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HETERÓNOMOS
Dentro de mí conviven, abocados
a una inmensa rutina sedentaria,
el yo que pienso y otro, el que
parezco.
Un pacto, que firmaran con los
ojos,
les conmina
a respirarse en cierta tolerancia,
y ambos han sido absueltos
de mencionar, siquiera,
cuál fue la última causa
que les diera la vida.
Cada uno tiene ya su enclave
exacto:
el yo que pienso
habita, día y noche,
la intimidad de estas cuatro
paredes.
Es semejante a un niño que olvidara
crecer,
y por lo mismo
nada en el mar de una sabia ignorancia.
(“Acaso sea el invierno…
es razón suficiente para explicar
el cosmos “)
Y balbucea. Ríe.
Se pierde en los espejos.
Gesticula.
Colecciona recuerdos como si fueran
conchas
que ha enterrado el olvido.
A veces llora y viste el jersey
gris
de la melancolía;
entonces toma un folio,
donde inicia el galope
un sentimiento
y se hace reo de pertinaz tristeza,
hasta que traspapela la mirada
y descubre, cansado,
que afuera cae la lluvia
y mojan su perfil
unas livianas gotas de mi nube.
El que parezco
está en la calle de continuo.
Todos le conocéis
pues con todos comparte ese pan y
esta sal
que, bajo el brazo, trae la vida;
las cotidianas dosis
de angustia existencial, trabajo y
ruido.
Con él tropiezo,
una tarde cualquiera,
al doblar una esquina,
y tras justificarme torpemente
(“hallé la puerta abierta
y me aburría…”)
me despido gozoso y luego marcho
-el paso lento, sepultadas las
manos
en los amplios bolsillos del
vaquero-
a ver, sin más, el mundo por mis
ojos.
(De Rotonda con estatuas,
1990)
Siempre me ha gustado este hermoso poema por su autenticidad y su sinceridad. Abrazos poeta!!
ResponderEliminarGracias querido Luis ramos, es uno de esos poemas de vigilia continua, de los que me advierten cuando soy otro; gracias de nuevo y larga vida a "Lo lento" que ha funcionado a pleno verso. Fuerte abrazo desde Rivas.
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