Silencio Cementerio civil de prisioneros, ( II Guerra Mundial) Construcción del Puente sobre el río Kwai, Kanchanaburi, Tailandia Fotografía de Adela Sánchez Santana |
BÚSQUEDA
Porque nos moriremos ambos cualquier día
-el asunto parece insoslayable-
investigo febril un epitafio digno,
un sintagma desnudo,
una hermosa metáfora, perfecta y calculada
como un mecanismo de relojería;
una frase feliz,
predestinada letra para un himno de guerra
que nos libre por siempre
de una mediocre paz inmerecida;
que incluso soliviante
la sangre remansada de nuestros contertulios.
Más que la eternidad es el olvido
quien fascina a los muertos.
(De Enemigo leal, Sevilla, 1992)
Estoy segura de que muchos daríamos un buen tramo de eternidad con tal de que no nos olvidaran del todo.
ResponderEliminarQué buen poema José Luis! Un abrazo,
Sandra.
Yo no lo sé, querida Sandra, en el poema hay un punto de ironía ante esa contingencia insoslayable que reporta la ausencia. Un fuerte abrazo, poeta.
EliminarLa fama es un olvido aplazado. Ya somos el olvido que seremos.
ResponderEliminarUn abrazo, somos olvido, pero somos también un empeño tenaz en luchar contra el tiempo, en dar sosiego a lo transitorio. Un fuerte abrazo y muchas gracias por tu comentario.
EliminarYa lo conseguiste.
ResponderEliminarSeguimos en el empeño, Tracy, ya sabes que los propósitos son más hermosos en la imaginación que cuando se consiguen. Que tengas una estupenda jornada. Abrazos.
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