miércoles, 24 de junio de 2015
TRENES DE PASO
TRENES
Hay trenes detenidos en la estación vacía.
El andén se ilumina con faroles halógenos
y la luz se propaga fantasmal y furtiva
porque no hay rastro de los pasajeros.
Mientras espero, soy la incertidumbre.
Estoy. Dibujo planes.
Despierto los recuerdos que subsisten
brumosos, fragmentarios.
Trato de razonar enroscado en la angustia.
Un cartelón registra el paso de los trenes
pero nunca se cumplen los horarios.
Nadie vuelve a ciudades que no existen.
(Ninguna parte, Sevilla, 2013)
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Buenos días, José Luis.
ResponderEliminarYo no creo que las ciudades dejen de existir, en realidad somos nosotros quienes lo hacemos, un día despertamos y nos damos cuenta que no tenemos dónde ir, que los trenes no quieren parar en nuestra estación.
Muchos besos.
Pienso lo mismo, Loly, somos ciudades, con centro y periferia, que un día se abandonan y permanecen como escombros arqueológicos. Sin más visitas que la erosión del tiempo. Besos entrañables.
EliminarSaludos, José Luis.
ResponderEliminarGrata sorpresa encontrarme de buena mañana con este poema.
Las estaciones de tren, también son, para mí, una fuente
imprescindible de inspiración. Durante mis años de infancia y juventud
viajaba a menudo en tren, y, ese ambiente de maletas en los andenes,
viajeros esperando en silencio, esa tristeza ambigua en los rostros ajenos...
Todo ello ha dejado en mí una huella imborrable de sensaciones,
que, de forma inevitable, acaban formando parte de muchos de mis textos literarios.
Un cordial saludo, querido amigo; en efecto, las estaciones son espacios muy gratos para el ensimismamiento y el asombro; en ese trasiego del viaje hacia ninguna parte nunca acabamos de descubrir quién se va o quién se queda. Una alegría encontrar tus palabras en estos puentes.
EliminarMe ha encantado el poema. Como trenes al norte de la nada, ciudades imposibles. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, María José, siempre es entrañable percibir tu amistad literaria y personal en estos puentes. Un gran abrazo, con sol de verano, y una estación llena de andenes para seguir viaje.
ResponderEliminarLas estaciones forman parte de nuestra vida. Siempre nos indican el camino de regreso, lástima que los trenes no siempre paren donde los esperamos. Abrazos
ResponderEliminarEsa lectura simbólica del poema, querida Carmela, la comparto al completo. Cuántos itinerarios vivenciales, cuántas estaciones, cuántos trenes de difusos horarios. Besos de verano.
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