jueves, 17 de agosto de 2023

UNA CONVERSACIÓN CON EFI CUBERO


Efi Cubero
Fotografía
 de
Alfonso Quiñones Huedo
Archivo personal de la escritora 


 LA SOLEDAD GOZOSA

(Entrevista con Efi Cubero)


Nacida en Granja de Torrehermosa (Badajoz), Efi Cubero hace de su quehacer literario un trayecto singular que fortalece la voluntad de aislamiento y el despegue de modas, etiquetas reductivas y grupos. Los libros crecen como árboles en la llanura, en soledad gozosa 

Reconocida como poeta, ensayista y narradora, ha realizado estudios de Historia del Arte, Lengua y Literatura en Barcelona donde residió desde niña hasta hace poco tiempo. 

Autora de los libros, entre otros, Fragmentos de exilio (1992), Altano (1995), Borrando márgenes (2004), La mirada en el limo (2005), Estados sucesivos (2008), Ultramar (2009), Condición del extraño (2013), Punto de apoyo (2014) Esencia (2019) y Solo inclasificable (2021)

Ha colaborado en varios libros de ensayos, por ejemplo, en los volúmenes de la Colección Arquitectura y Humanidades, dirigidos por María Elena Hernández Álvarez, de la UNAM, México, 2015- 2021. Numerosos poemas, ensayos, narraciones y entrevistas a personajes del mundo del arte, la ciencia y la literatura le han sido publicadas en diferentes antologías y en revistas académicas de pensamiento o literarias de España, Europa y América.

Su estancia en Barcelona coincide con un abrumador despliegue de iniciativas culturales que convierte a la ciudad en epicentro literario del país. ¿Qué recuerdos guarda de esa etapa vital?

Un recuerdo gratísimo e inolvidable. Barcelona fue mi lugar de residencia y de formación desde los once años. Una ciudad abierta al mundo y a las vanguardias, de una riqueza cultural asombrosa y muy viva. Mi centro vital de estudios y aprendizaje. Allí fui corresponsal de Frontera y ejercí durante años como crítica de arte para Revistart y otras publicaciones, y tuve amigos extraordinarios y fieles hasta el final como José Agustín Goytisolo y su mujer Asunción Carandell, por ejemplo; o su hija Julia a la que quiero mucho, Carme Riera, José María Valverde y Pilar Gefaell, Arnau Puig, Joan Brossa, Rufino Mesa... Sería interminable citarlos a todos, fueron muchos y muy buenos. Hace muy poco tiempo volví de nuevo a mi tierra de origen, Extremadura, pero en esa ciudad sigue residiendo toda mi familia, y buena parte de mis amistades de siempre. Desde allí conocí gran parte del vasto mundo, tuve dos hijas a las que adoro, junto al amor de mi vida, Alfonso. Un solo amor que lo será por siempre, aunque ya no esté entre nosotros. 

En cada una de sus entregas hay una perspectiva distinta, pero a mi modo de ver todas tienen en común el sustrato meditativo y esa semántica de extrañeza de quien percibe en la existencia un horizonte de puntos de fuga. ¿Hay un magma común en su estela poética?

Concibo mi propia obra como un Todo donde no existen cronologías de tiempos ni de espacios. Y, efectivamente, esa acuñación de poesía de la extrañeza es lo que sin duda la define, o me define. Somos extraños los creadores. Buscamos la esencia pero estamos muy atentos a la realidad del mundo. Ante lo que escribo y creo, siempre estoy desnuda y cuando se establecen los vínculos precisos entre esa conjunción de latido, pensamiento, alma, imagen, palabra, emoción, experiencia, hondura existencial, naturaleza y conocimiento, junto a la tensión expresiva entre el desasosiego y la calma, deviene ese "todo" que puede ser muy bien el punto de fuga que me permite avanzar hacia lo que no tiene fronteras ni las desea. Escribo desde el presente sin obviar el pasado ni ignorar el futuro. Intento hacerlo desde mi propia e irreductible verdad, con hondura y sentido. Lo que persigo siempre es lo inimitable, e inclasificable. Ese SOLO.

El molde formal de su poesía tiene un claro sentido clásico, como si la experiencia vital necesitara el contrapunto del acervo cultural y la lectura. ¿La tradición es siempre una presencia continua?

La tradición es sin duda un sedimento que no hay que perder de vista como base o cimiento de algo profundo y sólido. Para fundar algo nuevo hay que conocer primero muy bien el palimpsesto de la herencia común. El don de la extrañeza, que es decir del poema, te lo conceden. Un poeta verdadero lo sabe, pero ha de merecerlo. Si esa semilla o germen se arroja al pedregal, no vale nada. La tradición hay que asumirla pero para abrir nuevos cauces y sentir tu propia voz sin referentes que lastren, de lo contrario te aplastaría.

