdad- siento una gran emoción.

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  3. Esto es lo que yo llamaría "todo un fragmento de inventario": tiempo que aún permanece y trasciende desde aquel que un día fuimos al yo con el que vamos. Como no podía ser menos, hermoso texto, no exento de emoción.

    Un abrazo.

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