El silencio en su hueco Javier Lerena Huerga & Fierro Editores, Poesía Madrid, 2015 |
EL SILENCIO EN SU HUECO
Javier Lerena (Madrid, 1962) se
incorpora al mapa lírico del ahora con el libro El silencio en su hueco, un muestrario de poemas reconocido con el
I Premio de Poesía Manuel del Cabral, encomiable iniciativa cultural del
Consulado de la República Dominicana en Valencia. Precede a esta amanecida un
reguero de colaboraciones en antologías y eventos literarios, como el Día
Internacional de la Poesía en Segovia, y varios trabajos en publicaciones
digitales.
Por tanto, El silencio en su hueco es un primer paso de un itinerario creador
que arranca con la huella sosegada de quien llega al taller de autor cuando ya
reside en la madurez y ha superado aquellos primerizos ejercicios de tanteo y
ha hecho costumbre la mirada reflexiva en sus actitudes. También las citas
prologales tienen un enfoque meditativo. Los versos de Julia Castillo sirven de
granero para el título y el aporte de Ada Salas funciona como indicio de una
voz que se expande con mínimos desarrollos enunciativos porque confía en la
intuición y en la sugerencia conceptual.
Así lo comprobamos desde el comienzo, un texto que entrelaza hilos de
pensamiento ante el eco rumoroso del acontecer temporalista. De esta veta nacen los argumentos poéticos. los versos buscan la claridad entre la
incertidumbre de lo existencial; el yo apenas dibuja sus contornos, se hace
casi transparente mientras busca en su estar el vacío asignado entre los elementos
del entorno. Se siente: “Una semilla de bosque / en un cuerpo seco. / palabra
transparente / al llegar la noche”. Así van germinando alrededor las cosas que
llevan inscritas en su formas un destino pactado. En ellas se percibe un
caminar indeclinable hacia la erosión y la ceniza, una consunción que contagia
a todo lo matérico: “Lo que se deshace / mansamente / sin pausa, / en el
fingido contacto, / en los gestos / cada día. / Cuando no se reconoce / el
perfil preciso que la memoria guarda / aún. “
La sección “Se despliega el zarzillo”
concede a lo visual un mirador más nítido; las formas imponen un estar cercano
que busca asentamiento en la mirada que testifica. Los versos abren un lecho
enunciativo para describir la tensión íntima de la naturaleza, un remanso de
quietud donde se desmenuzan las sombras. De esa atmósfera de diálogo entre
sensibilidad y paisaje también participa el tramo de cierre, “Los límites”; de
nuevo, la observación se hace pensamiento: “Con los brazos en cruz / el sol
repetirá el trazo / las lindes de la casa / sin aparente esfuerzo / habitar las
miradas / la distancia imposible hacia el centro / donde rompe lo ajeno”.
Frente al callado papel del
sujeto mecido en lo diario, buscan acomodo los límites de la realidad, un lugar
diluido donde conviven el pulso de la luz y un silencio que encuentra a su mutismo una expresión definitiva. Con El silencio en su hueco Javier Lerena atraviesa el umbral de la
poesía para salir a campo abierto. Y lo hace construyendo una voz que busca
contenido en lo esencial, en ese formato reducido de un espacio interior, donde
la palabra se acerca en soledad para discernir sobre la difusa naturaleza del
tiempo.
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