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jueves, 31 de julio de 2025

MIGUEL CATALÁN. SUMA BREVE

Suma breve
Pensamiento breve reunido (2001-2018)
Miguel Catalán
Ediciones Trea / Aforismos
Somonte Cenero, Gijón, Asturias, 2018

 

ELOGIO DE LA PARADOJA

 
   El momento cenital del aforismo como estrategia expresiva tiene en Miguel Catalán (Valencia,1958-2019) un cultivador vehemente y muy recordado, como se percibe en el ensayo de Javier Recas La vida en un trazo (2025) dedicado al aforismo filosófico. Doctor en Filosofía, profesor universitario y ensayista, su cosecha paremiológica abarca seis entregas dedicadas al género. Todas se compilan en el volumen Suma breve. El trayecto completo abarca desde 2001 hasta 2018, un intervalo conformado por las ediciones El sol de medianoche (2001), La nada griega (2013), La ventana invertida (2014) y el aporte inédito que añade tres conjuntos, que anticiparon textos en revistas: Así es imposible, El altar del olvido y Paréntesis vacío.
  El conjunto permite definir, con lúcida solvencia, el carácter ontológico del aforismo y su evolución en el discurrir. El término siempre está vinculado a un territorio de intersección entre literatura y filosofía que es base común de todas las entregas. Así lo recuerda el texto de apertura de José Montoya Sáez, quien también examina de cerca el concepto de paradoja como implosión del lugar común. A través de la paradoja se puede expresar la constante fluctuación del entorno social y humano; de esta forma adquiere un notable potencial subversivo en la contundente concisión de sus reflexiones.
  El aforismo postula la complejidad de su contenido, emprende en su decir una interpretación del sujeto y de la realidad externa, en la que sondea una continua búsqueda de sentido. Su exigencia estética se asoma a los estantes de la verdad, con lo que adquiere en su definición una cierta claridad metafísica al intentar captar la significación de la experiencia. El texto se llena de matices. De este modo, dentro del material común del género, cada libro presenta rasgos específicos, aunque estos a veces sean contradictorios o definan estados de ánimo dispares, como si en su amanecida la escritura plegara pasos a la condición de ser.
   Ya se ha comentado que el primer paso aforístico de Miguel Catalán es El Sol de medianoche. El fenómeno natural, observable en las proximidades de las geografías polares, ejemplifica bien la antítesis y los contrastes. Esa visión de lo claro en la noche que prolonga el día entre la sombra. Desde el inicio, Miguel Catalán asume el desvelo incansable del observador. Sabe que el comportamiento del yo es reflejo de las actitudes aleatorias del otro; por tanto es necesario sondear su sentido para que el aprendizaje surta efectos interiores. Nada de lo humano resulta ajeno; de ahí que la ética sea siempre un relevante proceso reconstructivo. Pero hay que evitar los juicios sumarios, revestir las opiniones de calidez y argumentar con el tacto sosegado de quien sabe, como Marcel Proust, que “cualquier idea clara tiene el mismo grado de confusión que las nuestras”.
  El corpus textual, tras la entrega epifánica, abre un largo tiempo de silencio de más de doce años, pero ese acantilado temporal no varía el paisaje y su cartografía meditativa. Como si quien escribe apostara por una senda coherente, los aforismos caminan de un asunto a otro, con un paso constante. De cuando en cuando varían los ingredientes para que nunca pierdan fuerza meditativa. O hacen del humor una ventana para que salga al día la carcajada:”ANUNCIO POR PALABRAS. Se pintan casas a domicilio”.
    Como un regalo lector se recibe el material inédito de Suma breve, cuya voz siempre en guardia otea el paisaje frente a la opinión recibida y común. Los textos, breves y lapidarios, aunque a veces con un tallo argumental que los aproxima al microrrelato, marcan linden a la experiencia en su etapa de madurez. Más allá del contraste y del juego de palabras, apuntan una unidad vertebradora que confirma la permanencia del ser frente a una realidad mudable, propicia al desmontaje. La lógica interna del yo resiste la extrañeza, abre el paraguas frente a la intemperie de la contradicción y defiende la razón como brújula para buscar el norte del sentido.
   Suma breve descubre el excelente volumen conceptual del decir fragmentario de Miguel Catalán. Apunta que la lógica no es un logro en sí sino una aspiración que se aplica en solventar las contradicciones de la existencia. sobrelleva el discurrir bajo un cielo informe de nubes y claros, que obliga a caminar bajo el paraguas desplegado de la introspección. Así nace un quehacer continuo, atomizado, fresco, que tiene la claridad del manantial, esa sensibilidad que aleja la sed y empuja a sumar sin cansancio pasos nuevos. 
 

JOSÉ LUIS MORANTE


miércoles, 16 de abril de 2025

MANUEL FERIA. EL RÍO DE LA PERPLEJIDAD

El río de la perplejidad
Maanuel Feria
Prólogo de Javier Recas
Apeadero de Aforistas
Sevilla, 2023

