Una fe provisional Luis Arturo Guichard Ediciones Liliputienses Cáceres, 2014 |
VIVIR EN OTRO SITIO
Una fe provisional (Poesía
1992-2012) invita a un tiempo conversacional con la personalidad
literaria de Luis Arturo Guichard, “un extranjero sin ganas de regreso”. El poeta nacido en Tuxtla Gutiérrez (Chiapas,
México) en 1973, traductor, ensayista y profesor titular de Filología Griega en la Universidad de
Salamanca, ha completado hasta el ahora un recorrido lírico de cinco
estaciones que se ha escalonado así: Los
sonidos verdaderos (2000), Nadie
puede tocar la realidad (2008), Versión
aérea (2010), Campanas subterráneas (2012)
y Margen de espejo (2014). El recuento de este itinerario anula el orden
de edición para proponer una lectura abierta, que abre paso a una
estética iluminadora y reflexiva, en la que germinan preguntas esenciales sobre el ser
temporal y sobre la identidad de la propia poesía.
Como fragmentos vivos de un
discurso sobre lo elemental, los poemas requieren, dubitativos
y concisos, moldean palabras que traspasan lo aparente y dan fe de vida de una sensibilidad inquieta y empeñada en la búsqueda.
Esta edición comienza con Nadie
puede tocar la realidad. El aserto del título plantea una primera cuestión.
Definir desde la filosofía la realidad obliga a enfoques dispares
entre quienes la plantean directa, tangible y material y los que
distinguen realidad y entorno. Para estos lo real es un conjunto de
experiencias a pie o imaginarias que relacionan tránsito vital y conciencia.
En esta situación paradójica, entre las lindes ambiguas del realismo y lo ideal,
crecen los poemas del apartado “Cosmografía”. El primero, “El orden de las cosas” postula
un homenaje literario a Gonzalo Rojas desde una enunciación caótica de causas y
efectos, una cadena de enlaces que sorprende por la riqueza de sus propuestas
imaginativas y por el original tratamiento de la franja cultural.
Desde el inicio, descubrimos un poeta alejado de las premisas
realistas, que sustituye el acervo experiencial por la inmersión intelectiva.
Luis Arturo Guichard es un poeta de la inteligencia que se asoma a distintas
tradiciones para poner sobre los hombros de su poesía las voces del tiempo. Enclaves centrales de su poética son el
legado clásico, la Biblia, la tradición oriental,
y magisterios latinoamericanos (Gonzalo Rojas, Vallejo, Borges, Octavio Paz, Juarroz, Eduardo Milán…); hilos cercanos para
hilvanar una estética que entrelaza discurso cultural y las evidencias domésticas
de quien viaja consigo mismo y sabe que es materia, aunque sea en el callado reposo de una biblioteca.
El poeta ha comentado alguna vez esa percepción singular que depara al
visitante cada lugar. Luis Arturo Guichard alude a su nacimiento mexicano y al
ser de un país sin trenes. Este elemento autobiográfico da como fruto el poema
“País sin trenes” recogido en Versión
aérea que hace una lectura paradójica de cada medio de locomoción. En este
libro, el tono directo y la primera persona dan un enfoque más intimista y
comunicativo. El hablante verbal rehúye cualquier perfil clásico para adoptar el aire
feliz de un turista de paso, o la credencial de extranjería que le impide
ocupar la silla de poeta nacional. Son
versos en los que la ironía encuentra una habitación con vistas para espiar el
aire de interiores de tiempos y lugares, aunque más que describir –como sucede
en Borges- mira y regresa a cada cosa, convencido de la inexistencia de sentidos
ocultos.
Cada poema, cada libro, es siempre un final de trayecto, una estación de
llegada que obliga a mirar alrededor para sondear la razón de ser de la
escritura. En Los sonidos verdaderos encontramos
la siguiente poética: “Obrero en la fábrica de espejos del discurso / escudero
en el castillo de fuego del poema”. El sujeto se concede a sí mismo un
rostro bifronte y acepta dos elementos básicos del curso escritural: el primero
está hecho de labor de taller, de sondeo y moldeado, de voluntad constante. El
segundo en cambio dibuja al poeta en un lugar secundario, es simple escudero de
ese azar convertido en castillo de fuegos artificiales que deja en las palabras “el
no sé qué que queda balbuciendo”; la poesía no se explica solo desde la razón y
a la luz de la inteligencia y el poema no es un espejo de quien lo
escribe.
El cuerpo poemático recogido en Una
fe provisional integra libros con una amplia veta de argumentos, pero su
núcleo se articula bajo el signo de la paradoja, con esa sensación de
quien no tiene lugar y se siente extraño dentro y fuera, un sedentario nómada que vuelca en las
palabras la onda expansiva de su desconcierto. La conciencia de estar lejos
nada tiene que ver con la distancia.
Hola José Luis soy de 1E , aunque no creo que este libró vaya a interesarme ya que soy muy pequeño , sólo era para que veas que más gente ve tu blog y sin faltas
ResponderEliminarLo entiendo, Oliver, este libro de Luis Arturo Guichard es una lectura de madurez y ya tendrás tiempo de leer poesía. Ahora te interesan otro tipo de lecturas, como LA ISLA DEL TESORO. En efecto, tu ortografía ha mejorado mucho. Me alegro, una buena forma de combatir las faltas es leer. Un abrazo y gracias por tu comentario.
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