martes, 21 de abril de 2020

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ MUÑOZ. HASTA QUE NADA QUEDE

Hasta que nada quede
(Poesía reunida 1978-2019)
José Antonio Martínez Muñoz
Prólogo de León Molina
Chamán Ediciones
Colección Chamán ante el fuego
Albacete, 2019


LETRAS, VIDA Y UN POCO DE JAZZ


   No hay que sembrar mucho optimismo para entender. El espacio reservado a la poesía en la sociedad contemporánea no es mucho mayor que el de la solitaria complicidad de un puñado de amigos. Un intercambio de confidencias  y cervezas en un local semivacío donde suena un poco de jazz. Así lo corroboran las cifras y letras del mercado, el pesimismo cejijunto del sector al completo y el extrañamiento habitual de tantos paseantes de lo cotidiano que solo en caso de necesidad extrema recurren al libro. Por eso valoro más el entusiasmo laboral de editores independientes como Pedro Gascón y Anaís Toboso que, al frente de Chamán Ediciones, continúan apostando por propuestas singulares, sin más horizonte que facilitar la transición entre el discurso poético y el lector, sin más evidencias que ampliar la realidad con nuevos molinos.
   Sale a descubierta Hasta que nada quede (Poesía reunida 1978- 20199) el primer volumen de la producción lírica de José Antonio Martínez Muñoz (Murcia, 1959). Poeta y periodista de amplio recorrido radiofónico, comienza a escribir poesía en las postrimerías de los años setenta, cuando la algarada culturalista se iba sosegando y tomaba cuerpo, al comienzo de la década siguiente, un abanico de bifurcaciones estéticas que dejarían en primer plano el ideario figurativo. De este modo, el trayecto creador de José Antonio Martínez Muñoz se forja en cuatro décadas de escritura con notables transiciones estéticas. Pero la obra recogida en Hasta que nada quede (Poesía reunida 1978-2019) ratifica una buscada marginalidad. Solo escucha los parámetros de la propia voz y no los cantos grupales, entonados por los coros al uso. Se vislumbra el quehacer de una renovación lingüística que opta por una modulación subversiva y singular, inmersa en una búsqueda individual. Así lo ratifica el autor del prólogo, el poeta, antólogo y aforista León Molina, quien despoja al extenso legado recogido de coyunturas y modas. Desde la cálida evocación de una juventud cómplice, el introito rescata la fotografía epocal de un joven de verbo apasionado y conversación curtida con la tradición, que hace del periodismo puerta laboral, como si buscase entender los engranajes de una actualidad aleatoria y compleja. Conocer al hombre es también conocer al poeta sin líneas divisorias porque en la diversidad de registros y en el notable despliegue de recursos expresivos está, con plenitud visible, la autenticidad del camino, su recorrido en el tiempo. León Molina remansa el paso del prólogo para completar una intensa indagación en los poemarios, sus características formales, sus temas y sus claves más íntimas que dan a la lectura una ventana de claridad.
  El compendio de libros publicados es grande y por tanto es previsible un entrelazado de navegaciones que varíe las claves iniciales y la intensidad de los componentes afectivos del sujeto verbal. Se constatan también los evidentes retornos a los temas básicos y ese continuo moldeado formal que conjuga y condensa diferenciados espacios expresivos. Paisajes y amaneceres varían con el tiempo y se requiere no insertar el libro en un momento histórico concreto o en una etiqueta reduccionista. El volumen Hasta que nada quede es esencialmente la historia de un proceso. Desde el primer paso, el escritor aleja convenciones y se acerca al poema con una fuerte libertad formal. El trabajo en prosa, tan proclive a la enunciación descriptiva, incorpora préstamos de fuentes diversas como la canción, la poesía, el legado artístico o los destellos fragmentados de la realidad que la memoria guarda, como señales transitorias. Hay también un claro afán trasgresor en derivaciones ortográficas como los signos de puntuación, o en la inclusión en el poema de tachaduras espesas. La negra tinta oculta el rumor solapado de los versos fallidos o simbolizan esa mano de olvido, o convierte al poema en un molde inacabado que nunca acaba de conseguir su verdadero sentido.