BALANCE

   Hay escritores que difunden, tras el tiempo ensimismado de la obra, una empatía natural, una lluvia en cursiva que empapa cualquier fronda. Su descubrimiento es una hendidura de alegría, que cobija la inteligencia y ocasiona gratificantes sensaciones de asombro. Así me sucede con el proyecto aforístico de Manuel Feria (La Laguna, Tenerife, 1949), Catedrático universitario de Farmacología y apasionado cultivador de la brevedad. Los fragmentos reflexivos del profesor canario nunca tuvieron prisa por visitar la imprenta. Llegan, con morosa cadencia, en plena madurez, alojados en cuatro entregas: Verlas venir (2015), En ascuas (2017) Diccionario imaginario de un irónico (2018) y Fe de vida (2023). Cada salida comparte la convivencia de la escritura mínima con las ilustraciones del artista visual Antonio Mauro García “Fanega” (La Laguna, 1952) y el cuidado molde de la diseñadora y maquetadora Irene Antón. Con el laborar común la publicación refleja singularidad y sello personal. Para el autor escribir es vivir, recuperar efímeros indicios desperdigados en el transitar. Desde la introspección, los libros sugieren un enfoque hacia las circunstancias, un estar lleno de vigilia y búsqueda, capaz de discernir la complejidad del ser humano. Su compromiso con el mapa de lo que sucede entrelaza emociones y pensamientos acumulados por la experiencia existencial.
   Sobre el balance del aforista, Javier Recas, el ensayista contemporáneo más cualificado en la teórica de lo conciso, edita y selecciona apuntes mínimos referenciales de la travesía creadora en la antología El río de la perplejidad. La compilación se incorpora al imprescindible catálogo de Apeadero de Aforistas y tiene como umbral el extenso estudio “Una radiante ironía”. Desde el comienzo de su análisis, el estudioso da solidez a la idea de que Manuel Feria es un autor a trasmano, ajeno al habitual afianzamiento de la estrategia expresiva mediante el quehacer editorial, los concursos literarios o la difusión en redes y publicaciones. La observación acerca al pensamiento el discurso fragmentado de lo que sucede. Y en ese estar tras la transparencia del cristal prevalece el detalle a contramano, el frescor del instante. Como advierte el investigador y filósofo, el recorrido interior no se disfraza de retórica cultural; no se busca la ornamentación verbal sino el vuelo alto de la intuición, las salpicaduras transparentes de la agudeza, “el río de la perplejidad”. No son rasgos únicos: el laconismo de Manuel Feria, sutil y luminoso, permite conocer un suelo argumental rico en estratos. En sus teselas se abrazan instantes evocativos y vibraciones. Alientan la simbiosis entre el oficio de vivir y la razón de escritura.
   Obviamente, el microtexto es un género cuajado de humanismo donde el sujeto siempre está presente en su doble condición temporal y metafísica. En ambas germinan temas universales como el amor, el deseo, el dolor, la vejez, el lenguaje o la muerte. Son sustantivos que se acercan a la pronunciación moralizante y al tono grave de lo solemne, como si revolotearan en ellos los pájaros de la transcendencia. Sin embargo, como apunta el prologuista, el enfoque desdeña púlpitos y busca el suelo firme de lo racional, el humor y la ironía: “A un gordo hay que conocerlo en ayunas”, “Antes del auge de la informática los ángeles ya estaban en la nube”, “Todos envejecemos, pero algunos se lo toman como algo personal”, “La incineración te dará la despedida más calurosa”. Son rasgos que potencian la mediación cercana entre hondura filosófica y calado lírico. Confieren también un posicionamiento ético, una defensa de principios y valores que tiende al compromiso y la marcada posición vital.  
  La nota a la edición explica el muestreo en la selección de cada libro. El río de la perplejidad es un botiquín básico de la obra aforística de Manuel Feria, todavía inédita en su mayor parte. Por tanto, Javier Recas, fuera de las autoediciones, nos deja la primera versión del despertar y reajusta los logros recurrentes. De este modo, la primera parte selecciona casi noventa aforismos de Verlas venir la entrega más temprana, donde se contenían las coordenadas que marcan huellas. Quien percibe interpreta una conciencia frente a la incertidumbre: “Uno no puede huir de sí mismo sin caer en el otro”, “Profundiza y discreparás”, “Para esconderse de uno mismo no hay que ir muy lejos”, “La soledad es la falta de uno mismo”. Son anotaciones que recuerdan la reconstrucción de una autobiografía con secuencias dispersas.
  Ese alguien, con aire de familia entre el escritor y el ser biográfico, aborda en el segundo conjunto aforístico Ascuas el recorrido entre luces y sombras de lo cotidiano; la expresión del entorno tiene una apariencia de grisura, pero vivir es siempre un proceso de conocimiento, una luz encendida que aleja la propia oscuridad: “Vivo en ascuas por saber si soy prueba o error”. ”Esté donde esté, sólo estoy de paso”, “El futuro suele decepcionar a la esperanza”. El cauce existencial se identifica como uno de los vértices centrales de este tramo y en su propuesta retornan recursos habituales de Feria, las fluctuaciones argumentales y lecturas irónicas de la paradoja, y la conciliación de contrarios. Los pensamientos muestran la geometría variable de un entorno que expande incertidumbres y despierta las inclinaciones subjetivas.  El destino es proclive al azar. En su dermis duerme la hermética caligrafía de lo que no tiene respuestas. Así nace una metafísica de la duda, las convicciones que apenas encuentran sistematización.
   Los aforismos de definición de Diccionario imaginario de un irónico exploran cavidades semánticas. Buscan rupturas del sema establecido y abren grietas para cobijar significados nuevos. Es el mismo propósito que alumbrara el quehacer de uno de los precursores de este formato aforístico, Ambrose Bierce; pero es también un acercamiento a nombres contemporáneos de interés como Miguel Catalán. Más que la definición precisa, interesa el vuelo del tiempo y sus versiones lúdicas. Abundan las comparaciones, metáforas, imágenes y es habitual el recurso al oxímoron. Así se logran efectos de perplejidad, dotando al decir conciso de las voces fuertes de la imaginación y lo hipotético: ”Adúltero. Alma de abeja”, “Almohada. Confidente de la otra mejilla”, “Bandera. Tela de colores representativa de los peores instintos de un colectivo”.
      Más cerca de la geografía humana de lo colectivo está la entrega Fe de vida. Sus apuntes componen un poblado testamento social, encendiendo farolas en los callejones de la convivencia. Tras conocer los propios límites, la complejidad ambiental requiere salir fuera. Airear conciencia y entendimiento. El vislumbre racional percibe la escucha del paisaje humano. Son continuas las mutaciones de la identidad que convierten al nosotros en un personaje desdoblado. Mientras las pupilas reflejan espacios habitables para la meditación y el paseo, “el buen aforismo reduce la realidad a su máxima expresión”. En Fe de vida abundan los fotogramas con mirada crítica, que buscan los relieves del dibujo final, las asimetrías del tapiz: “Los mediocres cazan en manada”, “Beberse de un trago la juventud produce resaca en la madurez”, “La masa diluye la razón”. Frente a una sociedad llena de asimetrías y crudeza se manifiesta el rumor fuerte de una filosofía crepuscular. El pensar propio ha hecho suya la idea de que el estar cotidiano se debate entre el espejoy la confrontación abierta con lo indefinido.  
   En los textos sentenciosos de El río de la perplejidad, aportados por la destreza intelectiva de Javier Recas, vislumbramos una resignificación permanente, una pluralidad de vías de sentido. Más allá del discurso cerrado  de una artificiosa realidad, emergen claves interpretativas que conforman una peripecia analítica, ese empeño continuo de dislocar los ateridos miembros de lo gregario y hablar de lo imposible; de aquello que no se puede decir. El yo afronta el destino con la incertidumbre de salir a un día de límites difusos donde es preciso rastrear la improbable destilación del devenir.
 
 
JOSÉ LUIS MORANTE
 
     https://archive.org/details/manuel-feria-el-ri-o-de-la-perplejidad
 

sábado, 23 de marzo de 2024

MIGUEL CATALÁN. EL ÚLTIMO PELDAÑO

El último peldaño
(miscelánea)
Miguel Catalán
Edición de María Picazo y José Luis Morante
Editorial Verbum
Madrid, 2022

 

