La voz estremecida Pablo Malmierca Eolas Ediciones León, 2019 |
CÍRCULOS
Es el tiempo quien propone a diario una lectura oblicua de afectos y
territorios literarios. Así llegué a la poesía de Pablo Malmierca (Zamora,
1972) a través de la incontinencia digital de internet y percibí en ella acordes que alejan a su autor del etiquetado crítico habitual. Pude
también completar esta primera sensación con la lectura de algunos relatos del
libro Terrores domésticos. Un viaje a
Zamora para presentar el poemario Lo lento (Lastura, 2019) del poeta y cantautor Luis
Ramos, con quien Pablo Malmierca comparte indagaciones críticas en el Seminario Permanente
Claudio Rodríguez, me permitió abrazar al poeta y escuchar en su voz el
quehacer de amanecida de la revista Intercostal,
nueva muestra de la inquietud intelectual del zamorano.
El entrelazado de cubierta de La voz estremecida sugiere una lectura
altamente simbólica: el árbol existencial despliega grises y ramificaciones,
como si su pulsión cotidiana expandiese afanes y abriese una fértil aventura de
conocimiento: “Nombras / para conocer / para engañar / para vivir”. El proyecto poético apunta en su inicio la existencia de una trilogía en torno a
la voz estremecida, esa palabra que rompe su quietud y su silencio para airear
los laberintos interiores.
Escueta y esencial, con el despojamiento de una hojarasca otoñal, que
concede al poema un formato aforístisco: “Lo fácil fue talar el árbol, / lo
difícil arrancar las raíces. Cada texto refuerza una secuencia meditativa,
arroja al aire el respirar de un yo poético. En el apartado de inicio “Lobo”
subyacen el merodeo y la búsqueda, el refuerzo de una identidad que escapa del
gregarismo para trazar una estela de incertidumbre y paso, ese molde vacío que
hace posible la ocupación y el sitio de ser.
La percepción y el pensamiento abren espacios a la anfibología, a una
pluralidad de sentidos que convierte a la palabra en enigma y paradoja: “busco la esclavitud / en las cadenas
de tus versos”; queda en la superficie el afán respiratorio de las palabras, su
pugna por habitar los significados, pese a la ausencia de referentes, y su
empeño también por abrir al hermetismo una ventana de claridad: “en la ausencia
de sentido / el significado / de la imagen / socava / las arenas de tus manos”.
La escritura arrastra sus pasos en una senda no marcada; como si el
texto adquiriese un rumbo disgregador y divagatorio en los límites del desierto,
un desplazarse ensimismado cuya deriva solo escucha el rumor de la nada. Cada
fragmento exige una reconstrucción, cada ceniza que hace gris los posos del
lenguaje evoca la llama y el madero, cada pérdida un encuentro con el pautado
color de la belleza que anticipa el poema. El sujeto poético tiene la sensación
de caminar en círculos, de hacer del itinerario una obsesión que insiste en
coordenadas y parámetros: “la poesía se compone de palabras, / las palabras
aportan cadencia, / la cadencia el ritmo del cuerpo, / el cuerpo su
experiencia”. De ese afán aflora en La
voz estremecida una escritura concebida como un ejercicio de libertad para
asumir el no lugar y el vacío, la altura cautelar del muro y el dibujo
aleatorio de la grieta. Poesía que taladra la realidad de lo previsible, la
belleza oferente de lo inútil, el gesto de “Decantarte / hasta destilar la
palabra exacta”.
Querido José Luis, estás acertadas reflexiones sobre La voz estremecida son un buen regalo de Reyes para el amigo Pablo Malmierca. Lo merece, por supuesto! Abrazos para ambos!!!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y una alegría que te guste mi lectura, Luis Ramos; tú conoces muy bien la obra de Pablo Malmierca, así que te reitero gratitud y afecto por tu incansable caminar en la amistad. Felices fiestas.
EliminarMagnífico. Una reseña poética como no podia ser menos que nos devuelve al afán de releer este libro que por suerte adquirí hace meses, con dedicatoria incluida. Precioso y preciso lo que comentas José Luis. Gracias por esta reseña.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Gracias por tus palabras, Faustino, sabes muy bien que la reseña no es más que un diálogo subjetivo y parcial con los poemas; por eso me alegra mucho coincidir con tus impresiones personales. Fuerte abrazo y muchas gracias
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