Duelo y utopía Poemas para Federico María Teresa Machado Editorial Isla Negra Colección Filo de Fuego San Juan, Puerto Rico, 2021 |
MEMORIA Y SUEÑO
Generosas y próximas al legado vivo del poema, las palabras dejan sus frutos al sol, su nube en vuelo de memoria y sueño. Así nos llega el contenido homenaje de Duelo y utopía en el que María Teresa Machado recorre el espejo sosegado de la identidad literaria de Lorca para ofrecer un emotivo retrato atemporal. La evocación recorre un espacio intimista, donde se recupera la inquietud del silencio y la ausencia para rescatar la pervivencia intacta de lo que nunca se ha perdido. Desde el primer poema “La inquietud, el duelo y las palabras”, retorna con claridad diáfana la memoria truncada por la finitud: “Es primavera / y la puta muerte se pasea hambrienta por las calles / estirándose, prolongándose, difuminándose, / silenciando el ruido que brota / de todas y de ninguna parte como un oxímoron…”.
La copiosa lluvia del dolor refuerza la semántica emotiva del poemario y ese desdoblamiento personal entre el recuerdo del poeta y la presencia afectiva del homónimo, Fede, el músico. Las composiciones resaltan el nítido periplo de las escalas musicales y su manera natural de conformar armonía y belleza en el discurrir de lo cotidiano, conformando un entrelazado de sentimientos y emociones. Funciona como antídoto contra los sueños erosionados y la incertidumbre: “Tu música sostiene mis hilos de cordura. / Iluminas cada cuarto y cada esquina desde la cual sobrevivo”. Esos vínculos tendidos construyen un refugio sentimental fuerte, capaz de soportar la intemperie: “Eres un latido que rompe la noche en sus cimientos. / Eres el rezo a una deidad recuperada. / Con ella pactamos la inexistencia del olvido”.
El contenido argumental caligrafía en el homenaje la condición temporalista de la existencia. Todavía queda mucho por decir y a ello se aplica el yo poético en medio de un entorno distópico, de calles vaciadas y restos de ceniza bajo los párpados. Se enlaza el recuerdo del pasado con la geografía sentimental de ahora; si el poeta ya no está, sí resulta presencia singular el músico -Fede- como destinatario del deseo. La relación con el yo poético muestra la importancia esencial de la música, generadora de sentimientos y amparo. Las partituras son capaces de construir un refugio vital que es continuo soporte en el tránsito existencial de luces y sombras. Los acordes abren el corazón y dejan la mirada limpia y luminosa para que sea el amor un un latido coral que manifiesta el sentir de la conciencia: “Tu partitura recuerda a mi corazón / que las combinaciones musicales son infinitas. / En medio de este caos de urnas vacías y ataúdes sin despedidas / mi mirada quiere abrazarte en un adagio. / Y mi cuerpo es una sinfonía total para quererte. “
La escritura de “Nacer de nuevo” y “Ni brújulas ni almanaques” hace del verso una celebración de erotismo y deseo. Del estar compartido germina una nueva mirada ante la realidad vivida, que siempre se conforma efímera y transitoria: “Mi sed de ti se empeña en la búsqueda / de un poema musical que te exprese. / Insisto en encontrarte en las palabras / pero te me escapas en todos los bemoles”
Pero también la ausencia habita entre los pliegues de la memoria y queda la sospecha de que todo fuera un sueño, una utopía desvelada en el insomnio que se apagara en solo un instante. La presencia del ser amado acrecienta sensaciones de incertidumbre y enigma. De nuevo el recuerdo de Federico y su temprana muerte dicta los latidos del poema final que busca en sus versos la caligrafía tanteante del regreso y la quemazón del deseo cumplido.
María Teresa Machado establece en Duelo y utopía un cálido homenaje al poeta de Granada. Más que la rememoración del entorno biográfico, nos deja la cadencia de una complicidad lectora en la que la música se convierte en territorio compartido. Esta visión de la poesía nos muestra el diario íntimo de amor, cuyas anotaciones componen un pentagrama de sensaciones y vivencias, de imágenes que simbolizan el discurso vibrante de la vida que fluye, que abre camino al núcleo sentimental del ser humano en su viaje por la intimidad.
JOSÉ LUIS MORANTE
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