A MODO DE PRÓLOGO: ENTRE NOSOTROS

José Luis Morante

  
   Lúcido y pleno, Miguel Catalán (Valencia, 1958-2019) nos dejó cuando solo contaba sesenta y un años de edad. La enfermedad apenas le impidió caminar libremente entre sus folios en blanco. Estaba lleno de vitalismo y trabajó hasta la hora de ausencia. Tenía tanto por hacer que su fertilidad creadora no se apagó; mantuvo, como recuerda con emotivo temblor su compañera e incansable colaboradora María Picazo, la sensibilidad en vela.
   El espíritu humanista del escritor, profesor universitario, filósofo y ensayista pone de relieve una obra diversa que materializó distintas estrategias literarias. Son fragmentos del ser, teselas que conforman una labor caleidoscópica. Espléndido testimonio de ese taller plural es Seudología, una profunda investigación filosófica, compuesta por trece volúmenes, que hace de la mentira motivo de reflexión recurrente. Analiza la hondura de la falsedad en terrenos conceptuales como la ética, la sociología, la política, la convivencia interpersonal o la vida privada del sujeto. En su realización persistió durante veinticinco años de trabajo. El resultado es una argumentada propuesta filosófica, destinada a convertirse en un clásico temático. Ya lo es.
   No se puede interpretar el perfil intelectual del escritor sin asomarnos a la climatología variable de las ficciones. El historial narrativo del valenciano integra tres compilaciones de relatos y cinco novelas, la última de las cuales En estado de gracia fue publicada en 2021. En los itinerarios narrativos encontramos enlaces evidentes con las propuestas filosóficas, tanto en los esbozos de personajes como en los hilos argumentales. Están relacionados con preocupaciones existenciales, y con vidas al paso fortalecidas por el legado cultural y la búsqueda de sentido en el aleatorio trazado del discurrir. Otros espacios fuertes del molde literario son dos recopilaciones terminológicas, Diccionario de falsas creencias (2001) y el Diccionario Lacónico (2019). Ambos textos dejan catálogos de asombro; ratifican los equívocos del lenguaje y la tendencia a crear, más que certezas, espejismos verbales. El baúl de palabras de Diccionario Lacónico, impulsado por Ediciones Sequitur, suma de continuo; aglutina etimología, semántica, concisión poética, humorismo, greguerías y filosofía. Las definiciones recurren al orden alfabético tradicional para elaborar concentrados conceptuales, píldoras de pensamiento. De este modo, el significado de las palabras enfoca el contacto sensorial con el mundo y las cosas, con los ojos abiertos hacia dentro. En este sondeo, la percepción remueve el granero del idioma para que se muestren magmas en formación, sedimentaciones frente al lugar común. Cada definición postula una identidad conceptual trascendida, un esfuerzo capaz de mostrar relieve, que abre y convulsiona la imaginación. Nunca proclive al dogma,  Miguel Catalán sospecha que el brote germinal de Diccionario Lacónico está en el estudio de algún tratado de lingüística, pero es difícil no encontrar las fuentes primarias en Ambrose Bierce y en los autores epigramáticos del helenismo. No pasan desapercibidas tampoco en la condición didáctica de estos diccionarios las conexiones con el aula y la percepción de la docencia como una tarea de intercambio y aprendizaje, un diáfano diálogo con la inteligencia humanista y la humildad ética.
  En la casa de encuentros que constituye la obra de Miguel Catalán, el laconismo nunca está al margen. El corpus de la abundante práctica concisa se reunió en Suma breve. Pensamiento breve reunido (2001-2018) (Trea, 2018). La cosecha paremiológica abarca media docena de entregas escritas durante casi dos décadas. Integra los títulos El sol de medianoche (2001), La nada griega (2013), La ventana invertida (2014) y el aporte inédito que añaden tres conjuntos que anticiparon textos en revistas: Así es imposible, El altar del olvido y Paréntesis vacío. El conjunto define el ser ontológico del aforismo y su pautada senda como espacio de intersección entre literatura y filosofía. Así lo recuerda la apertura de José Montoya Sáez, quien también analiza el concepto de paradoja como implosión del lugar común. El habla lacónica interpreta ángulos inéditos, capta la significación de la experiencia en la condición de ser. Desde su inicio, la voz breve asume el desvelo incansable del observador. Sabe que el comportamiento del yo es reflejo de las actitudes aleatorias del otro; por tanto es necesario sondear su sentido para que el aprendizaje surta efectos interiores. Nada de lo humano resulta ajeno; de ahí que la ética sea relevante proceso reconstructivo, un ejercicio de tanteo y búsqueda en el que hay que asumir, como Marcel Proust, aquel buscador del tiempo perdido, que “cualquier idea clara tiene el mismo grado de confusión que las nuestras”.
  La cartografía meditativa añade aquí los aforismos póstumos acogidos en Suma y sigue (2019) y el material inédito rescatado por María Picazo, cuyo tallo argumental está marcado por la enfermedad. La conciencia otea un paisaje crepuscular, se enfrenta a las sombras de la última costa y siente próxima la gélida textura del anochecer. Más allá del contraste y del juego de palabras, los dardos verbales apuntan a una diana vertebradora que confirma la permanencia del ser frente a realidades mudables, propicias al desmontaje. La lógica interna del yo resiste la extrañeza, abre el paraguas frente a la intemperie y las contradicciones y defiende la razón como brújula para buscar el norte del sentido.
  En uno de sus aforismos inéditos, Miguel Catalán escribe: “Solo puedo hacer poesía de lo que amo desmesuradamente”. Aludía así a la intimidad del verso que identifica el fluir lírico con el cauce limpio de la emoción. Los poemas versos no aspiran a resolver acuosos enigmas del lenguaje; nacen a solas, del contacto físico y espiritual con una presencia insustituible; el texto se hace testimonio y estado fundacional de una convivencia compartida. Desde ese umbral abre sus versos por primera vez este puñado de composiciones. Muestran un registro conversacional, un diálogo entre el yo biográfico y los avatares del desdoblamiento amoroso. Amar nos hace otros; sobrelleva el discurrir bajo un cielo informe de nubes y claros que obliga a caminar bajo la introspección, siempre en asombro ante el misterio de la existencia.
   Cierra esta miscelánea una ronda de abrazos. La escritura de Miguel Catalán y su actitud cívica y ética ante el cuerpo social mantuvo un quehacer continuo de coherencia. Su actitud tuvo la claridad del manantial, esa hondura que aleja la sed y empuja a sumar sin cansancio pasos nuevos. Por eso han sido muchos los amigos que han colaborado en el aire encendido de esta evocación, convocados por María Picazo. En el tiempo lento del recuerdo, sus voces reunidas hablan de amistad, admiración y afecto. Y a ellas me sumo para hacer de las palabras una amanecida de complicidad y memoria. Miguel Catalán asiente desde lejos, con la misma sonrisa sosegada de siempre, mientras busca en silencio los ojos de María y deja en las palabras un último peldaño: “En la incertidumbre, se agradece el amor con caminos de largo recorrido”.
 
 
 
JOSÉ LUIS MORANTE
 

   

sábado, 23 de septiembre de 2023

MIGUEL CATALÁN. EL ÚLTIMO PELDAÑO

El último peldaño
(Miscelánea)
Miguel Catalán
Edición de María Picazo y José Luis Morante
Editorial Verbum
Madrid, 2022

  

EVOCACIÓN Y MEMORIA


   Los pasos literarios de Miguel Catalán (Valencia, 1958-2019) no atardecen nunca; cruzan el tiempo una y otra vez para enlazar pretérito y ahora. Y buena parte de esta continuidad en el discurrir temporal se debe a la prolongada vigilia de María Picazo, esposa del escritor y perenne colaboradora en las contingencias del taller creativo. 
   Gracias a su empeño y a su idea germinal coge vuelo El último peldaño, entrega de esqueleto flexible que es, sobre cualquier otra circunstancia, evocación y memoria, mediodía compartido; homenaje coral a la presencia referencial de Miguel Catalán, aunque la difusión de su obra y el lugar asignado en las primeras filas, estén todavía por llegar. Avalan su centro escritural cinco novelas, tres compilaciones de cuentos breves, el material filosófico de Seudología y los dos diccionarios, Diccionario Lacónico y Diccionario de falsas creencias, junto a la literatura hiperbreve compilada en la editorial Trea en 2019 con el título Suma breve y en el libro póstumo Suma y sigue (Libros al Albur, 2019)Me apresuro a exponer por su interés los contenidos compilados en esta obra singular. La parte esencial del libro y su trayecto de amanecida compila los aforismos póstumos ya citados de  Suma y sigue (2019), que vieron la luz por primera vez al cuidado de José Luis Trullo. María Picazo ha rescatado entre el material inédito del escritor los aforismos inéditos de Pasos sueltos, un conjunto de textos escrito cuando la enfermedad prodigaba síntomas y sombras, condicionando el estar diario de quien hizo de la serenidad y la aceptación una actitud. El cáncer estaba ahí y era el momento de exprimir cada instante con la sed vital de lo necesario: el amor de María, la atención plena para concluir los proyectos en marcha y las relaciones de intimidad y gratitud con el grupo de amigos que siempre admiró su talento literario y su altura ética.  Si es conocido por todos el perfil polivalente del filósofo y su versatilidad para la práctica de estrategias expresivas como el ensayo, la novela, el relato, el aforismo y la crónica periodística, será una sorpresa general la inclusión de un puñado de poemas de amor en el apartado Poemas de la fascinación, donde  el amor, como semilla verbal y fe de vida, se impone en cada texto para definir, una vez más, el enlace irrompible con María Picazo “desde antes y después”. Solo la clara sintaxis del amor nos salva y esa es la señal más definitoria del pensar poético de Miguel Catalán, quien asume la condición de amante y compañero como una fuerza sustantiva y esencial en sus relaciones con la propia identidad. La respuesta a la invitación de María Picazo para participar en este territorio de afectos fue tan rápida  que hubo que acotar los textos enviados para evitar la dispersión y mantener la textura evocando a Miguel Catalán con diagnósticos independientes. Por ello, Ronda de abrazos incluye evocaciones intimistas (Alejandro Aguilar, Alberto Gimeno, José Payá Beltrán, Antonio Saurí, José Miguel Segura Roselló, Tirso Priscilo Vallecillos García), aproximaciones literarias (Francesc Arroyo, Hiram Barrios, Carmen Canet, José Félix Escudero, Pedro García Cueto, Luis Veres, Javier Paniagua, José Vicente Peiró, Justo Serna), semblanzas de la relación afectiva y memoria personal del trayecto común (Raquel Díaz Seijas, Gloria de Frutos, Francisco Javier Gallego Dueñas, Daría Rolland Pérez y Jean Claude Rolland, Luis García-Chico, José María Martínez Selva, Miquel Martínez, Blanca Rodríguez López); aunque en casi todos los textos se hace patente el epitelio existencial del escritor y su calidez humana en el trato, como si fuese inevitable, junto a la admiración intelectual, el sello humanista y ético de una identidad comprometida con la hondura de pensamiento y con una ejemplar propuesta de vida. Miguel Catalán sigue entre nosotros. Sigue la fuerza de su obra magna, Seudología, un compendio de volúmenes con la mentira como núcleo argumental, que no tiene parangón en nuestro ámbito literario; y siguen sus aforismos como abrazo entre filosofía y cauce lírico y como constatación de un tiempo de certezas líquidas que busca en lo fragmentario una indagación de sentido, un norte, unas coordenadas con criterio crítico. La recopilación El último peldaño, tan bellamente editada por Verbum, la editorial madrileña donde el escritor encontró la mayor hospitalidad para sus trabajos de creación e investigación filosófica, es el epílogo abierto de un itinerario lúcido y pleno. En sus páginas queda el vitalismo creador de Miguel Catalán, la fertilidad de su obra y la impresión de que su magisterio ha marcado un tiempo de paredes firmes que prolonga sus voz frente al olvido.                              
 JOSÉ LUIS MORANTE


