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EL
MURO
No
es mucho –nada tengo-;
estoy
con los que miran
la
palidez opaca y vertical.
Busco
piel en su enigma
de
roce y hendidura,
en
tanto la razón
se
vuelve fósil.
Solo
el oxido asciende
hasta
su cumbre.
Los
días que amanecen, casi negros,
requieren
otra luz,
callados
se preguntan
en
qué lugar
camina
el horizonte.
La
distancia es ahora
el
esqueleto gris de lo posible.
Aquí
la transparencia
no
moja las espaldas
y
tampoco sostiene
un
reflejo de nubes,
las
migajas del vuelo.
Una
lluvia de arena
dispersa
sus indicios
y
dibuja ceniza en nuestra espera.
Palpita
la vejez
cuando
no hay sueños.
Con
despojes salobres
sedimenta
el desierto
al
otro lado.
Voy
con él.
Abrazaré
mañana su vacío.
(Revista 21veintiunversos,
nº 8, 2019)
Estamos con los que miran y quieren comprender el mundo desde palabra epifánica y la experiencia de la emoción. Abrazarnos lo posible. Buen día amigo!
ResponderEliminarQué carga simbólica tiene el muro siempre, Luis Ramos, qué poder para separar abrazos y palabras y qué empeño en construir desiertos. Pero también los muros tienen grietas que se hacen puertas y ventanas; así que un abrazo grande y una invitación al optimismo. Feliz día
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