Libro de los papeles perdidos de Tamar de Córdoba Rosana de Aza Mahalta Ediciones Colección Adivinos Ciudad Real, 2024 |
OLOR A TIEMPO
La lectura del prólogo “Noticia del
hallazgo” que Rosana de Aza (Granada, 1958), poeta, pintora y flamenca, escribe
para su entrega Libro de los papeles
perdidos de Tamar de Córdoba refrenda la singular fortuna que el recurso
del manuscrito encontrado ha tenido en nuestra tradición literaria. Enlazando
ficción e historia, el descubrimiento del texto antiguo concede al autor verosimilitud
y raíces antiguas de lo posible. La recuperación de personajes y sedimentos
argumentales del pasado traslada vivencias hasta el espacio cultural del
presente. La escritora tiene como norte de sus investigaciones el estudio del
legado árabe y andalusí en Al-Ándalus, lo que se percibe de inmediato a la hora
de transmitir una sensibilidad atemporal.
La escueta precisión del título que define el apartado inicial “Pergaminos” define el material poético como un conjunto de enunciados líricos, que preservan rescoldos sentimentales de otro tiempo. En los itinerarios del poema conviven dos espacios temporales, el pretérito y el ahora, con amplios espacios comunes que dan valor al tejido sentimental de cada identidad. La voz poética enriquece su condición de testigo con el tono confidencial en donde el amor alcanza vuelo libre en ese cielo que despliegan juntas razón y locura. Pero no hay un único interlocutor; Rosana de Aza despliega otras fuentes confidenciales como Nawar, la traductora, o la voz femenina que aglutina deseos y pasiones propias del enamoramiento de Tamar. En este primer apartado resalta, junto a la reactualización del lenguaje poético, la riqueza de un vocabulario epocal que crea junto al esqueleto anecdótico, una atmósfera de realidad.
La lírica amorosa tradicional ha estabilizado tópicos y estereotipos al describir la relación de los amantes y la fuerza de su atracción carnal. En la segunda sección “Los papeles de Xátiva” Rosana de Aza muestra un nítido dominio del registro amoroso. Confidencial y cálido el poema mantiene la delicadeza deslumbrante de la efusión sentimental: “Äbrete para mí, Nazum, / como lo hacen las granadas / a finales de octubre… / y dame, además de noticias de Zaydun, / el jugo dulce de tus entrañas rojas.” Como breves fragmentos, los poemas recuerdan misivas verbales que acercan estados sentimentales y convierten al impulso amoroso en un árbol que necesita raíces y frutos, pero también savia fresca y riego continuo para que no se seque.
El texto de introducción enumeraba los pequeños tesoros que contenía la gaveta, entre ellos monedas. Estos elementos sirven de aporte al apartado “Monedas y epitafios” en el que se dan cita las dos caras de las monedas de oro y plata, el dinar y el dírham mantienen anversos y reversos que alientan propuestas líricas confrontadas, pobreza y riqueza, dicha y tristeza. El apartado se completa con una selección de epitafios que marcan el umbral entre la existencia y la quietud de la despedida final. En la finitud las palabras se aferran a la permanencia, postulan una última reflexión en la que se igualan la condición del juez o del enamorado, la palabra del prócer y el habla de la vida cuando intuye que se convierte en humo y nada.
El tramo “Palimpsestos” integra imágenes de gran fuerza expresiva para enaltecer la prestancia física de la amada, o comparar las sombras nocturnas con el luminoso momento en que llega la aurora. Las vetas argumentales son más abiertas y también la dicción expresiva mezcla campos semánticos del ayer y de ahora: “…Sótano, azotea, patio, pasadizo, / acequia mineral, parking municipal de pago… / Por todos ellos trasegó mi cuerpo / anhelando olvidarte”. Se nombra a Baudelaire, pero también a Ami Winehouse, a quien la poeta dedica una sentida elegía. Y las palabras retornan sobre sí para escribir una poética que habla de algunas certidumbres personales: la libertad de quien empuja el verso, su mirada crítica para dar voz a los que están silenciados y el sentido crítico para hacer del poema un recurso efectivo y venenoso, como la mordedura de una serpiente.
Los poemas que contiene el apartado “Papel blanqueado con cloro” suscriben los desajustes de la realidad y la necesidad de pensar en la indulgencia para sembrar un poco de esperanza en los azarosos laberintos existenciales. La vida es un cumplido inventario de contrastes y el balance exige comprensión para entender tantos efectos secundarios. Ya no es Tamar quien habla, calla o siente; es un yo verbal cercano y próximo que sabe de amor y desamor y deja en las palabras la estela de una vida al paso.
