EL ALAMBIQUE (Revista de poesía)
Noviembre, 2014 - Abril, 2015
Fundación Cultural para la Poesía
Director: Agustín Porras
La mudable identidad de la escritura despliega
en las páginas de El Alambique un espacio habitable. Dirigida por Agustín
Porras, impulsor en los años noventa de la inolvidable Poesía, por ejemplo y estudioso de Gustavo Adolfo Bécquer, la
publicación tiene una periodicidad semestral y se estructura en secciones que
abarcan las bifurcaciones escriturales.
Tras los párrafos de bienvenida del director, el número amanece con una
compilación de poemas inéditos de trece contemporáneos, una mínima
representación de la convivencia entre estéticas.
El ensayo breve “La poesía española durante el franquismo”, firmado por
el poeta y crítico Amador Palacios, desarrolla en clave didáctica la pautada
evolución del discurso poético, desde las postrimerías de la guerra civil hasta
el ocaso de la dictadura. Un largo periodo de censura y mordaza que tuvo un
palpable reflejo en hornadas, grupos e individualidades. Son los años del
conformismo de Garcilaso y de la voz
comprometida de Espadaña, por
sintetizar dos posturas que están en la historiografía. Entre la conformidad y
el espíritu crítico se fueron dando relevos los poetas de la autarquía, el realismo
social y la generación novísima. Así lo señala Amador Palacios, quien también
se asoma a la periferia de nombres secundarios, para subrayar la continua
estela abierta por la lírica en tiempos de indigencia.
Pocos géneros literarios han conseguido un asentamiento tan rápido y un
cultivo en serie como el aforismo. Es el resultado de su adecuación a un tiempo
globalizado y tecnológico, que requiere contados signos para dejar sobre la
mesa una filosofía vital, doméstica y concisa, con el engranaje exacto de un
artilugio mecánico. Pero el aforismo no es flor de un día. Y ahí están los nombres
clásicos, como Rivarol, que aporta textos aforísticos traducidos por Luis
Valdesueiro, también practicante y excelente conocedor de las cualidades
básicas de esta brevería. Un impulsor del género en el ahora es el jerezano
José Mateos, quien traslada la proverbial delicadez de su poesía y su fuerza
elegíaca a las estanterías del aforismo.
En años digitales, que ponen en red con espacios lingüísticos
distantes, nos parece un acierto incluir en este número de El Alambique a dos poetas argentinos de obra amplia y escasa difusión en nuestro
ámbito, Esteban Moore y Luis Benítez. La mirada hacia el mundo exterior se
completa con traducciones de tres poetas versionadas al castellano: Sholen
Wolpé, Subhro Bandopadhyay y Lyn Coffin.
En el cuerpo central de la revista conviven asuntos de varia intención,
entre los que sobresale el aporte anecdótico que Ángel Guinda relata sobre
Leopoldo María Panero, miembro de número de la poesía maldita y relevante
espejo de la heterodoxia. Junto al recordatorio de Ángel Guinda, hallamos una
reflexión de José Luis de la Vega sobre la edición, sus contingencias y el
consabido descrédito de los premios literarios (una cuestión que ya aburre, por
manoseada y reiterativa). Además, se lee con gusto una muestra poética de Luis
Martínez de Merlo. Más dudas me suscita,
por mi escasa disposición a los ingeniosos trazos de la poesía visual, la
colaboración de Teo Serna (ya digo, tengo poca práctica en el arte de de saber
mirar, incluso en tiempos de crisis).
Todas las secciones integran la colaboración del artista Ignacio Fortún
(Zaragoza, 1959). El pintor autodidacta cierra el número con una breve mirada
sobre sus temas y creaciones, casi siempre inspiradas en los contraluces y
contradicciones de la realidad. En sus cuadros, el epitelio figurativo cobija
una meditada geografía emocional, nubes de significado en las zonas umbrías de
paisajes estáticos.
El Alambique sigue senda a
buen paso entre las publicaciones en papel. Sus apartados abren la puerta del hoy para dar vida a una poblada calle de
transeúntes literarios, de voces que muestran el azaroso viaje exploratorio por la
literatura.
José Luis, como siempre, un gusto leer tus entradas. Hoy nos traes, al menos a mí, un descubrimiento en forma de revista literaria. Me interesan mucho, son una buena forma de aprender y estar al día tanto de novedades como de lo que siempre merece la pena recordar y leer. He echado un ojo y veo que hay versión web donde se puede leer, si no todo (no me ha dado tiempo a mirarla a fondo) buena parte del contenido de la revista en papel. Así que para mí genial.
ResponderEliminarGracias por compartir amigo José Luis. Un abrazo!
Las revistas literarias son una parte esencial del taller literario. Donde se miden texturas, se adivinan tejidos y se adelanta el trabajo novedoso. Yo aprecio muchísimo el formato papel porque, durante años, he impulsado historias mágicas para mí como "Luna llena", "Señales de humo" y "Prima Littera". A ver si nos vemos un día y te regalo algunos números. Un fuerte abrazo y gracias por tu afecto.
EliminarA veces me pregunto de dónde sacas el tiempo para llegar hasta aquí y dejarnos tus textos, tus reseñas, toda la información. Gracias por tu dedicación. Un abrazo
ResponderEliminarYo también me lo pregunto a diario, Carmela, porque las clases y mis cienta ochenta alumnos también necesitan toda la mañana y algunas horas de la tarde. No hay secretos: salgo poco, duermo menos y leo mucho porque no conozco forma más grata de aprender que la felicidad está dentro. Abrazos y gracias. Por todo. Por estar.
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