Stéphane Lupasco dice en “Las tres materias”: “La elección en el fondo, se hace entre el sueño y la muerte” y, en ese principio de contradicción, aclara que ante la gigantesca acumulación de hechos que la memoria registra, el sueño aparece como la anti memoria donde los acontecimientos no siguen el mismo ritmo o el mismo orden que estos tienen en la vida normal. Son algo así como metamorfosis permanentes de lo vivido. El sueño de la poesía fracciona,  disgrega, trasciende y transforma esa masa de recuerdos sin fin que llamamos la vida despierta. El sueño lo reduce todo a lo esencial, a lo soportable. Frente a la tradición, sin descuidarla, el sueño subversivo del poema no omite la realidad porque, en realidad: ¿qué es la realidad, o a qué llamamos realidad?

Aunque escribe crítica y ensayo y ha realizado excelentes entrevistas, ¿la poesía es estación central de su quehacer literario? En el poema existen una amplia variedad de enfoques, pero yo mantengo una certeza limpia: sin emoción no hay poesía. ¿Comparte esta reflexión?

Efectivamente la poesía es mi mundo. Lo que me habita y donde habito desde que me conozco. Todo lo que hago está atravesado por ella. Mi extrañeza. 

Mi vida gira y ha girado siempre en torno a ese misterio o enigma que no hace concesiones y se sostiene en un despojamiento en el decir que no admite jamás palabrería.  En realidad es casi como un suicidio metafórico, un “desnudar el misterio de lanzarse al vacío. / Darse de bruces con su propio fondo.” Como afirmo en uno de mis poemas. 

Comparto absolutamente su opinión. Sin emoción la poesía es sin duda otra cosa. La poesía ha de latir, vibrar con lo que somos, un yo que no es solamente privativo, sino universal, sin tiempos, ni épocas. Ese nosotros  que es un legado inmaterial y tan hondamente humano.

Todo poeta fortalece un mundo propio, una senda de temas recurrentes; en síntesis, ¿Cuáles son los vértices esenciales de su obra poética?

En primer lugar, como dejé apuntado, la extrañeza de ser y de vivir. Soy nómada y fronteriza a la vez y desde ese filo incierto hallo la autenticidad de esta andadura existencial. El enigma indivisible que sin duda somos. La creación es la vida y la vida es creación e interrogante.

Una vez escribí: ¿Cuándo acontece la poesía? En la soledad. En comunión con lo sagrado que nos enlaza al universo desde lo cotidiano. Es así mismo esta cosmogonía del interior lo que nos obliga a dialogar, con nuestro yo profundo y lo que nos envuelve, desde la intimidad más absoluta. El fuego ceremonial del que se reviste la poesía verdadera, desde los tiempos todos, sucede en ese instante mismo de la celebración que es también elegía. En la infinitud de un misterio donde todo respira sin imposturas. Es la vida y la muerte, la materia, el espíritu. Deambular por la red de las preguntas de este texto - tejido en la alta noche,  y por supuesto en la mañana clara. En un poema con autenticidad puede encontrarse todo: la pureza del barro, lo cotidiano, el manantial subterráneo del conocimiento, la música y el arte, la filosofía y hasta la teología. Talar lo irrelevante y desechar la hojarasca. Un poema existe como la vida, forma parte de ella, es la vida misma que arde consumiendo todo lo que nos sobra y azota lo que hiere. 

La vida en suma. Es acaso la "nada" pero esa "nada" de los místicos que lo contiene todo. Llegar a semejante inmensidad y deshacerse en ella para ser, sería para mí la máxima aspiración.

Como el arte en Esencia, la música adquiere un papel vertebrador en Solo inclasificable. ¿La belleza es un todo global que cobija en su mapa distintas parcelas estéticas? 

Así es. Bien, Verdad, Belleza. Máxima de los griegos y mi propia máxima, que no oculta el reverso de la sombra. Penetrar en una obra, sea presente o pasado, es atravesar los espejos desdoblados del tiempo y situarte al lado del artista mientras la está creando. Es la fascinación de la eternidad. Vibrar con lo que realmente trasciende al autor y al que lo escucha, lee o contempla. Para durar como las piedras, hay que soportar inclemencias, descifrar, encontrar y encontrarse. Para ser tan preciso y sutil como el aire hay que velar muchas armas, entablar batallas interiores, hacerse preguntas que jamás tendrán respuestas, caminar en la intemperie y sangrar tantas veces cumpliendo un destino…Ese fatum. Todas las artes parten de un mismo fondo. Ese desasosiego que nos enlaza, esa llama que siempre alumbra, pese a todo. Un regalo que casi nunca nos está destinado pues pertenece al Mundo, y una vez aventado ya no nos pertenece. Conscientes de esa certeza, caminamos creando.

