jueves, 31 de mayo de 2018

MIGUEL DE UNAMUNO. AFORISMOS Y REFLEXIONES

Aforismos y reflexiones
Miguel de Unamuno
edición de
 FRANCISCO FUSTER
Abada Editores
Madrid, 2018


HETERODOXIAS

   Más allá de la fecha histórica, 1898 es, sobre todo, un estado de ánimo de largo alcance. Se define por la pérdida de las últimas colonias, tras el desastre de Cavite en Filipinas y la destrucción de la escuadra española en Santiago de Cuba. En esa situación económica y social, que ubicaba el presente político al borde  de la nada, germina la necesidad del alba, un afán regenerador capaz de superar el estado de postración común y galvanizar ideales y actitudes constructivas. Es el papel que juegan los escritores integrados en el marbete “Generación del 98”. El acierto conceptual se debe a José Ortega y Gasset, aunque sea José Martínez Ruiz; Azorín, quien difunda el hallazgo. Lo emplea en una serie de artículos de prensa en los que daba voz a una nómina, de límites difusos, integrada por Valle-Inclán, Benavente, Baroja, Maeztu o Miguel de Unamuno, entre otros.  De ese espíritu de protesta frente al pretérito, e inquietud intelectual, se impregna el legado reflexivo de Miguel de Unamuno.
   Francisco Fuster (Alginet, 1984), profesor en el departamento de Historia Moderna y Contemporánea en la Universidad de Valencia e investigador centrado en la cultura española de la Edad de Plata (1900-1939) realiza un meditado rastreo de la aportación unamuniana en toda su obra en prosa para aligerar ideas y conceptos de la abrumadora extensión discursiva. El resultado es el libro Aforismos y reflexiones, una recopilación de textos breves que no eluden la dimensión paradójica de Miguel de Unamuno, su capacidad crítica y las manifestaciones de su temple moral, siempre contaminado de hamletismo. En ese afán entre ser y no ser, vela insomne un estado de conciencia en el que se suceden las contradicciones. Del optimismo constructivo se pasa, a veces en virajes bruscos, a la crítica más beligerante o a los efectos erosivos del desánimo. Creyente atormentado, catedrático de la Universidad de Salamanca y pensador sin desfallecimientos, personifica un espíritu paradójico, atormentado por la incertidumbre y la soledad de quien prefiere el margen y la periferia y deja en su interior espacio intacto, para que coexistan varios hombres. El pensador hacía suya la creencia de que el español es maniqueo por naturaleza, dispuesto a la trinchera y negador de cualquier matiz. 
  Nacido en Bilbao, en 1864, Miguel de Unamuno vive en su infancia los convulsos avatares de un paréntesis colectivo que amalgama el reinado de Isabel II, su destronamiento, la revolución del 68, las guerras carlistas, el advenimiento de la I República, los levantamientos cantonales, el reinado de Alfonso XII y el desmantelamiento colonial. Su toma de conciencia fluctúa desde el socialismo inicial hacia un conservadurismo inquieto que se debate entre la razón y la fe y que lo somete a un perdurable estado de angustia existencial. Crítico y comprometido hasta el final de sus días (Salamanca, 1936), Miguel de Unamuno es arquetipo del compromiso y vértice generador de un estar en lo social que se mantiene inalterable en el tiempo.
   Esa es la razón por la que el preparador de este trabajo ha recuperado pensamientos extraídos de su obra que sirven para definir la mentalidad del escritor. Son textos que plantean de entrada dos cuestiones: la indefinición genérica del aforismo y la poda de un texto mayor para perfilar una cita o una reflexión. En efecto, desde su inicio como estrategia expresiva el aforismo carece de molde único; cabe, por tanto pensar, que estos fragmentos de Unamuno son y no son aforismos, si entendemos como tales una expresión lacónica, cerrada y lapidaria, que contiene un destello moral. Por otra parte, como Francisco Fuster clarifica en su excelente prólogo, Miguel de Unamuno nunca escribió aforismos, sino que integró piezas verbales que adquieren esta consideración más con carácter de subrayado o cita que con el cultivo explícito de la paremia.
   Francisco Fuster deja este breve esquema de su edición: “En cierto modo, los aforismos y reflexiones que aquí he reunido no son más que eso: una selección de paradojas que, lejos de ser anacrónicas o extemporáneas, resultan de una gran utilidad y adquieren  cierta entidad propia, tanto si se leen en conjunto como si se van “picando” aquí y allá, como se leen estas antologías.” El corpus textual recrea el pensamiento de Miguel de Unamuno por condensación; dibuja un integrado mirador sin ángulos muertos, colgado de dos asideros esenciales: el instinto práctico y la razón especulativa. Cuando el discurrir convierte en ruinas venerables ruinas tantos domas, el pensamiento de Miguel de Unamuno sigue en pie, en ese eje imaginario que unifica el día y la noche, sospechando siempre que los poetas no deben pensar.



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