Inventario de la felicidad Antonio Parra (Analecta Literaria) Colección Astrolabio Aula de Cultura Astro Córdoba, 2014 |
EN LA ORILLA
La biografía intelectual de Antonio Parra (Melilla, 1946) se amolda a
una labor diversa que aglutina periodismo, crítica de arte y poesía. Su carta auroral,
Primera ausencia aparece en 1972 pero
textos sobre arte reclaman la dedicación del
incipiente poeta que así ve gestarse una senda lírica discontinuo, con
grandes paréntesis de silencio, formada por Nemico
intimo (Venecia, 1983), Bestiario de
amor (Málaga, 1991), Las maravillas del agua (Málaga, 1993), El nombre de la tierra (Sevilla, 2011) y el más reciente, Inventario de la felicidad, con los
poemas cercanos.
Suele aflorar en la lírica de madurez un tono elegíaco, una palabra
hecha queja que resalta las erosiones propias de los días. Antonio Parra
rechaza este enfoque ya en el mismo título del poemario, Inventario de la felicidad, para abrir el poema a la claridad del
campo abierto, con la pupila luminosa de quien sabe que en el mero hecho de
vivir está creciendo el gozo y la alegría. Aunque el patrimonio vivencial esté
marcado por lo transitorio tiene el raro valor de una moneda única e
irrepetible. La travesía existencial aporta conocimiento y tejido sentimental,
siembra esperanzas y sueños y deja en cada encuentro el encendido abrazo de la
inocencia.
Las palabras del hablante verbal dan cuenta de este descubrimiento
cotidiano, proclaman la intimidad de una celebración solidaria y compartida que
crea un estar armónico, en el que es posible deambular bajo un sol propicio,
rememorando recuerdos o viendo crecer en la memoria los lejanos ecos que se
recuperan bajo los pliegues de la nostalgia. Ya no hay desolación en la
ausencia sino serena mirada a los trazos del deseo, a la limpia cadencia de una
amistad antigua.
El esquema argumental de Inventario
de la felicidad gira en torno a tres vértices complementarios: la vida, el
amor y la muerte. Son asuntos que hablan de una poética meditativa e integrada
en el hondo discurrir de lo humano. Se realiza el inventario de lo vivido y ese
atemperado latir que va cambiando la percepción del cuerpo consumido por su
incesante discurrir. El ayer y el presente están conectados por nexos
temporales que nos ofrecen distantes visiones de nuestra identidad; la luz ya
es penumbra clarificadora y certeza plausible de un final.
En este inventario de estaciones la muerte se hace llegada, abre su
geografía de demoliciones que muestra muros fuertes en el seno de un cuadro, en
la sombra ausente de una antigua amistad, en la herida abierta en una etapa de
la Historia o en esa hora incierta en la que saldan cuentas los recuerdos.
Sirve de coda una larga elegía. Un yo desdoblado formula con sesgo
reflexivo los meandros del jardín interior: la espera es consciente de que esta
larga senda del reloj pierde sus pasos entre la ceniza.
La poesía de Antonio Parra llega ante el lector como un largo monólogo
interior que revisa emociones y sentimientos, con la conciencia de quien habla
con el silencio y hace memoria de su estar en la orilla; versos claros que
guardan en su pupila los destellos alzados por los días.
Dibujo de portada "Retrato del autor" Obra de Sandro Chia |
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