                                                                                                                      

lunes, 5 de diciembre de 2022

MIGUEL CATALÁN. DICCIONARIO LACÓNICO

Diccionario Lacónico
Miguel Catalán
Ediciones Sequitur
Madrid, 2019

 

EL LIBRO DE LAS PALABRAS

  
   Doctor en Filosofía, profesor universitario y ensayista, Miguel Catalán (Valencia, 1958) es uno de los referentes esenciales del aforismo contemporáneo. Sus textos liliputienses, compilados por la editorial Trea en 2018 en el volumen integral Suma breve, definen una geografía reflexiva repleta de rincones de interés. De ese afán sostenido por el ejercicio de síntesis parte Diccionario Lacónico, un amplio libro de palabras y definiciones que aglutina etimología, semántica, concisión poética, humorismo, greguerías y filosofía existencial.
   Las definiciones recurren al orden alfabético tradicional para elaborar conceptos que concentran acepciones diversas. De este modo, el significado de las palabras abre ventanas al asombro para explicar el contacto sensorial con el mundo y las cosas, con los ojos abiertos hacia dentro y hacia fuera. En este quehacer de sondeo terminológico la percepción remueve el granero del idioma para que se muestren magmas en formación, capaces de extender sedimentaciones frente al lugar común. Cada definición postula una identidad conceptual trascendida, un esfuerzo capaz de mostrar relieve y diferencias; abre incisiones que convulsionan la imaginación. Pero ese quehacer no solo se basa en la enunciación y en el empeño descriptivo sino también en una labor de poda. Se despoja al término de cualquier adherencia para dar forma al desnudo, a la vertebradura esencial, aun sabiendo que la definición exacta y concluyente es aspiración e ideal. Solo se constata en la página algún reflejo de la exactitud.
   Miguel Catalán sospecha que el impulso germinal de esta obra está en el pasado y en el estudio de algún tratado de lingüística, pero es difícil no encontrar afinidades con la ironía y el sarcasmo de Ambrose Bierce y con el amplio listado de lecturas de autores epigramáticos que constituyen materia habitual del atril de estudio. Su legado da origen a abundantes calas etimológicas. Además de esas fuentes primarias, el escritor ha reunido citas y pensamientos ajenos que se suman al cuerpo de la obra con la libre voluntad de la bibliografía disponible, haciendo de las voces del lenguaje una traslación semántica condensada.
  Concluye así una tarea lenta, un puente que une palabras y que mostró sus quehaceres en la novela autobiográfica Perdendosi  (Carena Books, 2016). Como recordará el lector, en ese relato autobiográfico, donde germinan recuerdos y reflexiones sobre la identidad y la pérdida, se alude al poder del lenguaje como estrategia de permanencia, capaz de salvar el devenir cronológico y la distancia.
   Dado el peculiar ritmo de lectura que requiere un diccionario, el autor ha incluido una recolección práctica de abreviaturas, complementada en el epílogo con una tabla de citas. Si es un lugar común, compartido por todos, el interés lingüístico de las enciclopedias como cartografías habitables para el lenguaje, que incorporan cada año acepciones y usos nuevos del habla comunitario, Miguel Catalán refuerza esta cualidad intrínseca con vocablos escogidos, tras un amplio diálogo con la semántica del decir fragmentario. Así nacen circunvoluciones de amanecida en torno a las palabras que acreditan perspectivas y enfoques singulares. Son pequeñas dosis de sabiduría que aluden a las mutaciones del lenguaje y a sus procesos recapitulatorios. Promueven un paciente diálogo entre el ser transitorio de la realidad, con su poblado universo de objetos y elementos, y las convenciones de la palabra para responder a lo contingente. Crean el espejismo de la permanencia, ese largo sueño que la voluntad emprende cada día.

JOSÉ LUIS MORANTE



 

 

domingo, 25 de septiembre de 2022

MIGUEL CATALÁN. EL ÚLTIMO PELDAÑO (MISCELÁNEA)

El último peldaño
(Miscelánea)
Miguel Catalán
Edición de María Picazo
y José Luis Morante
Editorial Verbum
Colección Narrativa
Madrid, 2022

 

EVOCACIÓN Y MEMORIA

 

   Los pasos literarios de Miguel Catalán (Valencia, 1958-2019) no atardecen nunca; cruzan el tiempo una y otra vez para enlazar pretérito y ahora. Y buena parte de esta continuidad en el discurrir temporal se debe a la prolongada vigilia de María Picazo, esposa del escritor y perenne colaboradora en las contingencias del taller creativo. Gracias a su empeño y a su idea germinal coge vuelo El último peldaño, entrega de esqueleto flexible que es, sobre cualquier otra circunstancia, evocación y memoria, mediodía compartido; homenaje coral a la presencia referencial de Miguel Catalán, aunque la difusión de su obra y el lugar asignado en las primeras filas, estén todavía por llegar. Avalan su centro escritural cinco novelas, tres compilaciones de cuentos breves, el material filosófico de Seudología y los dos diccionarios, Diccionario Lacónico y Diccionario de falsas creencias, junto a la literatura hiperbreve, compilada en Trea, en 2019, con el título Suma breve y en el libro póstumo Suma y sigue (Libros al Albur, 2019). Me apresuro a exponer, por su interés, los contenidos compilados en esta obra singular. La parte esencial del libro y su trayecto de amanecida reúne los aforismos póstumos ya citados de  Suma y sigue (2019), que vieron la luz por primera vez al cuidado de José Luis Trullo. María Picazo ha rescatado entre el material inédito del escritor los aforismos inéditos de Pasos sueltos, un conjunto de textos escrito cuando la enfermedad prodigaba síntomas y sombras, condicionando el estar diario de quien hizo de la serenidad y la aceptación una actitud. El cáncer estaba ahí y era el momento de exprimir cada instante con la sed vital de lo necesario: el amor de María, la atención plena para concluir los proyectos en marcha y las relaciones de intimidad y gratitud con el grupo de amigos que siempre admiró su talento literario y su altura ética. Si es conocido por todos el perfil polivalente del filósofo y su versatilidad para la práctica de estrategias expresivas como el ensayo, la novela, el relato, el aforismo y la crónica periodística, será una sorpresa general la inclusión de un puñado de poemas de amor en el apartado Poemas de la fascinación, donde  el sentir, como semilla verbal y fe de vida, se impone en cada texto para definir, una vez más, el enlace irrompible con María Picazo “desde antes y después”. Solo la clara sintaxis del amor nos salva y esa es la señal más definitoria del pensar poético de Miguel Catalán, quien asume la condición de amante y compañero como una fuerza sustantiva y esencial en sus relaciones con la propia identidad. La respuesta a la invitación de María Picazo para participar en este territorio de afectos fue tan rápida  que hubo que acotar los textos enviados para evitar la dispersión y mantener la textura evocando a Miguel Catalán con diagnósticos independientes. Por ello, Ronda de abrazos incluye textos intimistas (Alejandro Aguilar, Alberto Gimeno, José Payá Beltrán, Antonio Saurí, José Miguel Segura Roselló, Tirso Priscilo Vallecillos García), aproximaciones literarias (Francesc Arroyo, Hiram Barrios, Carmen Canet, José Félix Escudero, Pedro García Cueto, Luis Veres, Javier Paniagua, José Vicente Peiró, Justo Serna), semblanzas de la relación afectiva y memoria personal del trayecto común (Raquel Díaz Seijas, Gloria de Frutos, Francisco Javier Gallego Dueñas, Daría Rolland Pérez y Jean Claude Rolland, Luis García-Chico, José María Martínez Selva, Miquel Martínez, Blanca Rodríguez López); aunque en casi todos los textos se hace patente el epitelio existencial del escritor y su calidez humana en el trato, como si fuese inevitable, junto a la admiración intelectual, el sello humanista y ético de una identidad comprometida con la hondura de pensamiento y con una ejemplar propuesta de vida. Miguel Catalán sigue entre nosotros. Sigue la fuerza de su obra magna, Seudología, un compendio de volúmenes con la mentira como núcleo argumental, que no tiene parangón en nuestro ámbito literario; y siguen sus aforismos como abrazo entre filosofía y cauce lírico y como constatación de un tiempo de certezas líquidas que busca en lo fragmentario una indagación de sentido, un norte, unas coordenadas con criterio crítico. La recopilación El último peldaño, tan bellamente editada por Verbum, la editorial madrileña donde el escritor encontró la mayor hospitalidad para sus trabajos de creación e investigación filosófica, es el epílogo abierto de un itinerario lúcido y pleno. En sus páginas queda el vitalismo creador de Miguel Catalán, la fertilidad de su obra y la impresión de que su magisterio ha marcado un tiempo de paredes firmes que prolonga sus voz frente al olvido.

