Parranda larga Nicanor Parra Selección y prólogo de Elvio E. Gandolfo Alfaguara, Madrid 2010 |
NICANOR PARRA: EL ANTIPOETA.
Mi lectura de hoy activa como
primera obligación el homenaje. Ha muerto Nicanor Parra, protagonista de una biografía
inusual y longeva. Todos los medios recogen hoy el peso específico de su
creación, que tiene mucho de autobiografía poética, sobre la que se congregan valoraciones confrontadas.
Los reconocimientos literarios
son llamadas de atención para testigos circunstanciales y razones de actualidad
para invitar a la relectura. Nicanor Parra (San Fabián de Alico, Chile, 1914-
La Reina, Santiago, 2017) recibió en
2011 el Premio Cervantes –el galardón más universal de nuestra comunidad
lingüística- por el conjunto de una obra lírica en marcha desde hace más de
siete décadas. Del prolijo inventario producido podemos extraer rasgos comunes
en la antología Parranda larga, una panorámica
con prólogo y selección de Elvio E. Gandolfo. En el preliminar, el antólogo acentúa el viraje transgresor de Nicanor
Parra y compara su aportación a la de Rubén Darío. Se habla de explosión, de
giro profundo y de enlaces novedosos con el pasado cultural, con exploraciones
insólitas.
Fue en 1956 cuando empleó el término “antipoemas” un molde de notable
relevancia crítica para expresar la renuncia a cualquier convención lírica y
para adoptar un catálogo denominativo que se ha perpetuado en las
aproximaciones a su obra hasta la saciedad: prosaísmo, vanguardia,
situacionismo, emotividad, reciclaje, humor, savia surrealista…
Para llegar a esta estética el autor recorrió un tramo de aprendizaje,
formalista y convencional, con un enfoque próximo a los cancioneros
tradicionales. Este tramo englobaría títulos escritos entre 1935 y 1943, una época de poesía diáfana, ajustada a
formas con cadencia narrativa como el romance y con afinidades manifiestas con
la canción popular o la poesía de Federico García Lorca. Con Ejercicios respiratorios se produce el
cambio de rumbo hacia un verso libre más oracular y prosaico. Pero el rostro
más representativo de Parra se percibe en Poemas
y antipoemas, título de 1956 que clarifica una búsqueda singular en la que
persiste en títulos posteriores.
Con caracteres de la poesía visual, el aforismo y el chiste, los
“artefactos” pertenecen a la producción más iconoclasta y heterodoxa del autor.
Amalgaman consignas reivindicativas, contingencia histórica y voluntad de
provocación, como si fueran pintadas a mano alzada en el muro estático de la
poesía convencional.
La selección se cierra con dos textos teóricos útiles para subrayar
creencias estéticas y principios de una escritura en movimiento continuo, que
difumina géneros y límites y suscita en el lector sensaciones contradictorias.
Casi a dosis iguales es previsible la admiración o el rechazo. Como escribiera
en “Advertencia al lector”: “El autor no responde de las molestias que puedan ocasionar sus
escritos: / aunque le pese / el lector tendrá que darse siempre por satisfecho
“.
Mario Benedetti en el ensayo “Nicanor Parra descubre y mortifica”
enaltece una escritura corrosiva que extrae su energía de un impulso moral y se
somete a una simplificación deliberada. El chileno establece un fondo de verdad
condescendiente con los desajustes a partir del humor o del sarcasmo. Nos deja
la convicción de que el hombre, en muchas ocasiones, es una potencia de
exponente cero. La vida sigue triste y esperanzada; sin hacerse notar se fue Nicanor Parra.
El cuerpo central de esta reseña sobre la antología "Parranda larga" se escribió con motivo de la concesión del Premio Cervantes. Hoy recupero esa lectura para despedir al poeta chileno, tras su fallecimiento en Santiago de Chile. descanse en paz.
ResponderEliminarPronto y bien recuperas tu reseña sobre la obra de este autor en su despedida.
ResponderEliminarMe ha parecido un buen momento para expresar que su palabra permanece, con voz firme y tangible. Un fuerte abrazo J Carlos.
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