domingo, 13 de diciembre de 2015

JAVIER SÁNCHEZ MENÉNDEZ. PERDONA LA FRANQUEZA

Perdona la franqueza
Javier Sánchez Menéndez
Detorres Editores
Córdoba, 2015


NADA MÁS QUE LA POESÍA

   Poeta, ensayista, escritor de diarios e impulsor del mapa editorial La Isla de Siltolá, Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, Cádiz, 1964) ha recorrido  un largo itinerario creador que busca un equilibrio sostenido entre géneros complementarios. Digo complementarios porque en ellos se entrelazan afinidades y enfoques que configuran un sujeto verbal reconocible y un muestrario argumental que singulariza el taller del autor.
   La obra lírica se ha compilado en dos antologías, la primera de las cuales, Faltan palabras en el diccionario tomaba como título un verso del poeta Nicanor Parra, ganador en 2011 del Premio Cervantes. En su nueva entrega, Perdona la franqueza, regresa al espacio versal del chileno, como si quisiera resaltar que se siente cómodo caminando junto al impulsor de la etiqueta “Antipoesía”. El reduccionismo crítico deja en cada aserto dos o tres muescas conceptuales; son claves organizativas que  postulan la dicción coloquial, el figurativismo expresivo y un contexto social en el que el ser individual emerge como paseante de un tránsito plural y colectivo. Perdona la franqueza es un libro breve que emplea como formato monocorde el versículo, una preferencia que ya es historia en Walt Whitman y en los poetas impulsores de la celebrada generación Beat. Así acentúa el modo reflexivo del verso libre. Nos hallamos ante una poesía de pensamiento que incide en la visión de lo real de modo fragmentario. El poema avanza, lejos de la imagen plana que fotografía, se abre a la sugerencia y a la hondura, desarticula el trayecto lineal y deja constancia del paso existencial de un sujeto cambiante en el ahora y en los territorios calmos de la evocación. La conciencia poética acumula instantes que solapan la incertidumbre del pasado y hacen del conflicto entre percepción y pensamiento un impulso vital. Ser es aventar propósitos al viento, hacerse nube, aferrarse a los sueños, sentir en la epidermis el chispazo sensorial. El entorno se presenta  como una amalgama de imágenes en la que conviven elementos dispares. De su lectura surgen indefiniciones y dudas, ese sustrato ambiguo que difumina bordes entre lo imaginario y lo real.
   Los lectores de Javier Sánchez Menéndez recordarán un clima similar en los apuntes en prosa de El libro de los indolentes, cuyas bifurcaciones  aquí se hacen palpables en poemas como “Saúl muere en Dubrovnik”, uno de los mejores poemas de esta salida. Dejo aquí sus versos: “En la fuente pequeña de Dubrovnik, junto a la estatua de nariz / brillante, el indolente número 1 ha venido a morir. / Respiraba despacio, apenas se movía. Desplegó sus alas apoyadas y / recitaba  los últimos versos de Hölderlin en Tubinga. / En la fuente pequeña de Dubrovnik, donde sacian la sed  los / incansables, Saúl agoniza. / Bienvenido al reino de los vivos “.En casi todas las composiciones prevalece la carga conceptual sobre el hilo anecdótico. 
   Los poemas no enuncian, se hacen reflejo especular dispuestos a dar cobertura indagatoria a la conciencia. No es la voz sino el silencio quien se convierte en expresivo interlocutor. Escritura hecha gesto donde “la esencia se convierte en pureza”.


2 comentarios:

  1. Una manera de versar diferente. Interesante. La escritura hecha gesto. Un abrazo.

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    1. Hola Carmela; así es. La literatura de Javier Sánchez Menéndez es un mapa complejo que abarca sendas escriturales diferenciadas; pero el perfil del autor está muy nítido. Su escritura poética ha recorrido un largo viaje y siempre es bueno percibir la coherencia del trayecto, las afinidades con magisterios o los temas centrales de su poesía. Un gran abrazo desde Rivas.

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