Circuito cerrado
Diego Vaya
Editorial La Isla de Siltolá, Sevilla, 2014
CIRCUITO CERRADO
El activo taller de Diego Vaya (Sevilla, 1980) integra, hasta la fecha,
los poemarios Las sombras del agua, Un canto a ras de tierra y El libro del viento, tres salidas
secuenciadas en un escueto paréntesis temporal. Poco después, el poeta se desdobla en narrador con dos incursiones en
la novela, Irma la estrecha no quiere mi
amor y Medea en los infiernos. El
sevillano además, ha prodigado colaboraciones críticas en varias publicaciones, digitales y en papel.
En el mencionado itinerario poético se aprecia una disposición
indagatoria y una renuncia explícita al sedentarismo formal o a la conformidad
con los aciertos. Lo mudable es para Diego Vaya una metáfora activa. Cada salida acumula referentes nuevos e incorpora
procedimientos y campos semánticos que integren, en palabras del autor, “ideas, ritmo, significatividad y
emotividad”. Ya en el último tramo de 2014, retorna a la senda versal con Circuito cerrado, una compilación de poemas incorporada a la colección Tierra, de La Isla de
Siltolá.
Esta transición entre la prosa y la poesía toma cuerpo en el poemario. El enfoque versal es narrativo, próximo a la oralidad
directa de lo autobiográfico. Se constata desde el poema inicial: “La mañana
de todas las mañanas, / por una carretera, hacia un lugar de nadie, / conduzco
como si me hubiera despertado / en un mundo que no fuera el mío, / conduzco
como si no me reconociesra en el tiempo y la vida/ que han huído de mí.
Conduzco / aferrado al volante / como si el alma fuese un sueño que se caba con
el cuerpo.”
Asistimos a un avance secuencial cinematográfico. Los poemas
aparecen como fragmentos complementarios que dibujan, al mismo tiempo, los
elementos sumativos del entorno y la sensibilidad de un estado de ánimo. Se
describe la realidad con los trazos ajados del desgaste y en ella sobrevuela
una manera de estar que cobija lo umbrío, un escepticismo existencial y
nihilista que marca una cronología transitoria y cambiante.
La contrafigura poética personifica el aislamiento, su dermis trasmite
la orfandad de quien se dirige, con paso titubeantes, hacia un destino velado:
“ Por eso voy de un sitio a otro de ese modo, / cansado de las mismas
sensaciones, / siempre de un sitio a otro, sin descanso, / la ráfaga fugaz de
lo que soy / que intenta respirar en una bolsa.” Ese estar en el camino
persiste en el siguiente apartado, “Domingo americano”, título que parece un
guiño expresionista a las voces de la generación beat y a los modos
escriturales de Raymond Carver y a otros protagonistas del realismo sucio y su
prosaísmo intimista.
En los versos de Circuito cerrado cobra fuerza un acercamiento a lo cotidiano
con el encuadre preciso de una fotografía. Imágenes figurativas que
trazan los rasgos de un tiempo sin cortafuegos, proclive a la ceniza, hecho de soledad e incertidumbre.
Me gustan los versos que trascribes.
ResponderEliminarSon directos y expresivos, hechos con la escritura despojada de quien busca la esencia alrededor. Es una poesía narrativa que te gustará. Un fuerte abrazo y, como siempre, gracias por tu afecto próximo.
EliminarOtra interesantísima recomendación por lo que leo...
ResponderEliminarMe ha llamado la atención eso de un "avance secuencial cinematográfico", entiendo que deben ser poemas con unas imágenes muy potentes pero cotidianas no, José Luis? , me pregunto qué sentido del ritmo tendrán estos poemas...
Gracias por compartir y reseñarnos tan bien!
Saludos de viernes!
Sandra Sánchez.
Ya es una costumbre muy grata, abrir lo cotidiano con tus palabras de ánimo. Me alegra saber que, en el amplio panorama de la poesía contemporánea, estás descubriendo sendas nuevas. Un abrazo enorme.
EliminarComo siempre llego algo tarde a las entradas de tu blog. De nuevo otra reseña hace que despierte en mí la curiosidad por un nuevo poeta. Gracias Jose Luis. Un abrazo
ResponderEliminarSorprende el vitalismo creador de las últimas hornadas y su prematura madurez. No llegas tarde, Carmela, es imposible abarcar todo. Cada uno de nosotros cobija en sus ojos un puñado de lecturas y nos perdemos en un panorama tan extenso. El catálogo de la Isla de Siltolá sigue apostando por nombres emergentes. Ahí está Diego Vaya, poeta y novelista. Abrazos.
Eliminar