 JOSÉ LUIS MORANTE

 

jueves, 5 de mayo de 2022

MIGUEL CATALÁN. SUMA BREVE.

Suma breve
Pensamiento breve reunido (2001-2018)
Miguel Catalán
Ediciones Trea, Colección Aforismo
Somonte-Cenero, Gijón (Asturias), 2018

 

ELOGIO DE LA PARADOJA

  
   El momento cenital del aforismo como estrategia expresiva tiene en Miguel Catalán (Valencia,1958-2019) un cultivador vehemente. Doctor en Filosofía, profesor universitario y ensayista, su cosecha paremiológica abarca seis entregas dedicadas al género. Todas se compilan en el volumen Suma breve. El trayecto completo abarca desde 2001 hasta 2018, un intervalo conformado por las ediciones El sol de medianoche (2001), La nada griega (2013), La ventana invertida (2014) y el aporte inédito que añaden tres conjuntos que anticiparon textos en revistas, Así es imposible, El altar del olvido y Paréntesis vacío.
  El conjunto permite definir con lúcida solvencia el carácter ontológico del aforismo y su evolución en el discurrir. El término siempre está vinculado a un territorio de intersección entre literatura y filosofía que es base común de todas las entregas. Así lo recuerda el texto de apertura de José Montoya Sáez, quien también examina de cerca el concepto de paradoja como implosión del lugar común. A través de la paradoja se puede expresar la constante fluctuación del entorno social y humano; de esta forma adquiere un notable potencial subversivo en la contundente concisión de sus reflexiones.
  El aforismo postula la complejidad de su contenido, emprende en su decir una interpretación del sujeto y de la realidad externa, en la que sondea una continua búsqueda de sentido. Su exigencia estética se asoma a los estantes de la verdad, con lo que adquiere en su definición una cierta claridad metafísica al intentar captar la significación de la experiencia. El texto se llena de matices, de este modo dentro del material común del género cada libro presenta rasgos específicos, aunque estos a veces sean contradictorios o definan estados de ánimo dispares, como si en su amanecida la escritura plegara pasos a la condición de ser.
   Ya se ha comentado que el primer paso aforístico de Miguel Catalán es El Sol de medianoche. El fenómeno natural observable en las proximidades de las geografías polares ejemplifica bien la antítesis y los contrastes. Esa visión de lo claro en la noche que prolonga el día entre la sombra. Desde el inicio, Miguel catalán asume el desvelo incansable del observador. Sabe que el comportamiento del yo es reflejo de las actitudes aleatorias del otro; por tanto es necesario sondear su sentido para que el aprendizaje surta efectos interiores. Nada de lo humano resulta ajeno; de ahí que la ética sea siempre un relevante proceso reconstructivo. Pero hay que evitar los juicios sumarios, revestir las opiniones de calidez y argumentar con el tacto sosegado de quien sabe, como Marcel Proust, que “cualquier idea clara tiene el mismo grado de confusión que las nuestras”.
  El corpus textual, tras la entrega epifánica, abre un largo tiempo de silencio de más de doce años, pero ese acantilado temporal no varía el paisaje y su cartografía meditativa. Como si quien escribe apostara por una senda coherente, los aforismos caminan de un asunto a otro, con un paso constante. De cuando en cuando varían los ingredientes para que nunca pierdan fuerza meditativa. O hacen del humor una ventana para que salga al día la carcajada: ”ANUNCIO POR PALABRAS. Se pintan casas a domicilio”.
    Como un regalo lector se recibe el material inédito de Suma breve, cuya voz siempre en guardia otea el paisaje frente a la opinión recibida y común. Los textos, breves y lapidarios, aunque a veces con un tallo argumental que los aproxima al microrrelato, marcan linden a la experiencia en su etapa de madurez. Más allá del contraste y del juego de palabras, apuntan una unidad vertebradora que confirma la permanencia del ser frente a una realidad mudable, propicia al desmontaje. La lógica interna del yo resiste la extrañeza, abre el paraguas frente a la intemperie de la contradicción y defiende la razón como brújula para buscar el norte del sentido.
   Suma breve descubre el excelente volumen conceptual del decir fragmentario de Miguel Catalán. Apunta que la lógica no es un logro en sí sino una aspiración que se aplica en solventar las contradicciones de la existencia. sobrelleva el discurrir bajo un cielo informe de nubes y claros, que obliga a caminar bajo el paraguas desplegado de la introspección. Así nace un quehacer continuo, atomizado, fresco, que tiene la claridad del manantial, esa sensibilidad que aleja la sed y empuja a sumar sin cansancio pasos nuevos. 

JOSÉ LUIS MORANTE




 

martes, 26 de octubre de 2021

DICCIONARIO PRIVADO

Notas a mano

 

DICCIONARIO PRIVADO
 
A Miguel Catalán,
con mi gratitud
 por su Diccionario Lacónico
 
 
Alas: Fisuras donde convergen tierra y cielo.
 
Amistad: paréntesis sentimental que imita la mudanza solar del girasol.
 
Certeza: perfil ilusorio de una opinión.
 
Envés: refugio donde celebramos conversaciones amicales con los que nos odian.
 
Metro: transporte colectivo donde viaja la soledad a solas.
 
Nube: tierra firme del sueño.
 
Sed: utilidad del jugo transparente.
 
Pedestal: altura migratoria que anticipa el salto al vacío.
 