  Pero los poemarios no tienen una formulación poética uniforma. En cada libro cambia el rumor cadencioso del lenguaje, la música callada del verso, o el hilo argumental que en ocasiones se acerca hasta el realismo desnudo de la prosa. Se oye el discurrir celebratorio de una canción y se busca un desarrollo unitario y prolongado como sucede en el poema río de “Nocturno para saxo”, una composición amorosa de fuerte intensidad sentimental.
   El discurso autobiográfico de Uno recuerda la presencia del yo desdoblado como habitante fértil del poema; vida y escritura se entrelazan para hilvanar vasos comunicantes del tránsito personal. La vida entonces hace balance y muestra ese inventario repleto de pequeñas derrotas, como si la ceniza y el vacío ya mantuviesen en los labios la respuesta final. También algunos poemas de La lluvia en el cristal refrendan esa condición de fragilidad en el devenir, como precisa con laconismo extremo este aforismo lírico: “Era un hombre común que escribía solo al morirse un poco”. En este poemario, de extenso desarrollo, hay también abundantes composiciones con grandes afinidades con el microrrelato, como si evidenciaran los límites cambiantes del poema siempre dispuesto a convertirse en un apunte autobiográfico o en una tesela ficcional.
  Suena fuerte el matiz semántico del aserto El hombre atardecido como si resaltara el retorno existencial a la Ítaca del vacío. Con fuerte apoyatura cultural, ese recorrido del sujeto Ulises o Nadie percibe su condición de náufrago y ese manso crepitar del tiempo cuando se hace ceniza. Denso se escucha el gotear del tiempo, el respirar cansado de la noche. Esa atardecida crepuscular de la conciencia que acepta la idea de que no hay regreso y ya florece la rosa de la nada. esta sensibilidad conclusiva cubre los versos de El viento de la Gehena. El ser para la muerte es destino implícito en el transitorio caminar del sujeto. El vacío se cumple: “Sé que he de morir: / ya no es preciso el invierno”. El peso de la tradición, como senda abierta que hace posible la apertura del propio camino, justifica la crecida de préstamos y citas. También la reactualización de voces del canon, que llegan hasta el taller del poeta para aflorar con nueva formulación. Hacen posible esta técnica constructiva los nombres de Lao-Tsé, Homero, Elliot, Emily Dikinson… Como si sus palabras arbitraran esa funcionalidad específica de formularse en el ahora.
  El libro inédito hasta la fecha Fragmenta reivindica el experimentalismo y da voz a los signos gráficos como elementos significativos que acercan esta mirada del poeta a la poesía visual y a la importancia verbal de lo omitido. Esta escritura elíptica  parece desgajarse del curso general de Hasta que nada quede y adquiere una notable autonomía expresiva. Asimismo, es amanecida la escritura de Oscurana, tan heterogénea en su concepción y tan plural en la suma de indagaciones reflexivas sobre la identidad, la naturaleza y la condición del figurante lírico. Otros fragmentos resaltan por tu disposición versal y sus aperturas formales, siempre bucles abiertos para la incitación especulativa. Se añade como epílogo el poema “Sofoclea” y un amplio apunte de incidencias biobibliográficas que trazan los andenes en el tiempo de la producción publicada.
   José Antonio Martínez Muñoz no es un poeta conformista. Mantiene una verticalidad expresiva inquietante. Le gusta practicar el funambulismo verbal. Ha leído mucho.Y en sus versos se percibe con frecuencia el contraluz de la biblioteca. Su palabra sobre palabra no es confesionalismo ni autobiografía, pero en el verbo es epidermis la erosión personal de lo vivido. En sus libros no hay anclajes tribales sino ruta propia, fraguada en el tiempo. Su poesía evidencia la fragmentación del sujeto y su deambular enajenado. Una voz a solas que no solo es señal de lo vivido sino indagación profunda en la propia esencia del ser.   








    

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.