¿Qué lazos ciñen ese abrazo entre música y poesía? 

Todo es música. La poesía la contiene en las palabras. La música existe desde el principio, desde el agua que cae sobre las hojas, el rumor del viento, la verdad del silencio que se escucha entre líneas. Todo.

La palabra resuena en los espacios dotada de armonía. Ese abrazo siempre será indivisible.

Se anuncia ya un nuevo trabajo poético; mi más cordial enhorabuena. ¿En qué momento editorial se encuentra?

Mil gracias. Sí, RIZOMA está casi a punto casi de ver la luz. El 14 de septiembre, según la Editorial Mahalta, arranca. Lleva un prólogo de excelencia del gran Javier del Prado Biezma. Para mayor comprensión transcribo parte de la nota que publico en el libro. “Rizoma comenzó a gestarse a partir de una conversación en mi casa de Granja de Torrehermosa con el poeta Francisco Caro que, como colaborador de la editorial Mahalta, me sugirió la idea de una amplia antología que yo misma seleccionase y que supusiera una muestra de la evolución de mis preocupaciones poéticas a lo largo del tiempo. Recuerdo que no tardé demasiado en aceptar el reto. Más tiempo me llevó, varios meses, la labor de selección y la incorporación de inéditos que la forman y se ofrecen.

La palabra Rizoma, que he elegido como título, recoge perfectamente lo que viene siendo esta Poesía de la Extrañeza, como a mí me gusta definir lo que escribo. Es el trenzado invisible de todo, un concepto filosófico que no admite jerarquías, una raíz que está en nuestro ADN y en el árbol, y también radialmente (en todas direcciones). Rizoma es sustancia poética y reflexiva. Se eleva como una columna salomónica y, a la vez, es la raíz nutricia que escarba en el subsuelo, ara la tierra y la abona. Es por tanto Espíritu y Materia. Rizoma representa muy bien lo que el lector hallará aquí: Naturaleza y Filosofía, Metafísica, Esencia y Existencia. Simboliza muy bien todos los elementos en este libro representados, de una u otra manera. Durante el periodo en que trabajé en él, barajé varios títulos, pero fue el poeta Álvaro Hernando, que conoce bien mi obra editada, aunque no el contenido de este libro, el que sugirió este epígrafe con el que no puedo estar más de acuerdo.

Advierto a los posibles lectores que he querido organizar los poemas alrededor de las líneas de fuerza que los atraviesan antes que atender al criterio cronológico. No importan tanto cuándo surgieron como las razones y las emociones que los hicieron nacer. Los epígrafes que amparan los diversos apartados dan una idea clara de mis motivaciones, de las urgencias que me llevaron, y llevan, a escribir los poemas que representan un itinerario que, como el título de uno de mis libros, será siempre un Solo Inclasificable. En este sentido, he preferido también no diferenciar los poemas inéditos que se contienen de los ya editados. Todos, aquí y ahora, forman una pequeña parte del corpus de mi obra poética, de mi vida, puesto que la creación y la emoción continúan, más vivas que nunca.”

Los medios difunden un sospechoso afán de estar al día a base de catálogos efímeros y de una clara saturación de best sellers, obviando la elección personal. ¿Qué libros conforman sus lecturas de verano?

No hago caso a lo efímero de lo recomendados. Amo lo bueno.

Leo los libros que me mandan los amigos escritores,  son mis lecturas siempre inagotables por su calidad, y de los que disfruto con verdadero interés y admiración.

Entre ellos, un libro esencial y magnífico, absolutamente recomendable: Nadar en seco, de José Luis Morante. Un autor de altura que recomiendo y que no sé yo si conocerá. Es muy profundo y vale la pena.

Por último, se habla mucho de las redes sociales y de su papel controvertido. Usted las utiliza con frecuencia y es una alegría para sus seguidores. ¿Qué opinión tiene de esa acción comunicativa de lo digital?

Las redes sociales  pueden ser algo banal y prescindible o, por el contrario un elemento enriquecedor e importante. Depende del uso de las mismas. A mí me sirven como puente que une. Como vínculo cultural y humano más allá de fronteras. Abrir la mente y degustar lo valioso de la cultura que muchos intercambian es muy gratificante. A través de ellas he conocido a personalidades interesantísimas que jamás me defraudan. Mis amigos internautas comparten conmigo gustos parecidos, y raramente nos metemos en jardines absurdos.

Para mí son un punto de unión imprescindible para el que solo tengo palabras de elogio y gratitud.  


1 comentario:

  1. Quiero agradecer la ayuda técnica de Javier Cabañero Valencia en la publicación de esta entrevista a través del móvil y sus labores de corrección y diseño que permiten la continuidad del blog en el nomadismo continuo del verano. Gracias de corazón, querido amigo.

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