Aforismos de definición


 
 
 

viernes, 14 de mayo de 2021

MIGUEL CATALÁN. DICCIONARIO LACÓNICO

Diccionario Lacónico
Miguel Catalán
Ediciones Sequitur
Madrid, 2019

UNA RELECTURA BÁSICA

   Los años de estudio sobre la codificación expresiva del aforismo y su definición como género central del espacio creador contemporáneo han requerido una necesaria cimentación teórica. Poco a poco la indigencia de bibliografía de calidad se ha ido diluyendo gracias al importante quehacer de algunos ensayistas e investigadores, entre los que siempre está presente Miguel Catalán (Valencia, 1958-2019), cuyos libros requieren un contacto lector permanente. Doctor en Filosofía, profesor universitario y ensayista, Miguel Catalán es uno de los referentes esenciales de la brevedad concisa. Sus textos liliputienses, compilados por la editorial Trea en 2018, en el volumen integral Suma breve, definen una geografía reflexiva repleta de rincones de interés. De ese afán sostenido por el ejercicio de síntesis parte Diccionario Lacónico (Sequitur, 2019) amplio libro de palabras y definiciones que aglutina etimología, semántica, concisión poética, humorismo, greguerías y filosofía existencial.
   Las definiciones recurren al orden alfabético tradicional para elaborar conceptos que concentran acepciones diversas. De este modo, el significado de las palabras abre ventanas al asombro para explicar el contacto sensorial con el mundo y las cosas. Se trata de mantener los ojos abiertos hacia dentro. En este quehacer de sondeo terminológico la percepción remueve el granero del idioma para que amanezcan magmas en formación; materiales del lenguaje capaces de extender sedimentaciones originales frente al lugar común. Cada definición postula una identidad conceptual trascendida, un esfuerzo capaz de mostrar relieve y diferencias; abre incisiones que convulsionan la imaginación. Pero ese quehacer no solo se basa en la enunciación y en el empeño descriptivo sino también en una labor de poda. Se despoja al término de cualquier adherencia para dar otra vértebra sustentadora, aun sabiendo que la definición exacta y concluyente es aspiración e ideal. Solo se constata en la página algún reflejo de la exactitud.
   Miguel Catalán sospecha que el impulso germinal de esta obra está en el pasado y en el estudio de algún tratado de lingüística. Es difícil no encontrar afinidades con la ironía y el sarcasmo de Ambrose Bierce y con el amplio listado de lecturas de autores epigramáticos que constituyen materia habitual del atril de estudio. Su legado da origen a abundantes calas etimológicas. Además de esas fuentes primarias, el escritor ha reunido citas y pensamientos ajenos que se suman al cuerpo de la obra con la libre voluntad de la bibliografía disponible, haciendo de las voces del lenguaje una traslación semántica condensada.
  Concluye así una tarea lenta, un puente que une palabras y que mostró sus quehaceres en la novela autobiográfica Perdendosi (Carena Books, 2016). Como recordará el lector, en ese relato autobiográfico, donde germinan recuerdos y reflexiones sobre la identidad y la pérdida, se alude al poder del lenguaje como estrategia de permanencia, capaz de salvar el devenir cronológico y la distancia.
   Dado el peculiar ritmo de lectura que requiere un diccionario, el autor ha incluido una recolección práctica de abreviaturas, complementada en el epílogo con una tabla de citas. Diccionarios y enciclopedias alzan cartografías que alojan acepciones y usos nuevos del habla comunitario, Miguel Catalán refuerza esta cualidad intrínseca con vocablos escogidos, tras un amplio diálogo con la semántica del decir fragmentario. Así nacen circunvoluciones de amanecida en torno a las palabras que acreditan perspectivas y enfoques singulares. Son pequeñas dosis de sabiduría, mutaciones del lenguaje y sus procesos. Promueven un paciente diálogo entre el ser transitorio de la realidad, con su poblado universo de objetos y elementos, y las convenciones de la palabra para responder a lo contingente. Crean el espejismo de la permanencia, ese largo sueño que la voluntad emprende cada día.
 
José Luis Morante
















sábado, 3 de abril de 2021

MIGUEL CATALÁN. EN ESTADO DE GRACIA

En estado de gracia
Miguel Catalán
Editorial Verbum
Colección Narrativa
La Poveda, Arganda del Rey, Madrid, 2021

 

ITINERARIOS DE TINTA

 

   La dimensión literaria de Miguel Catalán (Valencia,1958-2019), Doctor en Filosofía, docente universitario, ensayista, colaborador de prensa y autor de una abundante cosecha lacónica compilada en el volumen Suma breve, dejó inéditos quehaceres del taller que María Picazo, pareja sentimental, colaboradora necesaria y eficaz expresión de continuidad, conduce con tesón a los campos abiertos de la lectura. Así sucede con la novela En estado de gracia, integrada en el catálogo de Narrativa de Editorial Verbum, el molde que da forma, sin fracturas, a varias entregas de Miguel Catalán.
   Como si la consecución de la felicidad fuera meta final y sedentario viaje existencial que deposita en la inactividad de la ataraxia, el novelista deja como pórtico de En estado de gracia una cita especulativa del aforista esloveno Zarko Petan: “¿Sobre qué podría escribir un escritor feliz?”
    La mano autorial opta por el verbo directo de la primera persona para ofrecer la historia de una vocación literaria, la del joven Teo Barbosa, cuyo detonante apresurado es la febril lectura de El jugador, de F. Dostoyevski. Tan vehemente tarea necesita el refrendo del experto, en este caso Don Armando Copero, orondo profesor de Literatura, quien tiene un nítido aire de familia con la humanidad desparramada de Lezama Lima. Esa pulsión de búsqueda de horizontes literarios de Mateo Barbosa, prolífico retrato de cualidades personales, tiene un aplicado testigo, Ramón Borrego Chamorro, convertido en voz narrativa y enfermo también del virus creativo. El desengañado profesor no tarda en poner a la sombra la infección literaria de Barbosa porque defiende que el fermento de la página escrita es la experiencia vital con su cúmulo de erosiones, derrumbes y pérdidas, un patrimonio desconocido para quien dispone de una prolija cosecha de dones innatos y de un paraíso familiar que protege su estar diario. Don Armando profetiza que solo desde los sillares del fracaso nace la letra fuerte, la que perdura como el sol de medianoche; y son muchos los referentes culturales citados, que iluminan con luz firme la teoría.
   Miguel Catalán opta por pluralizar el enfoque narrativo y cede pronto la palabra a Teo Barbosa; este viaje interior al pensar de Teo permite aprehender su perspectiva vital, esa ausencia de zonas de sombra que ha propiciado una vida fácil, aparentemente insulsa, como si su cadencia no experimentara distorsiones. Por tanto, si la escritura es compensación, solo es posible la obra de arte en biografías castigadas por la intemperie. Y no es el caso de Barbosa, dado a la elitista comodidad, con puerta abierta a la satisfacción del deseo y con el apoyo de Ramón Borrego que, de nuevo toma la palabra, para seguir buscando menesterosos y desabridos como Cervantes, Quevedo, Góngora, rescatados de la historia por la erudición memoriosa del profesor Ropero.
   El humor florece fuerte cuando ambos jóvenes intentan modificar la genética de sus destinos. Barbosa, rico y malcriado, aspira a la desgracias y Borrego, gañán superviviente de la barbarie paterna y pueblerina, está obsesionado por formar parte de un estamento social más solvente, capaz de enmendar una realidad desapacible. Y en esta paradoja, Miguel Catalán nos deja instantáneas vitales de carácter, que provocan de inmediato un cálido disfrute lector.
   En la contundente bonanza de Teo no hay ángulos oscuros. La felicidad abre las manos con activa complacencia y sin intemperies de límites difusos y de cimentación movediza. El aprendiz de autor personifica una sonada paradoja existencial: es feliz y eso le frustra porque supone, como escribiera Antón Chéjov, en cita rescatada por Miguel Catalán que “el descontento consigo mismo constituye un elemento básico del verdadero talento”. Si la semilla de la creación son los surcos abiertos por el fracaso, las estrategias de Teo y Ramón acabarán alzando dos trincheras opuestas. Eso da pie a protagonizar escenas hilarantes, contradictorias, que son enunciados representativos de sus aspiraciones juveniles.
   La veta narrativa de Miguel Catalán ha sido considerada como un vector secundario, frente al magno trayecto de Seudología o la ajustada partitura de los aforismos de Suma breve. La ficción En estado de gracia descubre en su estructura lineal la autonomía de un excelente narrador. Catalán es un aplicado moldeador de caracteres. Con atenta inspiración, completa un hilo argumental de gran riqueza, salpicado de carga erudita y dispuesto al contraste vital entre dos personajes unidos por la amistad y el afán de la escritura. La novela En estado de gracia ilumina la travesía ficcional de un escritor múltiple. En ella aflora la voluntad dispuesta de quien sabe que escribir no es una vocación sino una reflexión objetiva sobre el compromiso literario y su estética, esa perseverancia para llegar a tierra firme cuando no hay suelo.