Rosana de Aza escribe en los poemas de Libro de los papeles perdidos de Tamar de Córdoba un cancionero amoroso que exalta la plenitud, el gozo y el ánimo inestable de quien está enamorado y es capaz de crear un tiempo atemporal, una cronología de descubrimientos e intemperies, un aguacero que empapa y vapulea.
La escueta precisión del título que define el apartado inicial “Pergaminos” define el material poético como un conjunto de enunciados líricos, que preservan rescoldos sentimentales de otro tiempo. En los itinerarios del poema conviven dos espacios temporales, el pretérito y el ahora, con amplios espacios comunes que dan valor al tejido sentimental de cada identidad. La voz poética enriquece su condición de testigo con el tono confidencial en donde el amor alcanza vuelo libre en ese cielo que despliegan juntas razón y locura. Pero no hay un único interlocutor; Rosana de Aza despliega otras fuentes confidenciales como Nawar, la traductora, o la voz femenina que aglutina deseos y pasiones propias del enamoramiento de Tamar. En este primer apartado resalta, junto a la reactualización del lenguaje poético, la riqueza de un vocabulario epocal que crea junto al esqueleto anecdótico, una atmósfera de realidad.
La lírica amorosa tradicional ha estabilizado tópicos y estereotipos al describir la relación de los amantes y la fuerza de su atracción carnal. En la segunda sección “Los papeles de Xátiva” Rosana de Aza muestra un nítido dominio del registro amoroso. Confidencial y cálido el poema mantiene la delicadeza deslumbrante de la efusión sentimental: “Äbrete para mí, Nazum, / como lo hacen las granadas / a finales de octubre… / y dame, además de noticias de Zaydun, / el jugo dulce de tus entrañas rojas.” Como breves fragmentos, los poemas recuerdan misivas verbales que acercan estados sentimentales y convierten al impulso amoroso en un árbol que necesita raíces y frutos, pero también savia fresca y riego continuo para que no se seque.
El texto de introducción enumeraba los pequeños tesoros que contenía la gaveta, entre ellos monedas. Estos elementos sirven de aporte al apartado “Monedas y epitafios” en el que se dan cita las dos caras de las monedas de oro y plata, el dinar y el dírham mantienen anversos y reversos que alientan propuestas líricas confrontadas, pobreza y riqueza, dicha y tristeza. El apartado se completa con una selección de epitafios que marcan el umbral entre la existencia y la quietud de la despedida final. En la finitud las palabras se aferran a la permanencia, postulan una última reflexión en la que se igualan la condición del juez o del enamorado, la palabra del prócer y el habla de la vida cuando intuye que se convierte en humo y nada.
El tramo “Palimpsestos” integra imágenes de gran fuerza expresiva para enaltecer la prestancia física de la amada, o comparar las sombras nocturnas con el luminoso momento en que llega la aurora. Las vetas argumentales son más abiertas y también la dicción expresiva mezcla campos semánticos del ayer y de ahora: “…Sótano, azotea, patio, pasadizo, / acequia mineral, parking municipal de pago… / Por todos ellos trasegó mi cuerpo / anhelando olvidarte”. Se nombra a Baudelaire, pero también a Ami Winehouse, a quien la poeta dedica una sentida elegía. Y las palabras retornan sobre sí para escribir una poética que habla de algunas certidumbres personales: la libertad de quien empuja el verso, su mirada crítica para dar voz a los que están silenciados y el sentido crítico para hacer del poema un recurso efectivo y venenoso, como la mordedura de una serpiente.
Los poemas que contiene el apartado “Papel blanqueado con cloro” suscriben los desajustes de la realidad y la necesidad de pensar en la indulgencia para sembrar un poco de esperanza en los azarosos laberintos existenciales. La vida es un cumplido inventario de contrastes y el balance exige comprensión para entender tantos efectos secundarios. Ya no es Tamar quien habla, calla o siente; es un yo verbal cercano y próximo que sabe de amor y desamor y deja en las palabras la estela de una vida al paso.
Rosana de Aza escribe en los poemas de Libro de los papeles perdidos de Tamar de Córdoba un cancionero amoroso que exalta la plenitud, el gozo y el ánimo inestable de quien está enamorado y es capaz de crear un tiempo atemporal, una cronología de descubrimientos e intemperies, un aguacero que empapa y vapulea.
JOSÉ LUIS MORANTE
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