jueves, 9 de enero de 2025

ARACELI FERNÁNDEZ LEÓN. CANTAR PARA NADIE

Cantar para nadie
Araceli Fernández León
X Premio internacional de poesía José Zorrilla
Ediciones Hiperión Poesía
Madrid, 2024
 

 EVOCACIONES Y HERIDAS


    Casi instalada en la madurez vital de los cuarenta, Araceli Fernández León (Villanueva de Córdoba, Córdoba, 1972) inicia andadura lírica en 2019, cuando aparece su primera obra Cartas a Lara en la editorial La Fuente vieja; en el mismo catálogo vería la luz dos años más tarde La hormiga roja. Ambos libros acogían una voz que adquiere notable resonancia en su tercer andén Cantar para nadie, al ganar la décima convocatoria del Premio internacional de poesía José Zorrilla.
   La aparente penumbra de pesimismo existencial que genera la expresión “Cantar para nadie” se refuerza con las dos acertadas citas que sirven de pórtico al poemario; una, de José Lezama Lima: ¿Oye alguien mi canción?” y otra  desgajada de la tradición popular del romancero, con los conocidos versos del Romance del Conde Arnaldos: “Yo no digo mi canción / sino a quien conmigo va?”.
   En primera persona emerge con fuerza el sentir explícito del protagonista verbal desde la composición “La cantora” con un texto cuajado de onirismo e imágenes elegíacas sorprendentes: “Yo era piedra y eché a volar. / Pero la gravedad sembró su fruto / en mi vientre. / Después de nueve meses / di a luz un desierto. / Caminé sobre él durante cuarenta días / y ni una sola llaga “.
   Pronto sobrevuela en las composiciones una sensación de reencuentro con el pasado. Los recuerdos transcienden los límites marcados por el presente para recuperar un entorno doméstico, poblado de imprescindibles presencias sentimentales, donde el itinerario vital remansa emociones sobre lo cotidiano. El poema se hace razón serena para mostrar su plenitud afectiva con la figura del padre o explora las hendiduras del  dolor cuando la madre se hace pérdida y ausencia.
  Ese diálogo con la naturaleza frágil y vulnerable de la existencia se reitera en otras composiciones como “Prótesis” o “La casa y yo”, donde la estela de la muerte llueve sobre la memoria una nube de frío, un dilatado paréntesis de silencio que se empeña en recordar las raíces y aquellas pequeñas posesiones que definían un territorio propio. La voz poética se siente fuerte para adentrase en el transitar de los relojes y abrir ventanas a un ayer que poco a poco se diluye en otras manos. Sin embargo, la poesía sigue fluyendo hasta componer una segunda biografía, un quehacer ilustrado con las contingencias del existir, al tiempo que recuerda algunos datos básicos. El poema “La enferma” deja en sus versos un muestrario de menudencias personales e íntimas creencias expuestas en poemas como “La tarara”, “Vidas de santos o “El Padre Pedro León”.
   El hilo constructivo de Cantar para nadie entrelaza una saludable sensación de unidad temática. El sentimiento elegíaco siembra enclaustramiento y desolación en lo cotidiano “Porque lo que hace a un poeta ser buen poeta / es matarse a sí mismo / hasta que quede de él un solo hombre”: Son rasgos que la palabra poética de Araceli Fernández León también asume para hacer de la escritura una continua búsqueda de verdad y belleza, un ejercicio de mirada interior, capaz de transformar lo conocido y lo aparente y descubrir humanidad entre sorprendentes caligrafías semánticas: “Esto que veis aquí son mis propias recetas. / Un robot de cocina compré. / Ahora estaba salvada, / podía hacer un poema exprés, / picarle hasta los huesos… “.
   En Cantar para nadie  Araceli Fernández León alcanza la senda firme de su esencia poética; deja traslucir la caligrafía ensimismada de una poesía evocativa, que transciende la vivencia personal para hacerse herida y cicatriz, esencia de lo humano en su perenne lucha contra el tiempo. 

JOSÉ LUIS MORANTE





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