JOSÉ LUIS MORANTE

domingo, 17 de enero de 2021

MIGUEL CATALÁN. SUMA BREVE

Suma breve
Pensamiento breve reunido 
(2001-2018)
Miguel Catalán
Prólogo de  José Montoya Sáenz
Ediciones Trea / Aforismo
Somonte Cenero, Gijón, Asuturias, 2018


ELOGIO DE LA PARADOJA 

El momento cenital del aforismo como estrategia expresiva tiene en Miguel Catalán (Valencia,1958) un cultivador vehemente. Doctor en Filosofía, profesor universitario y ensayista, su cosecha paremiológica abarca seis entregas dedicadas al género. Todas se compilan en el volumen Suma breve. El trayecto completo abarca desde 2001 hasta 2018, un intervalo conformado por las ediciones El sol de medianoche (2001), La nada griega (2013), La ventana invertida (2014) y el aporte inédito que añaden tres conjuntos que anticiparon textos en revistas, Así es imposible, El altar del olvido y Paréntesis vacío.
  El conjunto permite definir con lúcida solvencia el carácter ontológico del aforismo y su evolución en el discurrir. El término siempre está vinculado a un territorio de intersección entre literatura y filosofía que es base común de todas las entregas. Así lo recuerda el texto de apertura de José Montoya Sáez, quien también examina de cerca el concepto de paradoja como implosión del lugar común. A través de la paradoja se puede expresar la constante fluctuación del entorno social y humano; de esta forma adquiere un notable potencial subversivo en la contundente concisión de sus reflexiones.
 El aforismo postula la complejidad de su contenido, emprende en su decir una interpretación del sujeto y de la realidad externa, en la que sondea una continua búsqueda de sentido. Su exigencia estética se asoma a los estantes de la verdad, con lo que adquiere en su definición una cierta claridad metafísica al intentar captar la significación de la experiencia. El texto se llena de matices, de este modo dentro del material común del género cada libro presenta rasgos específicos, aunque estos a veces sean contradictorios o definan estados de ánimo dispares, como si en su amanecida la escritura plegara pasos a la condición de ser.
   Ya se ha comentado que el primer paso aforístico de Miguel Catalán es El Sol de medianoche. El fenómeno natural observable en las proximidades de las geografías polares ejemplifica bien la antítesis y los contrastes. Esa visión de lo claro en la noche que prolonga el día entre la sombra. Miguel Catalán asume el desvelo incansable del observador. Sabe que el comportamiento del yo es reflejo de las actitudes aleatorias del otro; por tanto es necesario sondear su sentido para que el aprendizaje surta efectos interiores. Nada de lo humano resulta ajeno; de ahí que la ética sea siempre un relevante proceso reconstructivo. Pero hay que evitar los juicios sumarios, revestir las opiniones de calidez y argumentar con el tacto sosegado de quien sabe, como Marcel Proust, que “cualquier idea clara tiene el mismo grado de confusión que las nuestras”.
  El corpus textual, tras la entrega epifánica, abre un largo tiempo de silencio de más de doce años. Ese acantilado temporal no varía el paisaje y su cartografía meditativa. Como si el autor apostara por una senda coherente, los aforismos caminan de un asunto a otro, con paso constante. De cuando en cuando varían los ingredientes para que nunca pierdan fuerza meditativa. O hacen del humor una ventana para que salga al día la carcajada: ”ANUNCIO POR PALABRAS. Se pintan casas a domicilio”.
   Como un regalo lector se recibe el material inédito de Suma breve, cuya voz siempre en guardia otea el paisaje frente a la opinión recibida y común. Los textos, breves y lapidarios, aunque a veces con un tallo argumental que los aproxima al microrrelato, marcan linden a la experiencia en su etapa de madurez. Más allá del contraste y del juego de palabras, apuntan una unidad vertebradora que confirma la permanencia del ser frente a una realidad mudable, propicia al desmontaje. La lógica interna del yo resiste la extrañeza, abre el paraguas frente a la intemperie de la contradicción y defiende la razón como brújula, para buscar el norte del sentido.
  Suma breve descubre el excelente volumen conceptual del decir fragmentario de Miguel Catalán. Apunta que la lógica no es un logro en sí sino una aspiración aplicada en solventar peraltes existenciales. Sobrelleva el discurrir, un cielo informe de nubes y claros que obliga a caminar bajo el paraguas desplegado de la introspección. Así nace un quehacer atomizado, fresco, que tiene la claridad del manantial, esa sensibilidad que aleja la sed y empuja a sumar sin cansancio pasos nuevos, la inteligencia práctica de la paradoja.

 


lunes, 7 de septiembre de 2020

MIGUEL CATALÁN. LA MENTIRA BENÉFICA (Seudología XIII)

La mentira benéfica
Seudología XIII
Miguel Catalán
Ediciones Verbum / Minor
Arganda del Rey, Madrid, 2020


ÉTICA DE LA FALSÍA


   Trayecto completo. Miguel Catalán (Valencia, 1958-2019) cultivador vehemente del aforismo, doctor en Filosofía, profesor universitario y ensayista concluye con La mentira benéfica la indagación monográfica Seudología, un quehacer activo sobre la ética de la falsía, que abarca trece volúmenes. El paisaje completo, desde El prestigio de la lejanía hasta La mentira benéfica, explora, con perseverante solvencia, la ontología de la falsedad y sus diferentes matices. Las arenas movedizas de las relaciones sociales tienen un notable potencial subversivo, regulan la vinculación del sujeto con su propia coherencia moral, siempre en constante fluctuación por la densa gravedad de las circunstancias.
  La mentira y su experimentado devenir postulan la complejidad del trazado de causas y efectos. Requieren una interpretación de la sensibilidad del yo y la realidad externa. La conciencia indagatoria se asoma a los estantes de la verdad para encontrar cierta claridad metafísica y captar la significación de la experiencia existencial Pero la conducta se llena de recodos, presenta rasgos específicos que excluyen el universalismo, aunque sean contradictorios o definan estados de ánimo dispares, como si en su amanecida la escritura plegara pasos a la condición de ser.
   Miguel Catalán recurre al nihilismo existencial del novelista uruguayo Juan Carlos Onetti para buscar la paradójica cita de entrada: “Se dice que hay varias maneras de mentir, pero la más repugnante de todas es decir la verdad, ocultando el alma de los hechos”. El filósofo también añade una introducción afectiva a esta última entrega que constituye una reflexión, teñida de nostalgia,  sobre el largo viaje creador y sobre los apoyos que han dado fuerza renovada al ser dubitativo. Sabe que el amor es la esencia y por eso no duda en cerrar su prólogo con estas palabras: “Para la realización  del tratado en su conjunto solo puedo expresar mi gratitud al amor constante durante 40 años de María Picazo, mi esposa. Solo su devoción personal y su eficacia diaria para despejarme el camino han permitido que visitara todos los lugares de interés de este largo viaje por el reino de la imaginación”.
   El oxímoron del título requiere un sondeo conceptual. Frente al rigorismo que condena siempre la mentira, Miiguel Catalán se muestra permisivo con la mentira benéfica por su carácter altruista que busca de forma natural la creación de efectos interiores satisfactorios. Hay que evitar el dogmatismo sumario y entender el tacto sosegado del engaño altruista, que pretende la protección del sujeto engañado; la mejora de su geografía afectiva. El ensayista estudia la práctica de la mentira benefactora en varios ámbitos, desde la vida doméstica de la pareja y el entorno familiar y afectivo más cercano, hasta los callejones saturados de la vida social. En cada uno de los tramos, la reflexión filosófica condensa ejemplos del periplo cultural y secuencias anecdóticas de la autobiografía. Surge así un entrelazado indagatorio que sirve para decodificar el sentido de nuestros actos. Cada sujeto camina por una circunvalación ética que añade al tramo avances y pausas, retrocesos y atajos
   De especial interés metaliterario es el apartado “El espíritu sanador de las artes y las letras”, donde Miguel Catalán consigna la capacidad de transfiguración del acto creativo, esforzado en crear una realidad menos deprimente, y más cercana al ideal. El creador abre la puerta a una función tonificante
 y benigna, capaz de crear espejismos benefactores. El arte postula una ilusión de permanencia en el tiempo negando las grietas prematuras de lo transitorio; otorga a la existencia estímulos de conocimiento y verdad. Del mismo modo, las letras en sus diferentes estrategias formales, desde los mitos y cuentos infantiles, hasta las sendas de la poesía, el teatro y la ficción narrativa dejan entre los ojos del lector el jardín imposible de la utopía, proporcionan emociones y sentimientos, acercan aquellas sensaciones que dejan una luz de amanecida en la rutina gris de lo diario.
  Los materiales compilados en La mentira benéfica cierran un ciclo creador irrepetible: Finis operis. El tallo argumental se hace fronda y fruto para mostrar al completo el saber del bosque, los claros de madurez y sosiego. Más allá del contraste abierto por las bifurcaciones de estas trece entregas, Seudología apunta una unidad vertebradora; confirma la permanencia en el presente de la cuestión central: la mentira manifiesta en el existir las sombras de una realidad mudable, propicia al desconcierto y la angustia.
   Este último paso del quehacer filosófico de Miguel Catalán deja también el emotivo refrendo de su memoria: “la obra bien hecha permite al menos la supervivencia del espíritu”.




miércoles, 26 de agosto de 2020

DEFINICIONES Y ALGAS

Epidermis



DEFINICIONES Y ALGAS

A Miguel Catalán,
con el recuerdo intacto, y con mi gratitud
 por formar parte de su "Diccionario lacónico" 


Aforismo: deslumbre.

Andamios: siembra de muros y ruinas.

Cuerpo: elemento natural con el que se mantiene una relación transitoria.

Deterioro:  zumo nutricio de la senectud.

Ella: concentración de inteligencias, no exenta de efectos secundarios.

Espectador: quehacer habitual del jubilado inconformista.

Espejismo: versión en blanco y negro de la propia identidad.

Extranjero:  desasosiego interno cuando estoy conmigo.

Imprecisa: área de emplazamiento de cualquier utopía.

Inapelable: sabiduría conclusiva que despierta lo dormido.

Memoria: narradora caótica. Tráfico intenso  de recuerdos que colisionan.

Nacionalismo: Soporte conceptual híbrido, sin ADN conocido.

Niebla: distorsión ocular con pretensiones estéticas.

Ombligo: punto central en la fisiología del vanidoso.

Semilla: gesto cordial donde se dan la mano tiempo y árbol.

Sombrilla: púlpito discursivo de la pereza.

Utopía:  vuelo vertical con alas de cera.

Verano:  pausa larga en las constantes vitales.

Viaje: impulso narrativo que germina al regreso.

(Agosto de 2018)



lunes, 13 de julio de 2020

MIGUEL CATALÁN. LA TRAICIÓN

La traición
Seudología XII
Miguel Catalán
Editorial Verbum 
Madrid, 2020

TREINTA MONEDAS


   Nunca parece cerrarse ese deambular circular sobre la idea de si la literatura es útil y tiene capacidad para generar dinámicas de conciencia y compromiso en la sociedad. Desde la convicción de que la escritura trasciende siempre el sentido estético, Miguel Catalán (Valencia, 1958-2019) impulsó las vetas imaginativas de una extensa tarea. En ella se relacionan facetas complementarias como los aforismos, reunidos en Suma breve (Trea, 2019) y en el conjunto póstumo Suma y sigue (Libros al Albur, 2019), la senda narrativa, aglutinadora de cuatro ficciones largas y tres libros de cuentos, el ensayo y las piezas de Seudología, marco teórico sobre la falsedad. Del tratado han aparecido hasta la fecha once peldaños, cuya altura teórica ha conseguido encomiables reconocimientos: los Premios de ensayo Juan Gil-Albert y Alfons El Magnànim, o el Premio de Ensayo e Investigación Juan Andrés, junto al Premio de la Crítica valenciana.
   Ya en el tramo de cierre de la indagación filosófica, La traición constituye la décimo segunda entrega del tratado Seudología sobre las prácticas lesivas del engaño moral, que tendrá como epílogo conclusivo el volumen La mentira benéfica. Miguel Catalán emprende el sondeo con una cartografía clarificadora, que estudia rasgos definitorios de la traición, la ruptura del nosotros, la conducta desleal a la propia identidad y los referentes históricos culturales más paradigmáticos de la simulación moral personalizados en Judas Iscariote. Aquel destinatario de las treinta monedas se ha convertido en símbolo máximo de la conducta traidora, como aglutinador de motivos y condiciones que impulsan a la indignidad. Su estar supone la ruptura unilateral de un vínculo de cercanía discipular, generosidad y aprendizaje.  
  El itinerario meditativo de Miguel Catalán comienza con los trazos definitorios de esta actitud y recuerda una clarificadora cita de Pío Rossi: “Generalmente, son nuestros mejores amigos quienes nos traicionan”. Evoca una historia real, con las pertinentes veladuras nominales, para contextualizar una situación frecuente que sirve como umbral y perspectiva abierta de la acción moral. La traición crea una repulsa inmediata porque nace en el ámbito de la amistad, la confianza personal y el afecto íntimo, lo que hace más fácil socavar cualquier estrategia defensiva frente a la hostilidad exterior.
  La decepción de expectativas ante el nosotros recupera dos secuencias del presente muy conocidas por los lectores, que afectan a la moral colectiva: el Informe McNamara y los papeles de Wikileaks. Ambas comparten similares conceptos reflexivos, ya que nacen desde la filtración de documentos confidenciales que supuestamente afectan a la seguridad del estado. Ponen en conflicto la libertad de expresión individual y su sentido ético y los intereses de la nación. De esta manera, se plantea la dualidad de juicios entre quien se siente obligado por sus convicciones morales a denunciar actitudes supuestamente delictivas y la reacción generadora del poder que considera estos hechos como alta traición, engaño, crimen y delito. Se abre así un territorio reflexivo que se acerca a la perversión moral y a la construcción de una verdad interesada de lo social. El estado exige la preservación de una apariencia y el sostén de la necesidad histórica. La luz idealizada del interés colectivo oculta en la penumbra la represión, la violencia de estado y la censura.
   La figura de Judas Iscariote, el apóstol traidor, resulta paradigmática en la tradición occidental. Su pacto con los perseguidores de Jesús de Nazaret personaliza las huellas de la infamia, una huida hacia adelante que genera actitudes hipócritas de fingimiento permanente con el objetivo de salvar la imagen social. Judas Iscariote es el beso y la delación.
   Desde el aporte cultural, pero también a partir de situaciones cotidianas que emanan de la realidad más inmediata, Miguel Catalán desenmascara la infamia moral de la traición. Desglosa sus identificaciones en la Historia y en este periodo digital, a menudo oscuro e incomprensible. De este modo, en esta puerta de Seudología, el filósofo valenciano prosigue su empeño de abordar una ética construida con la inteligencia, en la que guarda sitio al humanismo. La sabiduría vital de Miguel Catalán recuerda que no se trata de encerrar dogmas en la cápsula del tiempo sino de hacer de la exigencia moral un presente continuo, el sustento activo de las relaciones personales y la lealtad mutua.

JOSÉ LUIS MORANTE